Capítulo 49: "A Snow Day."

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—Los primeros, y yo también. Tardabas mucho en despertar, cariño.
—Río y asentí sonriendo.
—Lara me contó. Eres una madre ejemplar. —Dijo sonriendo antes de besarme la mejilla. —Muy bien. Tu, tu y tu. A la bañera. —Dijo señalando las mellizas y Mickey. —Viste Kai y ayuda Liam, mientras porfavor. —Sonrió y asentí al verla desaparecer con los tres más pequeños de la casa.

—Bien, vamos a vestirnos para un gran día. —Sonreí ilusionada.

—¡Si! —Gritó Kai.

—Mamá, yo ya estoy, ¿puedo salir un ratito mientras os preparáis?
—Preguntó Liam y asentí.

—Vale pero nada de irte muy lejos.

—Vale.

Cogí Kai en brazos quién aún tenía su pelo rubio mojado del baño que le había dado Camila y lo lleve a la habitación dónde saqué su bolso para coger su ropa. Un chandal, una camiseta de color rojo unido. Le saqué su ropa para esquiar y lo vestí sin tardarme.

—Botas y gorro. —Añadí saliendo del cuarto. —Listo. —Sonreí.

—¿Puedo ir con Liam? —Preguntó y asentí besando su cabecita.

Salió corriendo fuera hasta su hermano mayor mientras Camila y tres niños mojados bajos treinta toallas salían del baño y se dirigían al cuarto.

—¿Te has duchado con ellos?
—Pregunté al ver su pelo mojado y una simple toalla para cubrir su cuerpo, y ella asintió.

—Estaba igual de mojada así que al menos aproveché en echarme gel y shampoo. —Dijo riendo.

Terminamos de vestir los tres monstruos en poco tiempo y salieron junto a sus hermanos mientras Camila se vestía y recogía un poco la cabaña, y yo me duchaba y alistaba. Eran cerca de las doce menos veinte cuando estuvimos todos en el coche camino a la estación de esquí. Tardamos un poco más ya que decidimos dejar ya la cabaña libre y meter todas nuestras pertenencias en el coche. Porque está noche daría mi último concierto en París antes de volver a casa con mi familia.

Llegamos en nada de tiempo y un entrenador personal se acercó a nosotras al ver el grupito que eramos. Por cinco euros la hora, les enseñaba a todos nuestros moquitos como esquiar, aceptamos al instante.

Liam aprendió más rápido de lo normal, como todo lo que hacia en realidad. Es un niño muy inteligente a lo alto de sus nueve años. Kai y Lia se sujetaban el uno al otro riendo cada vez que se encontraban en el suelo. Mickey no soltaba Lara ni un solo segundo, y ella como buena hermana mayor lo ayudaba en todo momento. Camila esquiaba como si fuera dueña de toda la nieve a su alrededor, se deslizaba con suavidad.. Era hermoso verla esquiar.

Yo al contrario, mas que esquiar, patinaba. No era mi dominio.

—Hola guapa, ¿necesitas ayuda?
—Pregunto un alto rubio con una amplia sonrisa al verme tirada en el suelo.

—No estaría mal. —Sonreí.

Y amablemente me tendió su mano para levantarme, en menos de un minuto Camila estaría aqui defendiendo lo que es suyo, y por fin podría dedicarme algo de su tiempo. Es un plan algo cruel, pero eficaz.

—¿Quieres algo mas? —Pregunto la morena de mis ojos, con un tono que dejo el hombre confuso.

—Solo estaba ayudando tu amiga.

—¿Mi amiga?

—O prima, no se.

—¿Tu a tus amigas y a tus primas les comes la boca? —Pregunto levantando una ceja, y reí en silencio a su lado.

—Oh, yo..yo no..

—Ya. —Contesto Camila.

—¿Ya estas contenta? —Pregunte sonriendo.

—Nah, hay muchos tíos por aqui.. Y tu hasta debajo de ese traje eres demasiado sexy. —Dijo bajando su mirada por todo mi cuerpo.

—¿Tu crees?

—No creo, afirmo. Recuerda que tengo un máster entre tus piernas.
—Dijo sonriendo.

—¿No quieres algo más que un máster?

—No hay nada mas alto.

—Nunca se sabe, podrías intentar.
—Dije levantando una ceja y via una amplia sonrisa dibujarse entre sus labios.

—Niños, mamis vuelven enseguida.
—Dijo en alto antes de coger mi madre y esquiar hasta la estación.

—Camila, era broma.. No hay lugar.
—Dije nerviosa, ella era capaz de todo.

—Amor, cuando te haga lo que te voy ha hacer, no sabrás ni en que día vives. —A ese instante dos hombres voltearon sorprendidos por la frase que había soltado Camila, pero ella.. Ni se inmutó.

La vi acercarse a la recepcionista e intercambiar unas frases antes de tomar mi mano, sonreírme, y entrar por una puerta.

—¿Un baño? —Pregunté. —Puede entrar cualquiera en cualquier momento de..

—Dios.. Eso sube aún más la adrenalina.

—No, Camz, no y no. Somos madres. De cinco niños. ¿Que pensaría la gente de lo que enseñamos a nuestros hijos?

—Lauren.. ¿Ya te he dicho lo perfecta que llegas a ser para mi? Si cuento las veces que he estado pegada a tu cuerpo.. Juro por dios que esas no me bastan. Te necesitó.. Tú, tu cuerpo, tu voz, tu mente.. Me enciendes.

—Camila.. —Suspire antes de cerrar los ojos al sentir sus labios rozar mi cuello con pasión.

—Quiero que está vez, toques el cielo en un suspiro. —Dijo antes de arrastrarme hasta la pared impidiéndome salir.

Bloqueó su cuerpo ardiente contra el mío, y estuvo unos segundos a tan solo milímetros de mis labios, era su manera de torturarme, y dios, que bien lo hacía. Sonrió de lado antes de posar sus labios sobre los míos con fuerza, moviendolos con rapidez. Succionó mi labio inferior haciéndome soltar un pequeño gemido antes de adentrar su lengua y bailar junto a la mía. Mi respiración era cada vez más profunda, la suya cada vez más rápida. Y cuando menos lo espere, cogio mis muslos entre sus manos y me alzo sobre el lavabo a su derecha. Mis piernas abierta, ella sonrió antes de morder mi cuello con suavidad y bajar su mano hacia mi parte más íntima y adentrar en ella dos de sus dedos. Moviéndolos con rapidez, haciéndome gemir de placer.

—Cam.. Camila.. —Gemi. —¡Camila!
—Grité sintiendo el tercer dedos unirse a los movimientos de los demás.

—Shh.. —Río por lo bajo.

Subió sus labios hacia los míos antes de ahogar mi orgasmo en un beso. A penas sentí sus dientes apretando mi lengua de la respiración agitada y el placer que me había dejado. Escuche la puerta abrirse y una mujer se adentró por lo cual me baje enseguida del lavabo mientras Camila reía en voz baja y yo avergonzada me lavaba las manos, la mujer nos miro el ceño fruncido pero no dijo nada. Salimos del baño después de unos minutos y regresamos a la pista de esquí.

—Y a cinco bajo cero sigue estorbando la ropa. —Murmuró Camila antes de reír haciéndome sonrojar aún más de lo que ya estaba.

—Mami, estás roja. —Comentó Kai y suspire.

—Si ese efecto tiene tu madre en mi.
—Suspire escuchando Camila reír tras mi.


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