Capítulo 40

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Uniendo Caminos...



—La lluvia nos ha servido para pasar desapercibidos, lobo gris —decía un hombre joven de cabellos rubios, varonil, alto con el rostro fuerte cuadrado en la mandíbula y unos ojos de color miel.

—Renato mueve a los lobos a las orillas necesito que todos salgan de la casa, Guillermo y yo tenemos un pequeño pendiente y hoy vengo a cobrarlo — gruño, el lobo gris ocasionando un escalofrío en su lacayo, había planeado ese momento desde años atrás y no perdería más tiempo, ocultos entre los árboles cuando los hombres de la manada Itreque corrían en dirección contraria a la casa; ellos se acercaban poco a poco, estaba harto de esperar por cumplir una venganza saboreada por durante años ahora lo cumpliría, hoy sería ese día, escucharon el grito de Sebastián el lobo se acercó sin ser visto la lluvia que caía mojando su vestimenta le daba permiso de permanecer oculto entre las sombras de los árboles, vio a Alexter salir corriendo en su dirección tendría que acabar con el primero antes de que alertara a todos saco las garras dispuesto pero un ligero grito lo freno...

— ¡Alexter! — La voz de esa mujer gritando ese nombre, ese que compartía con su enemigo movió cosas que ni el mismo recordaba, contrajo sus garras y observo en silencio toda la escena, el grito de Sebastián le hizo moverse rápidamente alejándose de la casa, Renato observo curioso caminando tras de él.

—Señor ¿Qué ha pasado? — preguntó acercándose.

— Esa mujer... — sabía el rubio que eso era una pregunta

—Ella es Madeleine, es hija de Sandro, Jorge como sea que se llame — dijo él mirándolo «No la recuerda»

—Era una niña — gruño el lobo

—Sí, pero los años pasan y se convirtió una joven bastante bonita — dijo con sarcasmo cargado de un coqueteo, Renato era sínico, un hombre peligroso para cualquier mujer, coqueto y mujeriego.

—Reúnete con la mujer, quiero saber lo que sucede en la casa — gruño para después irse sin esperarlo.

—Pero señor y el ataque — dijo el incrédulo de verle salir así nada más, camino a paso rápido para alcanzarle.

—Que los lobos los distraigan un rato y después regresen a su escondite — gruño de nuevo.

Renato se quedó mirando el camino por donde el lobo se perdió, no perdería el tiempo tenía que encontrarse con ella. Espero paciente sabía que la mujer al no ver ningún movimiento en la casa saldría al bosque y así como supuso así era después de veinte minutos. Entró en el bosque intentando no ser vista por nadie miraba para todos lados hasta que un ruido detrás de ella la hizo girarse.

—Me extrañaste querida — dijo Renato ocasionando una cara de mala gana en ella.

—Me puedes decir por qué demonios no ha pasado nada, tengo veinte minutos encerrada en mi habitación aguantando a mi madre, diciéndole que lo mejor es esperar y bla bla... — dijo con molestia.

—Rosalba querida los planes cambiaron, así es esto el señor gris es digamos algo bipolar si no fuera por la excelente paga que recibo y los privilegios no estaría aquí — dijo él sonriendo, se acercó para besarla.

—Quítate, no deseo que alguien de la casa me vea besándome contigo, necesito mantener mi imagen — dijo ella sonriendo

—Si tu imagen abnegada, todo para quedarte con ese hombre, dime que le ves si me tienes a mí— dijo el aun intentando besarle. La mujer enfada se alejó.

—Tenemos un trato, lamentablemente no puedo hablar directamente con ese lobo gris y tengo que aguantarte a ti, él termina con lo que tiene que terminar y yo me quedo con Alexter eso es todo— dijo ella sonriendo

El alfa enamorado ✔🐺🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora