.5.

25 3 6
                                    

El día del funeral hace sol. Me pregunto si el tío del chico está contento ya que cuando mi madre murió, el clima encajaba con mi estado de ánimo. Hay más gente que el día del entierro de mi madre pero ninguno parece especialmente afectado. Todos están con la cabeza gacha, como si eso demostrase todo, como si solo con eso fuese suficiente para complacer al que ha sufrido la pérdida. Así que yo miro al frente todo el rato, intentando encontrar al jefe de mi madre, al tío del chico muerto. Y lo encuentro. Ese verde otra vez. Mi corazón da un vuelco al pensar en el chico de hace un mes, al que no he vuelto a ver. La única otra persona, aparte de mis padres, que me ha tocado. O que yo he tocado.

Sin embargo, unas arrugas rodean ahora estos ojos que, me doy cuenta, están rojos e hinchados de tanto llorar.

De algún modo, sé que es el jefe de mi madre y me doy cuenta de que sí conozco a su sobrino. Aunque haya sido solo durante un día. Pienso en el día siguiente a cuando le conocí, cómo me había dolido la cabeza. Me pregunto si ese dolor había sido causado por la presión de todo lo que había ocurrido o si, en realidad, se trató de un dolor de cabeza. Un dolor de cabeza que lo cambiaba todo. Un dolor de cabeza que podría ser casual o uno de los letales.

Recuerdo que fue él quien alargó el brazo para tocarme y no puedo evitar culparle, preguntándome si por entonces él ya sabía que estaba enfermo.

Las paredes empiezan a cerrarse a mis lados, aprisionándome, como pronto haría la enfermedad. Porque estoy enferma, tengo que estarlo. Todo parece empezar a dar vueltas. Y entonces un ancla que me sujeta a la realidad.

-¿Estás bien?

Veo a mi padre hacer un ademán de cogerme la mano y aunque sé que nunca llegaría a tocarme, yo me aparto, temiendo por él. Lágrimas empiezan a formarse en mis ojos, sin que yo pueda evitarlo. Intento tranquilizarme pensando que tal vez tuve suerte, que tal vez no estoy contagiada. Que tal vez soy la excepción que confirma la regla. Pero ni siquiera eso funciona cuando todo se vuelve negro, la oscuridad rodeándome.

No queda ninguna duda cuando me despierto gritando en una cama que no es la mía, en una habitación que no es la mía. Ya nada sirve cuando me doy cuenta de que estoy atada a una camilla del hospital.

《FIN》

Un futuro oscuroTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon