Capitulo 1.

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Esa noche, Gerard regresó a casa y lloro muy fuerte. Lloro toda la noche y se sintió algo estúpido por eso, ¿por qué lloraba si no le habían hecho el daño a él? Quizá el no había sido violado, ni lo habían golpeado hasta el cansancio pero se sentía tan malditamente mal porque se quedo de brazos cruzados, fue espectador de aquel acto tan cruel y prefirió fingir que nada pasaba. Su consciente lo carcomía vivo y la culpa no lo había dejado dormir en toda la noche. Aun así las lágrimas rebeldes seguían rodando por sus mejillas.

¿Por qué era tan cobarde? ¿Por qué no pudo ayudar a ese chico? ¿Por qué se quedo callado? ¿Por qué no hizo nada al respecto? Tenía que hacer algo, en definitiva ya no iba a permitir que le hicieran más daño a Frank, nadie en el mundo merece que lo traten como lo hacían con el. Quizá no sabía nada de él y desconocía como era su vida antes de terminar en ese lugar, pero lo que le hacían no era aceptable en cualquiera de los casos. No lo trataban como lo que era; una persona, un ser humano.

Mañana mismo Gerard Way iría al departamento de policías a declarar y con suerte, Frank y esas personas seguirían Jersey, entonces habría actuado a tiempo.

                              (...)

— Tss, Gee— susurro Mikey tratando de llamar la atención de su hermano mayor que lucía bastante perdido en sus pensamientos. Estaba distante y el pequeño no entendía por qué— Gerard— murmuró y le lanzó un guisante, lo golpeo justo en la mejilla pero el pelinegro no se inmutó en lo más mínimo, seguía jugando con su comida, moviendo el tenedor de aquí para allá.

— Gerard Way, ¿pasa algo?— hablo esta vez Donna, también notando el comportamiento de su hijo y solo así el ojos esmeralda salió de su trance.

— Si, si, todo bien mamá, solo estoy algo distraído.

— Se te hará tarde para la escuela— comentó la mujer no creyendo del todo lo que su hijo le decía.

Gerard se disculpó por no tener apetito y tomo sus cosas, espero a su hermano y después juntos caminaron hacia la escuela. El mayor lucía todavía más distante, por más que lo intentaba, cada vez que cerraba los ojos estaba ahí, la mirada penetrante de aquel chico rogándole a gritos por ayuda, Gerard necesitaba hacer algo ya y solo así podría estar en paz.

— Hey Gee— le llamo Mikey, pateando una pequeña piedra del camino— ¿me contaras como estuvo el show de ayer? me lo prometiste— dijo el pequeño con inocencia.

El mayor lo había escuchado a la perfección pero aún así se quedo en silencio. Rayos, ¿que le iba a decir? claramente la verdad no.

— Pues, era realmente malo, todo estaba muy actuado, fue un asco— mintió el pelinegro y Mikey lo observo por unos instantes.

— Quizá después encuentres algo más que te ayude a inspirarte— murmuró el de anteojos, tragándose la mentira de Gee a la perfección.

— Seguro que si, pequeño— le dijo Gerard justo cuando pasaban por la entrada del gran edifico al que algunas personas les gusta llamar 'escuela'. Mikey se fue por su lado al cruzar la puerta y Gerard por el suyo, camino hasta su casillero y se topó con Raymond, su mejor amigo.

— ¿Qué tal, viejo?— le saludó el de afro con una sonrisa de oreja a oreja, Gerard no terminaba de entender cómo es que ese chico siempre estaba feliz, pero le agradaba mucho.

— Meh — murmuró el pelinegro y se encogió de hombros, ¿debía contarle a Ray o no? posiblemente podría ayudarlo o tal vez no. Necesitaba a alguien con quien desahogarse pero... ¿realmente quería revivir todo lo que presenció la noche pasada solo para contárselo a alguien más? sin dudas no. Lo preferible era guardárselo para el mismo, de igual manera, con suerte ese mismo día iría al departamento de policías, ellos arrestarían a esos hombres y pondrían a Frank a salvo, ya nadie más podría hacerle daño.

Con ese pensamiento positivo Gerard estuvo todas las clases, no lo dejaría satisfecho pero quizá su mente estaría más limpia y dejaría de sentir esa gran carga en sus hombros.

                                (...)

Era la salida de la escuela, había sido imposible convencer a Mikey de que se fuera solo a casa esta vez porque él tenía que hacer algo, pero después de muchos intentos lo logró y ahora iba camino a la comisaría. Estaba un poco nervioso, ¿qué iba a hacer cuando estuviera ahí? ¿qué les diría? ¿lo arrestarían por haber acudido a ese lugar?

Automáticamente sus pies lo llevaron al lugar, soltó el aire de sus pulmones y se aferró a su mochila antes de entrar. En su interior no había más que tres policías dispersados en la pequeña oficina que al instante fijaron su vista en el menor.

— ¿Pasa algo, muchacho?— le preguntó un oficial, el que estaba sentado tras del escritorio.

— S-si, vengo a denunciar algo que, que presencié— murmuró, un poco bajo y con la cabeza gacha.

— ¿A sí? ¿Qué pasa? Ven, siéntate— le dijo el oficial y Gerard se acercó para sentarse frente a él.

— Fue, ayer por la noche. Se suponía que era un espectáculo del chico más fuerte o algo así...— dijo Gerard y los policías intercambiaron miradas.

— Oh no muchacho, en ese caso no te podemos ayudar. Mejor vete a casa y olvida cualquier cosa que hayas visto, ¿Esta bien?— le dijo el oficial invitando al pelinegro a salir, pero este no entendía nada.

— Pero, señ...

— Nada niño, vete y no le comentes a nadie lo que viste.

Gerard obligatoriamente salió del lugar ahora con más dudas, ¿qué había pasado ahí dentro? ¿se habían negado a ayudarlo? estaba ocurriendo algo extraño.

Desilucionado volvió a casa, ¿ahora cómo ayudaría a Frank? al parecer no tenía el respaldo de la policía y no podía decirle a nadie, estaba solo, condenado a segur viviendo en su mundo de ignorancia y en su burbuja de fantasía, bastante lejos de la realidad. Pero Gerard estaba cansado, sinceramente ya estaba cansado de mirar hacia otro lado cuando era espectador de una injusticia, ya no se quería quedar callado, mucho menos quería seguir fingiendo que todo estaba bien porque no lo estaba y la situación de Frank era clara prueba de lo podrido que estaba el mundo.

Tal vez no tenía la ayuda de nadie pero fuese como fuese el ayudaría a Frank, lo que pasó aquella noche había sido la gota que derramó el vaso, Gerard Way ya no se quería quedar más de brazos cruzados.

Hard; frerardWhere stories live. Discover now