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Supongo que al final dieron igual todas esas precauciones, hemos acabado delante de una tumba de todas formas.

Siento todo a mi alrededor estúpidamente en armonía con mi interior: llueve, el suelo está embarrado, la gente intenta acallar sus lloros, todos con las manos extendidas a los lados, sin poder tocar a nadie.

Mi hermana de diez años está a mi lado, a unos centímetros, sorprendentemente callada. Parece la única que acepta lo que ha ocurrido o tal vez lo que pasa es que es la que menos tiempo pasó con mi madre. Por lo que yo sé, mientras mi hermana estaba en el hospital los años después de nacer, hizo algún amigo y una de las enfermeras cuidaba mucho de ella, tanto que todavía se ven una vez al mes. Eso le dolía tanto a mi madre...pensar que mi hermana tenía otra madre, una que la había visto crecer. Algo que ella ya nunca haría.

Mi padre está en frente de mí, con la cabeza gacha. Yo le miró fijamente, con la esperanza de que lo note y, no sé, me sonría o...me abrace. Pero supongo que cuando no puedes hacer contacto con nadie se abren brechas entre las personas. Ya nadie parece entender a nadie y, a la vez, todos parecemos sentir la pena de todos.

Pero mi padre no siente mi mirada y yo solo puedo dar un paso atrás, huyendo de esta sensación que me dice que estamos haciendo todo mal, que a pesar de las precauciones vamos a seguir cayendo. Como si esto no fuese más que un castigo.

Me gustaría poder ir a mi casa en este momento, pero es imposible,  estamos muy lejos. Siento la lluvia caer por mi cuello, colándose por mi camiseta como si no llevase nada puesto. Las zapatillas se me manchan de barro e instantáneamente se limpian con la lluvia; veo ese proceso una y otra vez, mirando al suelo todo el rato, como si me supiese de memoria el camino que estoy siguiendo cuando, en realidad, es la primera vez que lo recorro. Siento como si todo fuese la primera vez: como si nunca hubiese sentido la lluvia, o nunca hubiese andado o sentido mi pelo haciéndome cosquillas en el cuello.

Aparecen unos pies en mi campo de visión. Por un momento intento seguir mi camino pero cuando me muevo, esos pies también lo hacen, como si fuesen un espejo. Pero esos pies son más grandes y los zapatos mucho más feos de lo que yo llevo o llevaría nunca.

Un futuro oscuroWhere stories live. Discover now