Capítulo 1: Nuestro amor

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Antes que nada quiero decir que esta historia es una regalo para la hermosa abbitta que se tomó el tiempo de leer y comentar en mi fanfic "Nada es eterno". Gracias por todo, espero te guste esta historia y cumpla tus expectativas. Este es sólo el primer capítulo, iré subiendo poco a poco los demás y a más tardar el 20 de enero tendrás el final. Saludos y nos leemos.


Disclaimer: Los personajes como la historia original en la que se basa este fic pertenecen a la escritora Richelle Mead. Cualquier parecido con la realidad tal vez sea coincidencia.



POV Dimitri

Los últimos rayos del sol se filtraban por la ventana, iluminando la hermosa tez de mi Roza, tan bella en todos los aspectos. Entre más la miraba, menos comprendía cómo alguien tan demoledoramente perfecta como ella podía estar enamorada de mí. Comencé a acariciar cada trozo de piel expuesta que encontraba, con extremo cuidado de no despertarla. La calidez y suavidad bajo mi tacto me hacían estremecer.

Habían pasado tres días desde el ataque strigoi a la academia. Logramos rescatar a todos los que se habían llevado y volver sanos y salvos. Desde ese momento no había podido pasar más de dos horas lejos de ella y cuando estábamos juntos era completamente incapaz de evitar ceder ante mis más bajos instintos. Necesitaba tocarla, saborearla, convencerme de que estaba ahí a mi lado y de que era mía y de nadie más.

Poco me importaban las reglas, según las cuales lo que hacíamos estaba mal. Ella era mi alumna, además de menor de edad pero me daba lo mismo. Antes estuve dispuesto a luchar contra mí mismo, a convencerme de que lo mejor para ambos era estar lejos, a poner mi deber antes que mis sentimientos pero debí saber que sería inútil. Esta preciosa joven me había esclavizado desde el momento en que cayó en mis brazos por primera vez.

Cuando la vi por primera vez supe que cambiaría mi vida, cuando nos besamos bajo la influencia del collar hechizado de Dashkov me convencí de que el amor que tenía por ella era correspondido, cuando casi la pierdo por culpa de la oscuridad que absorbe de Lissa lo único en lo que era capaz de pensar era en que daría lo que fuera, sacrificaría a quien fuera necesario porque ella estuviera bien y cuando los strigoi entraron a la academia sólo una cosa era segura, si ella moría yo moriría junto a ella.

Por fortuna no hizo falta, demostró una vez más por qué es la dhampir más letal que conozco. Nos salvó a todos e hizo otra cosa más importante que eso. Me hizo darme cuenta que no puedo seguir viviendo sin ella a mi lado. La vida es demasiado corta e impredecible, doblemente peligrosa si te dedicas a lo que nosotros nos dedicamos, ¿por qué malgastar el tiempo en tonterías como protocolos y anticuadas reglas que no entienden el amor?

Vi el rostro de Roza, sereno, precioso, sonriente. ¿Sonriente? Me di cuenta que estaba despierta pero no quería que la descubriera, al parecer estaba disfrutando de mis caricias. Decidí averiguar cuánto aguantaría sin reaccionar. Delineé toda su figura con las puntas de mis dedos. Sus párpados, su nariz, sus carnosos labios, su barbilla, su delicado cuello. Deposité un ligerísimo beso en su clavícula y mis dedos continuaron su camino por sus brazos donde me aseguré que mis uñas apenas si rozaran. La sentí estremecerse aunque seguía sin abrir los ojos ni emitir sonido alguno.

Hice a un lado la sábana que cubría nuestros cuerpos y me encontré con mi diosa en toda su infinita beldad. Acerqué mi rostro a su esternón, justo entre sus pechos, mis labios no lo tocaron pero mi aliento acarició su piel que se enchinó como reflejo. Mis dedos persiguieron la forma de sus senos apenas rozándola. Volví a observar su cara y me percaté de cómo mordía levemente sus labios, vi sus manos y las descubrí apretando el colchón. Sonreí con picardía y aproximé mi rostro, de nueva cuenta, a esos firmes y apetitosos pechos y mientras apretaba un poco el izquierdo con mi mano derecha, empecé a jugar con mi lengua con el pezón del derecho.

-¡Dimitri!-

Mi nombre salió de sus labios con un tono entre la excitación y la sorpresa, más como un gemido que como una palabra. Despegué mi rostro de su cuerpo y busqué sus labios que me recibieron con gran ardor, mi mano pellizco el pezón izquierdo de Rose y ella gimió dentro del beso. Sus manos se posaron en mi espalda y fueron bajando hasta que apretaron mi trasero. El calor que sentía subía cada vez más. Nuestras bocas se separaron para recobrar el aliento pero la mía buscó su lóbulo para morderlo sutilmente y luego su cuello donde se recreó por un rato.

A mi me encantaban los preámbulos pero Roza era, en ocasiones, bastante impaciente, esta mañana era una de esas ocasiones. Apoyó mi espalda contra la cama y se colocó a horcajadas sobre mí. Iba a volver a besarme pero unos golpes en la puerta seguidos de la voz de Alberta nos detuvieron.

-Belikov, tengo que ir a hacer una tarea que me encomendó Kirova. Necesito que me cubras.-

Rose y yo nos miramos, estábamos tan excitados que por un segundo estuvimos a punto de mandar al demonio todo y continuar con lo nuestro pero, una vez más, Alberta nos lo impidió.

-Belikov, debe ser ahora mismo.-

La frustración reemplazó a todo lo demás. Le murmuré un verdadero "lo siento" a Rose, vaya que lo sentía. Ella bajó de la cama para darme espacio y que pudiera ir a vestirme. Con voz realmente baja, para que Alberta no pudiera escucharla me dijo "la que debe sentirlo por ti, soy yo. Eso debe doler", bajé la vista al lugar de mi cuerpo donde había señalado y me percaté de lo que quería decir. Tenía un "gran" problema que no podría resolver en ese momento, sí que dolería en un par de minutos. Maldije a Alberta en mi mente, sobre todo porque no paró de insistir.

-¡Belikov! ¿Estás ahí?-

-Sí, ya voy.-

Hubiera permanecido en silencio pero eso no la haría marcharse sino que podría haber provocado que forzara la puerta y si nos encontraba en estas condiciones, todo se vendría abajo. Planeaba hacer pública mi relación con Roza pero ese no era el momento y, definitivamente, tampoco eran las condiciones adecuadas.

Me vestí tan rápido como pude. Le di un último beso a Rose y me dispuse a salir. Alberta estaba impaciente pero en cuanto me vio se tranquilizó. Nos fuimos caminando hasta el lugar donde empezaría mi guardia mientras Alberta me daba un montón de indicaciones que ya conocía pero antes de salir miré un momento mi habitación, dentro de ella estaba la mujer de mi vida, con la que ni en mis sueños más increíbles me había atrevido a soñar. Cuánto la amaba.

Mi vida. Todo lo que soy, todo lo que fui y todo lo que seré está consagrado a ella, a mi Roza. Nada ni nadie va a separarnos, no lo permitiré. Y si es necesario pelear, estoy preparado, soy el guardián Belikov, las llevo de ganar. Ella lo vale, nuestro amor lo vale.

Nuestro amor.Where stories live. Discover now