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Cuando todos los amigos de Samuel se fueron y lo dejaron sólo en la cafetería, Guillermo supo que esa era su oportunidad para acercarse.

Se puso de pie y caminó hasta su mesa.

—Hola —dijo, una vez estando frente a él—. Mi nombre es Guillermo.

—Ah, ¿y? —preguntó Samuel.

Samuel lo miró por una fracción de segundo, pero después desvió la mirada lejos de él. Sin darse cuenta se estaba levantando las mangas de la camisa, dejando visibles todas aquellas feas marcas que estropeaban su piel.

Guillermo bajó la mirada y las vio.

—¿Qué te pasó? —preguntó Guillermo, acercándose con preocupación a Samuel.

—Nada —respondió, bajándose las mangas rápidamente—. Déjame tranquilo.

Samuel tomó sus cosas y se puso de pie, para caminar directo a la salida de la cafetería, dejando sólo a Guillermo.

En ese momento Guillermo recordó lo que Frank le había contado acerca de Samuel, y entendió que esas feas marcas en sus brazos... se las había hecho él mismo.

Suicida | wigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora