Capitulo 4.

657 123 47
                                    

Habían pasado solo unas cuantas horas. Gerard estaba sentado frente a Frank con el botiquín de primeros auxilios, leyendo detrás de un frasco que contenía un líquido morado.

— Creo que no importa que te eche, te va a doler pero solo por unos momentos hasta que sanen las heridas— le aseguro Gerard al castaño y este último asintió, aún no había querido hablar pero Gee respetaba eso.

Decidió tomar el alcohol y una bolita de algodón la cual remojo con el líquido incoloro— Te va a doler, ¿está bien? pero ten— dijo extendiéndole una almohada— si te duele o arde mucho solo apriétala— Frank volvió a asentir así que Gerard acercó el algodón a la herida que tenía en la ceja.

Frank cerró fuertemente sus párpados y apretó la almohada. Así siguió Gerard con todas las heridas de su rostro y cuerpo, intentado limpiarlas con su poquísima experiencia de enfermero.

— Bien, lo exterior ya quedo, solo hay que seguir limpiándolas y pronto estarás bien— le dijo— ¿hay algo que te duela internamente? ¿alguna costilla rota? ¿un hueso? ¿algo?— Gerard cuestionó, el castaño lo pensó por un segundo para después negar. Eso alivio mucho a Gee.

Sin ser visto, Mikey observaba la escena desde el pequeño agujero de la manija. El pequeño se sentía molesto, su hermano no le había prestado atención por estar con el zombie como le había empezado a decir, ¡incluso seguía molesto con el!

Mikey dejó de espiar, y se sentó fuera de la habitación a idear un plan para deshacerse del extraño. ¿Cómo es que había llegado hasta su departamento? ¿De dónde lo conocía Gee? tenía bastantes preguntas, pero seguro no conseguiría la respuesta de ninguna. Inconscientemente formó un puchero y sus ojos empezaron a picar por las lágrimas que se acumulaban.

Él zombie no le agradaba para nada.

                                (...)

Gerard iba de un lado para otro con trapos mojados intentado bajarle la temperatura a Frank. El chico se había puesto demasiado caliente de un momento para otro y el pelinegro no tenía idea de qué hacer. Colocó un trapo en su frente y otro en su estómago, cambiándolos constantemente pero sin obtener algún resultado.

Estaba bastante asustado, tenía miedo de que Frank se muriera ahí mismo –si es que podía llegar a morir por fiebre.

Recordó que cuando era más pequeño Donna solía darles duchas, ¿pero eran calientes o frías? deseo que su madre estuviera ahí para ayudarlo y como si alguien lo hubiera escuchado, la voz de la señora Way se hizo presente. La mirada de Gerard corrió hacia el reloj, maldición, Donna había llegado del trabajo.

— ¡Gerard!— grito la mujer.

— ¡V-voy mamá!— contesto el chico nervioso. Observo a Frank debatiendo mentalmente en qué hacer. Sabía que si le decía a Donna ahora ella lo ayudaría y Frank se recuperaría, pero también debería sacarlo del departamento, aunque sí no lo hacía... no sabía que podría ocurrir con el chico.

Soltó todo el aire que se acumulaba en sus pulmones y salió de su habitación para encontrarse con su madre; ella lucia hermosa, algo cansada, pero aún así lo miraba con una enorme sonrisa que pronto desapareció.

— Cariño, ¿pasa algo?— pregunto, acercándose a su hijo, claramente había notado que algo le sucedía.

Mientras tanto Mikey los observaba desde la cocina sonriendo maliciosamente, ¡qué maravilla! no tuvo que hacer nada para que Donna descubriera que es lo que estaba pasando y sacará al extraño del departamento.

— Pues...— vacilo Gerard sin encontrar como decirle a su madre lo que había hecho.

Gerard abría la boca pero no salía ninguna palabra, ni siquiera un sonido así que volvía a cerrarla. Sus manos comenzaron a sudar así que solo camino hacia su habitación con esperanzas de que su madre lo siguiera. Abrió la puerta y la dejo así. Solo bastaron unos instantes para que Donna se asomara y notara al individuo que descansaba en la cama del Way mayor.

— S-se llama Frank, mamá. Perdón— murmuró Gerard y se apresuró a agregar— está enfermo, tiene temperatura y, y no sé cómo bajársela.

Las lágrimas no tardaron en aparecer y Gerard no entendía si quiera por qué estaba llorando, pero ahí estaban las gotas saladas deslizándose por sus mejillas.

Donna se acercó a Frank y colocó su mano en su frente— Esta ardiendo— dijo lo obvio y miro a Gerard— llévalo a la ducha, te ayudaré, pero después de esto vamos a hablar muy seriamente jovencito.

Gee asintió rápidamente. Rayos, no había podido ocultar a Frank ni un solo día.

                                 (...)

Más tarde la fiebre de Frank había bajado y ahora solo dormía en la habitación de Gerard, el cual estaba mucho más aliviado.

— Gee— lo llamo Donna desde la sala de estar y supo para que lo quería.

— ¿Si?— pregunto haciéndose el desentendido.

— ¿De dónde lo sacaste?— cuestionó la mujer.

— No lo saque de ninguna parte, no es un objeto, es una persona. Lo- lo encontré en... hmm, ¿recuerdas el cartel que Mikey trajo el otro día?— pregunto y Donna al instante frunció el ceño.

— ¡Gerard Arthur Way te prohibí ir a ese lugar!

— Lo seeé, y perdón, pero fui y ahí lo encontré. Ellos, trataban horrible a Frank, lo golpeaban, insultaban, incluso abusaron de él y yo no lo iba a dejar así. Lo saque de ahí— dijo claro mientras Donna lo inspeccionaba con la mirada pero no había rastro de que mentía.

La mujer bufo— Oh Gee... sé que tienes un corazón inmenso, pero no hay lugar para una boca más, y lo sabes.

— Pero mamá, puedo conseguir un trabajo y...

— Nada Gerard, mañana mismo le consigues un lugar, debe tener algún familiar o un amigo, entiende que no es nuestra responsabilidad— musitó Donna dando por terminado el tema.

— ¿Y si no lo encuentro?

Donna se giró hacia su hijo— Entonces Frank quedará a la suerte.

Gee, molesto volvió a su habitación, sabía que no recibiría una felicitación de parte de su madre pero tampoco la creyó tan inhumana, hablando de Frank como si fuese un perro de la calle.

Si Gerard había sacado a Frank no había sido para dejarlo 'a la suerte', de una u otra manera lo iba a ayudar.

Hard; frerardWhere stories live. Discover now