.4.

16 4 0
                                    

Estamos comiendo. Oigo voces a mi alrededor, como si yo estuviese metida en un tubo y ellos en el exterior. Distingo mi nombre entre todas las palabras que no entiendo ni me apetece entender. Siento esa presión en mi cabeza, como si la estuviesen aplastando o, por el contrario, estirándola hasta darla de sí. No puedo dejar de ver a mi madre en la silla que está a mi derecha a pesar de que ahora está ocupada por una vecina nuestra.

La silla hace un ruido horrible sobre el suelo cuando la arrastro hacia atrás para levantarme. Las voces dejan de oírse y veo cómo todos fijan su mirada en mí, preguntando sin querer preguntar.

-Voy a mi habitación.

Mi padre no protesta, supongo que porque él está sintiendo lo mismo. Sin embargo, él tiene que mantener la fuerza, aunque sea solo por el día. La noche anterior le oí llorar desde el otro lado del pasillo, en la que era la habitación de mi madre. La habitación había sido vaciada y limpiada por los médicos del hospital en el que mi madre pasó sus últimos días. Sus cosas fueron quemadas sin siquiera darnos la oportunidad de quedarnos un mísero collar o pendiente. De ella sólo nos quedan sus fotos.

La cama parece dura debajo de mi cuerpo y las sábanas demasiado gruesas, agobiándome. No consigo conciliar el sueño, pensando en la cara de sufrimiento de mi madre durante la última etapa de la enfermedad. Me siento tremendamente cansada, cansada de aguantarme las ganas de gritar, de correr, de llorar. No sé cuándo me quedo dormida pero, cuando vuelvo a abrir los ojos, es de día.

《》

Después de una semana todo parece haber vuelto a la normalidad, por lo menos durante el día. En el instituto todos me dan el pésame y los que no me conocen lo suficiente hacen lo propio con miradas de lástima. Después del primer día, lo que ha pasado parece calar en todos: esas miradas de pena se convierten en miradas de asco y en espacios a mi alrededor, donde nadie quiere estar. Siempre tenemos que andar a una distancia prudencial del resto pero ahora ese vacío es más grande. Ahora yo soy la hija de una infectada.

Cuando hace un mes de la muerte de mi madre, mi padre me cuenta que el sobrino del jefe de mi madre ha muerto a causa de la enfermedad. Le miro durante unos segundos y articulo un "qué pena" porque realmente no tengo nada que ver con ese chico. Ni con el jefe. Pero como al parecer ellos fueron al funeral de mi madre, nosotros tenemos que ir al de su sobrino. Como si no tuviésemos suficiente con un entierro al mes.

Un futuro oscuroWhere stories live. Discover now