27- el tiempo

7.8K 612 53
                                    




—Ya se hace tarde Carolina, ¡apúrate, debemos llegar al convento! —me dice mi madre y termino de vestirme.

El retiro se me fue concedido junto a las chicas, ahora iba a ver a mis compañeras convirtiéndose en monjas.

Mis amigas y yo decidimos seguir una vida normal y no por eso dejar a un lado nuestras creencias..., nosotras queremos descubrir todas las maravillas que nos rodea.

Hace más de un mes que no he vuelto a ver a Liam, se ha marchado y por más que busqué no lo encontré. Aún mantengo esperanza de volver a verlo, aunque algo me dice que es mejor dejarlo ir y tomar esto como una experiencia.

Veo como las chicas son bendecidas y convertidas en hermanas más del convento. La madre superiora me dijo que podía ayudarla cuando quisiera, incluso impartir clase de catequesis, pues ya tengo experiencia siendo maestra.


Tiempo después...

—Hola  —volví a tocar la puerta, ya que la joven no me escuchaba.

—Ah, hola, pasa —camino hasta ella con el folleto en mano.

—Vengo por la entrevista de trabajo —dije, ella me examinó de pies a cabeza. Vengo por otro trabajo ya que a pesar de trabajar como maestra suplente, el dinero que gano no era lo suficiente para ayudar a mi familia y pagar la casa yo sola.

Y pues días antes vi una publicación sobre que necesitaban una secretaria.

—Oh, lo siento, ya alguien tomó el puesto —dice y mi sonrisa se fue desvaneciendo.

—Ah, pues... gracias, que tenga buen día —le digo y me volteo para irme y seguir buscando en otro lugar.

—Pero estamos buscando meseras para un bar restaurante, no sé si quieras aceptarlo —dice y me detengo.

—¿De noche?

—Si, tres veces a la semana, con un pago de doce dólares la hora  —me ha dado todos los datos y no dudé en aceptarlo. Nunca me había arriesgado tanto, pero es necesario.

Empiezo el jueves desde la ocho a once de la noche, y apena estamos a lunes.

.
.

—¿Entonces trabajarás en un bar? —me cuestiona Jake mientras absorbe su jugo.

—También es restaurante, no es nada mal —digo sonriendo.

—Entiendo, sabes, me gustaría hablar contigo de algo —dice y frunzo el ceño ante su manera de comportarse.

—Si, dime.

—No, ahora mismo no, será luego.

Jake no quiso decirme nada y respeté su silencio.

...

Todos los días oraba por Liam para qué estuviese bien y protegido por Dios. Me dolía cómo la primera vez, por haberlo juzgado, todavía sigo amándolo pero ha pasado muchísimos tiempo y ya tengo que resignarme a que no lo volvería a ver.

Esperaba ansiosa empezar a trabajar, por ahora solo me quedaba seguir yendo a dar clases, pero no por mucho, ya que la profesora pronto podría regresar y mi contrato estaba a punto de vencer.

—Hola Ángel —saludé  a mi alumno quien ha  demostrado su capacidad y por increíble que parezca, ya no es tan malcriado como antes.

—Hola, profe, ¿cómo está? —inquiere entusiasmado.

Benditas tentaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora