N E U T R A L

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Quiero escribir mi historia de nuevo -Suspire -trazar de nuevo cada línea y demostrarle al mundo que es lo que de verdad tengo para dar... -Las letras relucían en mis ojos. Cada tecla que escribía en mi teclado movía cada parte de mi ser, porque al escribir sentía que en realidad era yo, no tenía la necesidad de ocultarlo y ocultar mis sentimientos y ansiedades.
-Podía sentir el frío de aquel triste lugar cada vez que el recuerdo llegaba a mi mente. -Proseguí -estuve tan solo un pequeño pero considerable tiempo en un lugar que, aunque esperanzadores para muchos,  tristes y vacíos para quienes deben habitarlo. Un lugar en el que todos intentan entenderse uno al otro como una vía fácil para entenderse a sí mismo, una pérdida de tiempo o una ganancia de vida, un lugar donde los suspiros son sueños y las lágrimas son una bienvenida. Un lugar al cual, yo jamás pensé entrar, pero ya saben la vida da muchas vueltas y a veces pensamos que somos las personas más fuertes del mundo y somos las más débiles, las más frágiles y las más vulnerables.
Aún recuerdo la mirada de mis padres, ellos no entendían que sucedía, ¿Su hija en un centro de rehabilitación para depresión y desórdenes alimenticios? Puedo escucharlos murmurar en su mente por qué ellos, en que se habrán equivocado... si ellos me dieron todo lo que a mí se me ocurría y solo se burlaron de mi peso unas cuantas veces mientras crecía. Sin embargo, aunque fueron 2 meses largos y duros, mis padres no pueden dejarme abandonar mis estudios así que, con la desaprobación médica y la aceptación de la responsabilidad de una posible recaída, mis padres decidieron y/u optaron porque lo mejor para mí era ir al colegio, educarme. Porque por supuesto, no importa que tan mal estés mentalmente si tienes un diploma y algo de dinero.
¿Cómo me siento al respecto?  Podría escribir millones de sentimientos, relatarte segundo a segundo de mis tan acertados y extraños sentimientos, sin embargo solo diré que pienso que es una oportunidad, la oportunidad más grande de mi vida y no la desaprovechare. Por supuesto, agrego, tengo nervios, estar en un colegio no es fácil, así lo parezca. La vida en general no es fácil. Pero el colegio es básicamente una jerarquía y las discriminaciones y la importancia de la belleza física es tan solo la superficie de algo más profundo y horrible que delata nuestra naturaleza humana: violenta y egocéntrica.
Supongo que lo importante aquí es sentirme bien al respecto, y lo único que me alivia es que entrare a un lugar nuevo, conoceré nuevas personas e intentaré ser una mejor versión de lo que fui y ser totalmente distinta a la persona en la que me he convertido. Al menos aparentarlo. Supongo.

-¿Ya estas lista? –Una mujer de 40 y tantos entró por la puerta de mi habitación, mientras yo arreglaba un poco mi mochila.
-Eso creo –pronuncie con pereza, dejando escapar el último suspiro mental que al parecer solo yo escuchaba. Sin embargo sonreí y levante mi cabeza, observe a la señora que era mi madre, ella se limitó a regalarme una de sus famosas sonrisas lastimeras. Apreté mi mandíbula y agache mi visión a mi mochila nuevamente intentado esconder la ansiedad que esa sonrisa me provocaba.
-Es una nueva escuela, no te preocupes. -Vi su cuerpo acercándose a mí y su mano agarro mi mochila y como reacción involuntaria mi corazón se aceleró un poco. Culpó a la paranoia, sin embargo respire y la observe alejarse por la puerta, luego, la escuche bajar las escaleras y adentrarse en el auto donde mi padre y mi hermano esperaban, sentí un repentino alivio por todo el cuerpo. Logre ser valiente y salir de mi habitación. Recordé el espejo ubicado al lado de la puerta de mi habitación. Sentí un impulso innato de verme en el espejo y así lo hice, me observe unos minutos y luego me deshice de mi imagen mental. Sentí un vacío horrible y recordé la razón por la cual mis padres colocaron cobijas sobre los espejos, cuál vil película de los otros.  Dos meses sin espejo y aprendes muchas cosas, sin embargo si un ciego puede volver a  Ver no va a volver a caminar con los ojos cerrados.
Papá grito desde el carro mi nombre y ahí baje las escaleras con algo de rapidez, observe a mi padre y salí corriendo, corrí por la acera hasta llegar lejos de allí, me adentré en un bosque y jamás volví a salir de ese lugar, corrí tan lejos que podía sentirme lejos de mi hogar y de las presiones constantes, pude escuchar a los pájaros con libertad y pude sentirme libre de las ataduras humanas por primera vez, pude sentir el agua cristalina de un lago que me recordaba mejores tiempos y bañaba mi cuerpo y rostro con amor y ternura, pude sentir la calidez del auto de mi padre al arrancar... ya que aquella imagen tan solo era un sueño. 
-He escuchado que esta escuela tiene las mejores instalaciones del país. -Mamá rompió el incómodo silencio que había en el auto. Sinceramente odiaba que adulará la escuela donde iba a estudiar, siempre me sonó falso porque por más que ella lo intentara, lo de ella no era ser una buena madre, al menos conmigo. Sin embargo en este momento tenía otros problemas, una agenda típica de una persona que va a entrar a un entorno nuevo: no ser la pieza extraña del rompecabezas. 
Sentí el carro detenerse lentamente y escuche entrar por mis oídos el sonido de las voces que provenían del edificio de ladrillos. Afuera había tanto movimiento que podía sentir como mi ansiedad me provocaba mareo y estrés.
Papá detuvo el auto, pronunció unas palabras incomprensibles a mis oídos porque el sentimiento en mi estómago era insoportable y aturdía mis sentidos. Observe la sonrisa de papá y logre sonreír de vuelta. Escuche la voz de mi padre de fondo pero la voz de la ansiedad había agarrado un micrófono en mi mente y cada vez se hacía más fuerte, era una relación directamente proporcional entre más gente veía más mal me sentía. Mi corazón latía tan rápido que literalmente sentí un dolor en el pecho. Sentí que me daba un ataque de pánico y me obligue a respirar y evitar a toda costa que se me inflamaran las costillas. "¡No!" Repetía mi mente. "¡esta vez será distinto!" 
Toque el suelo con mi zapato, y por un momento comprendí que cualquier cosa que hiciera tanto fuera como dentro de mi mente el día de hoy, determinaría el resto de mi vida. Así era, era como una especie de infiltrado en un campamento enemigo. Me impulsé a mí misma y una gota de motivación me hizo traspasar la puerta. El ruido llego a mis oídos, me detuve un momento a observar a todos lados y me sentí en paz de no ver a nadie observándome. Era invisible, es increíble que para mí eso sea un logro.
Observe mi horario impreso de mala gana por la secretaria del lugar. Me dirigí al salón y observe como todos los puestos estaban llenos, me limité a sentarme al frente ya que era el único lugar vacío y pude escuchar la frivolidad de la soledad hablándome en la nuca. Después de un rato de escuchar acerca de las temáticas de la clase un muchacho con el cabello desordenado entro en la clase, entro a las espaldas del profesor y pude comprender que se trataba del payaso de la clase, el profesor, como si tuviera ojos en la nuca interrumpió su acto.
-¿A donde cree que va Trespalacios? -El chico se volteó. Era delgado, tan delgado que sus cachetes se introducían dentro de su boca, su piel era blanca y sus ojos verdes relucían. Su cabello marrón estaba despeinado y una sonrisa apareció en su boca.
-A sentarme. -respondió. -A caso es un delito.
-No sé quién le dio derecho a entrar.
-Este horario. -Levanto un papel. –Y el dinero que mi papá pasa mensualmente.
-El horario dice una hora exacta en la que debe estar aquí, por si no sabe leer.
-Sé leer muy bien eh, pero... -Apretó los labios y entrecerró los ojos como si intentara recordar algo, agarro su mandíbula con la mano y empezó a murmurar. –Sabe, por más que lo intento no encontré nada que dijera cómo sobrevivir a un profesor mediocre como usted.
-Trespalacios sintiese y cállese. –El chico se sentó en uno de los últimos puestos que al parecer tenía guardado.
-Yo pensé que en esta clase la participación es importante, hoy quería compartir mi experiencia sobreviviendo a un profesor fascista durante dos semestres.
-Debería darle vergüenza aceptar en voz alta que ha repetido está clase varias veces. –el profesor replico y unas risas de burla se escucharon de fondo.
A parte de los chistes de aquel chico, mi día había sido, en suma, el peor día de mi vida. Supongo, o al menos me quiero obligar a creer, que todos al final del primer día de escuela nos sentimos agobiados y con una sensación de ser idiotas. Al menos quiero pensar que ser ignorada es algo positivo aun cuando mi mente solo repite en voz alta que soy más que una sombra.

N E U T R A LWhere stories live. Discover now