Capítulo 36

2.4K 343 128
                                    

Kyungsooo POV.

Observé la corbata que ataba mis manos y resoplé por lo bajo.

—¿Piensas quitarme estas malditas cosas de mis muñecas?

Jongin sonrió observándome por el rabillo del ojo. Es insufrible. Le entregó unos billetes al tal Ravi y luego se despidieron de un fuerte apretón.

Rodé los ojos y fijé mi vista en la entrada del lujoso hotel. Los botones esperaban los equipajes ajenos a todo lo que sucedía a su al rededor. Mientras ellos caminaban frenéticos de un lado hacia otro, podía divisar tras las grandes puertas de vidrio como la recepcionista suspiraba al notar que su huésped llevaba un anillo consigo en su mano izquierda. En fin, creo que no soy el único desafortunado. Miré a ambos lados abatido y divisé una avenida a pocos metros de mí. Si tan solo mantengo mi frente en alto... y corro hasta allí, perderé fácilmente a Jongin de mi vista. Observé mis pies atados con hilo y cogí valentía. Tú puedes hacerlo Kyung, esos hilos atados a tus pies no te impedirán correr... a quién le miento, solo provocarán irme de nariz directo al suelo. Suspiré sin notarlo e ignoré la sensación de que mi plan corría el noventa y nueve por ciento de ser fallido. Agudicé mis sentidos y me preparé para correr la mejor maratón de mi vida, cuando una mano toca la parte baja de mi espalda y el hormigueo se expande hasta mi cuello.

— ¿Creías que podrías escapar?

Entorné los ojos mientras Jongin se agachaba y cortaba el hilo que unía mis pies de forma arrogante y mordaz. Se levantó mostrando su perfecta sonrisa, evidentemente divertido con mi situación y me miró a los ojos.

— Te has comportado muy bien nene, ahora entrarás por esa puerta y no te irás hasta que termine contigo.

Tomó mi cintura y me dirigió hacia el hotel pero me detuve en seco provocando un ruido extraño con mis zapatillas.

—¿Pues y si me rehúso, qué? —espeté. Sonrió ante mi pregunta y acortó la poca distancia que existía entre nuestros cuerpos impregnando mis fosas nasales con su ridículo olor.

Paso sus dedos sobre mi cabello y acarició mi rostro— En tal caso, se me ocurren mil maneras de obligarte a hacerlo. ¿Te gustaría ponerme a prueba, amor?

Su astuta elección de palabras me dejó helado. Susurré un no por lo bajo y caminé hacia el hotel disimulando mi maldita debilidad ante la cercanía de Jongin.

Tonto...tonto...¡tonto! me dije a mi mismo. Antes de cruzar la puerta sentí como sus manos sostenían el agarre de mis muñecas que se encontraban tras mi espalda. Aún no puedo creer que el tal Ravi haya accedido a ceder su corbata para que Jongin me atara las manos. Malditos patanes. Caminó junto a mí, intentado intimidarme con su cercanía pero lo ignoré y me aparté de su lado.

Me dirigí directo a las escaleras siendo consciente de que no sabía donde rayos se ubicaba la habitación de Jongin pero en ese preciso instante solo deseaba que Jongin mantuviera los límites permitidos, y eso significa mantenerse lejos de mí. Estaba por lograr mi glorioso plan de evasión cuando grita mi nombre desde el ascensor. Maldije por lo bajo y me acerqué a él fulminándolo con la mirada. Una vez que estuve dentro oí como una canción de ópera sonaba mostrando las dulces notas de un piano acompañadas de la melódica voz de un desconocido. Las puertas del ascensor se cerraron, Jongin presionó un botón indicando el noveno piso para luego volver a su lugar con la misma arrogancia que lo caracterizaba. El fino roce de sus dedos tocarondo mi clavícula  desnuda fue suficiente como para que mil sensaciones invadieran mi organismo.

Me aparté de él por inercia, acercándome lo más posible al otro extremo del ascensor. Jongin me imitó y permanecimos así por al menos un minuto y el maldito ascensor aún no llegaba a su destino. Exhale una bocanada de aire y cerré mis ojos deseando que en cualquier momento acabara mi tortura, pero el suelo se removió y mi cuerpo tembló. Abrí mis ojos atemorizado y observé como los dedos de Jongin se encontraban sobre el botón de emergencias. Su espalda lucía tensa, sus manos también. Lentamente giró su cabeza y sus ojos se encontraron con los míos. Fríos, inexpresivos, con una intensidad que aturdía por completo mi razón. Tenía frente a mí a la única persona capaz de romperme y reconstruirme en un par de segundos, tenía frente a mí a mi odioso vecino, y lo peor...es que no sé con exactitud qué es lo que planea hacer.

¡EL IDIOTA! - KAISOO (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora