06.

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[Justin, 16 años de edad]

Stiles se había ido de vacaciones con su tía, la que vive en New York, no en Dallas. La última semana de clases fue muy larga, no sólo porque tenía que usar mi gorro y asegurarme de que los maestros no me atraparan en el pasillo por traerlo puesto, mi flequillo seguía mocho. No podía dejar de pensar en él y su ausencia me deprimía. Nadie cantaba Oasis cuando llegaba a mi casillero.

Echaba de menos sus muecas, hasta extrañaba a su mamá, ahora los viernes eran muy aburridos.

Un martes por la mañana bajé a desayunar, mi mamá estaba al teléfono y sonría ampliamente. La ignoré y entré a la cocina y abrí alacena tras alacena, no encontré nada listo para comer, y me daba pereza preparar algo.

Metí la mano debajo de mi camisa y rascándome la panza, salí de la cocina.

—Maaa, tengo hambre. —Me senté frente a ella en la mesa, mi mamá levantó su dedo índice, indicándome que esperará.

Viré mis ojos. Quería pancakes, tenía como dos semanas que no me preparaba unos.

—... ¿Y cómo está Stiles?

Levanté el mentón y miré a mamá, ansioso por saber sobre Stiles.

—Te entiendo, yo no podría dejar a Justin con mi hermana, lo extrañaría mucho... ¿Tanto tiempo quiere quedarse? Y veo, haha, sí. New York lo dejó perplejo.

¿QUEDARSE EN NEW YORK?

—Mamá —la llamé, ella me torció la boca y me dio una mirada de muerte, después mágicamente su semblante cambió y siguió hablando alegremente con la mamá de Stiles—. MAMÁ —grité—, dile que me pase a Stiles.

Mi mamá me miró furiosa y suspiró.

—Que Justin quiere hablar con Stiles —dijo mi mamá—. Ah vale. —me miró—, que salió con sus primos.

Gruñí y me levanté, decidido a tragarme un maldito cereal, ya no tenía tanta hambre.

{•••}

Chris había preparado una fiesta en su casa, una grande.

Me sentía mal, había estado bebiendo mucho, y yo nunca tomaba. Me sentía feliz y caliente. Tenía a Angela, la nueva chica linda, pegada a la pared. Estaba besándola a más no poder, dejaba saliva en sus labios, y mis manos estaban apretando su trasero. Mi erección chocaba contra su vestido floreado. Nuestras lenguas luchaban por territorio, y mis manos se deslizaban debajo de su falda.

Estaba decidido a perder la virginidad esta noche, era la chica más hermosa que jamás había visto, y tenía el cuerpo más deseado. Mis manos pellizcaron sus nalgas, ya estaban debajo de su vestido. Ella se separó por aire, pero volví a besarla enseguida. Me empujó por el pecho y se rió nerviosa.

—No puedo respirar muy bien, espera.

—Quiero ir arriba —confesé—. Chris me deja su habitación...

—No estoy segura. —Suspiró.

—No haré nada que no quieras. —Dije, no muy seguro.

Stiles. © [1 y 2 temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora