Capítulo 23| "¡El hijo pródigo ha decidido volver a casa!"

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#MartesMarrones

***

Narra Tessa

Tres de la mañana.

Las luces de mi casa estaban apagadas.

Theo y yo nos detuvimos en el pórtico de la casa, mientras me buscaba las llaves en uno de los bolsillos. Mis manos no dejaban de temblar al revivir en mi mente una y otra vez lo que habíamos pasado esa noche; nunca antes me había asustado tanto, a cómo lo había hecho en ese trayecto de tiempo.

Casi habíamos sido atrapados por la policía, pero entonces Mason me ordenó —sí, el muy idiota no me pidió, ¡Me ordenó! —, que condujera en zic zac. Por un breve momento había sentido las manos engarrotadas y el corazón a punto de detenerse ante la adrenalina de saber que estaba conduciendo en sentido opuesto, aún podía sentir en mis oídos el constante ruido de las bocinas de los otros autos, cada vez que invadía su carril. Pero ahora que lo pensaba, si no lo hubiese hecho así, justo ahora estuviéramos los tres, metidos en una fría celda esperando que alguien pagara nuestra salida. Pero gracias a mi nueva e inusual manera de conducir, habíamos perdido a la patrulla que nos seguía.

—Date prisa, Tes —murmuró Theo a mi lado, sin dejar de titiritar del frío—. Estoy a punto de adquirir una hipotermia.

Lo miré de reojo, sus labios se encontraban morados, y sus ropas estaban pegadas a su cuerpo. El pobre de mi hermano había estado expuesto a la lluvia por mucho tiempo, por lo que ahora no dejaba de temblar.

Me concentré nuevamente en mis bolsillos, metí mis manos por todas las bolsas que mis pantalones poseían, dando en todos mis pobres intentos en encontrar la maldita llave, resultados desfavorables.

—Mierda —gruñí, dando un traspié—. ¿Tú no llevabas la llave contigo?

—¡No bromees!

—¿Acaso es momento para hacerlo, idiota?

—¿Cómo se supone... —sus palabras quedaron en el aire, poniéndonos en alerta, en cuanto escuchamos el "clic" de la puerta al ser abierta.

Literalmente, me congelé, quizás aún peor de cómo lo estaba Theo. Ante mis ojos, mi padre y Allan nos observaban con el ceño fruncido.

¿Por qué papá estaba en casa? ¡Se suponía que tenía guardia en el hospital!

Ambos sujetos cruzaron los brazos a la altura de su pecho, mientras apoyaban sus caderas en ambos lados de la puerta. Sus pupilas barrieron nuestros cuerpos, deteniéndose en nuestros rostros. Una ceja arqueada por parte de papá, fue la señal para discernir que estábamos en graves, graves problemas.

—¿Dónde estaban? —indagó papá, con un tono de voz que prescindía de ternura.

—Bueno... nosotros... —Theo comenzó a jalar del dobladillo de su camiseta, en un notorio ataque de pánico.

Nunca nos habíamos atrevido a llegar de madrugada a casa, ni siquiera cuando salíamos los cinco. En el transcurso de la noche, no se me ocurrió revisar mi teléfono, por lo que ahora temía que éste estuviera lleno de llamadas perdidas, sabía que esa era la única razón de que mi padre estuviera en casa. Allan lo había llamado, estaba preocupado por nosotros.

—Hemos llamado muchas veces, ¿Qué pasó con sus teléfonos? —cuestionó Allan, como si tuviera el poder de leer mi mente.

—Sin batería —sonreí y sostuve su mirada, tratando de verme lo más sincera posible.

Papá dio un asentimiento no muy seguro.

—¿Dónde estaban y por qué Theo está empapado?

—Se nos pasó el tiempo —contesté—. Estábamos viendo una película con Pablo, América y Teresa.

Conociendo a Mrs Brown © #PGP2020 [S.U.D.C #1] ❌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora