3- tentación en casa

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Estoy paralizada mirando por primera vez en mi vida a un chico semidesnudo. ¡Si, semidesnudo!

Tiene más tatuajes en su cuerpo, uno en su hombro derecho, otro en la espalda. Se ve como un chico rebelde.

—¡Hola, buenos dia!

Estoy viendo cómo me hace señas con una mano, y por alguna razón no puedo dejar de mirar su abdomen. Reacciono y sacudo mi cabeza. Mis mejillas arden y me he dificil disimular.

—Buen dia —dije, me giro y permanezco de espalda, no sé como actuar. Debí poner en la regla: «no acepto chico semidesnudo en casa» pero estaría siendo exigente.

—¿No vas a desayunar? Hice huevos, tocino e incluso macarrones con queso. Debes probarlo — dijo, trago saliva y suspiro. Me giro a él y con disimulo sonrío.

—Es que se me hará tarde, debo estar a las 11:00 en mi trabajo. — él observa su reloj y suelta una leve carcajada. «Que lindo se ríe»

No, no pienses en eso.

—Aún falta tres horas, en tránsito se te iría media hora, pero puede desayunar, ven. —me doy por rendida, él tiene razón. No comprendo porqué me iría tan temprano a una escuela que está a unos quince minutos.

—Vale —me siento en una silla que esta justo en la encimera de la cocina, el coloca el desayuno y apoyo mis codos en la mesa.

—¿Por qué viste asi? —preguntó, yo frunzo el ceño.

—¿Como?

—Pues eres muy joven y me sorprende que sea la única chica que yo vea vistiendo tan decente. —no se si tomarlo como un halago o un insulto.

—Es mi manera de vestir, amo estar así, me siento cómoda —respondo, él sonríe y se mantiene en silencio.

Empezamos a desayunar y se me hizo increible lo rico que estuvo el desayuno. Mi paladar se estremece al sentir el sabor de los macarrones, junto con el tocino.

—¿Te ha gustado el desayuno? —asiento masticando.

—Delicioso.

—Me alegro. —él limpia sus labios, sus rojos y carnosos labios... ¡Basta Lina!

—Creo que ya debo irme —menciono, no podía mirar ese abdomen. ¿Por qué, Dios? ¿Por qué me has mandado a este chico? No me ponga a prueba de esta manera, porque es injusto.

—Esperame, debo salir a buscar trabajo y tengo mucho tiempo en que no ando en esta ciudad, te acompaño y así llevo mi curriculum en cualquier trabajo —me dice y me detengo.

—¿Has terminado tu estudio? — pregunto y él niega.

—No, me fuí a Alemania a los diecinueve y no terminé mi carrera, estuve estudiando contabilidad.

—¿Por qué no terminas tus estudios y trabajas a la vez? —él arquea sus cejas y parece pensarlo.

-—Creo que no es mala idea, investigaré para saber que tipo de trabajo me vendría bien.

Él fue caminando hacía atras y yo tomo los platos.

—Pues vete a cambiar —sugiero ya que me pone nerviosa.

—¿Jamás había visto un chico sin camisa? —preguntó, yo tiemblo dando evidencia de mi estado.

—¿Qué? No creo que debería responder eso. —camino hasta la cocina y sostengo los platos.

—Mmh, está bien. Regreso ahora. — se marcha a su cuarto y respiro profundo. ¿Qué le sucede a este chico?

Limpio los platos, y de haber terminado me seco las manos con la toallita, pero al girarme casi choco con él.

Benditas tentaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora