Capítulo 8

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Desperté muy temprano en la mañana, con más energía que de costumbre. Entré en la ducha y me di un baño rápido, al salir me envolví en una suave toalla y me dirigí hacia mi armario, tome un short de jean y una blusa sin mangas azul; recogí mi cabello en una coleta, cepillé mis dientes, me miré en el espejo para cerciorarme de que todo estuviera en orden.
Subí a mi auto, encendí la radio y subí el volumen de la música a tope. Me sentía increíblemente emocionada, aunque los nervios me carcomieran a la vez. En el camino decidí hacer una parada para comprar un café, ya que aún me quedaba tiempo para llegar a la universidad.
Luego de dicha parada, llegué a la universidad. Me encontré con Lara en el la entrada de la escuela, decidimos caminar un poco alrededor del patio mientras hablábamos de cualquier trivialidad. Nos despedimos puesto que la primera clase estaba a punto de comenzar, cada una entró en su respectiva aula; mi primera clase fue literatura, como odiaba esa clase, además de ser aburridísima, los sermones de la profesora parecían interminables, palabra tras palabra cada una más aburrida que la anterior, hemos de admitir que al menos la señora de aproximadamente 40 años de edad tenía muy buen manejo de los temas, aunque eso no hacía de su clase una actividad más interesante.
Las clases pasaron y el receso llegó, me senté con Lara en una banca en una esquina del patio; mientras hablábamos no podía dejar de pensar en donde podría estar Chris ya que no lo había visto en todo el día y necesitaba hablar con el. El receso terminó, regresamos a nuestras aulas y el resto de clases transcurrieron tranquilamente, hasta que recibí una llamada de papá, lo cual me pareció sumamente extraño e hizo que me preocupase un poco, puesto que casi nunca me llamaba y mucho menos sabiendo que podría interrumpir mi horario escolar. Saqué el móvil de mi bolsillo trasero y conteste con temor de lo que podría escuchar.
- Hola amor-. Dijo con su característica voz.
- Hola, ¿A que se debe tu llamada a esta hora? ¿Pasa algo?-. Dije nerviosa.
- No, para nada, solo quería decirte que se presentó una situación en la oficina por lo que tendré que salir de viaje un par de semanas hasta que pueda solucionarlo, les deje algo de dinero sobre la mesa y por favor avísale a tu hermana-.
- Ok, cuídate, te quiero-.
Al finalizar la llamada volví a sentirme tranquila al saber que no había sucedido nada por lo que debería preocuparme.
El timbre que anunciaba el final de la última clase sonó, obligándome a levantarme de mi asiento, tomar mis cosas y abandonar el salón.
De camino hacia mi auto, pude divisar a lo lejos la silueta de una persona, la cual había plagado mis pensamientos hace ya un par de horas atrás. Chris. Al verlo pude sentir una especie de corriente eléctrica que recorría desde mi nuca hasta la espalda baja, misma provocó que mis músculos se tensaran y los vellos de mis brazos se erizaran.
Caminé directamente hacía él con paso firme, quedando justo delante de él. Unas inmensas ganas de rodearlo con mis brazos se apoderó de mi cuerpo, consiguiendo que mis impulsos controlaran por mucho a mi razón. Y así lo hice, rodeé su cintura con mis brazos, esperando que éste correspondiera a mi abrazo, sin embargo mis esperanzas se agotaron cuando después de un tiempo éste continuaba sin siquiera inmutarse de mi presencia, seguía con la mirada clavada en la nada y poseía una postura rígida, indiferente hacía mi contacto.
                           Chris Cerulli: 2
           Estabilidad mental de Astrid: 0

When Love Met DestructionWhere stories live. Discover now