—Por supuesto que sí, esa era mi misión. ¿Cómo no querer ocultarte la verdad si sabía que solo te iba a lastimar? Todas las precauciones que tomé, todo mi plan se fue a la basura ahora que conoces la verdad. Fallé, y no puedo remediarlo —Lo decía con tanta convicción, que me hizo enfurecer.

—¡Ya basta! —exclamé, enojada —.Todo lo que hemos vivido, todo este tiempo... ¿para ti solo se trataba de una maldita misión? ¿Nuestro encuentro fue planeado? ¿Alguna cosa fue real para ti? Y nuestra amistad qué, ¿también fue una mentira?

—Claro que no —respondió, apresuradamente—. Eres mi mejor amiga, Ailyn, nuestra amistad siempre fue, y siempre será, real. Solo trataba de protegerte...

—¡¿De qué?! Qué es tan peligroso, dime. ¿De qué me escondías?

—¡No lo sé! Por eso quiero protegerte, porque no sé qué vaya a ocurrir. No eres parte de esta guerra, no perteneces a este mundo.

—¿Y tú sí perteneces a él? —Ella suspiró—. A ti quién te entiende, dices que soy la reencarnación de una diosa, y ahora que no pertenezco a este mundo.

—Por mí nunca te lo hubiera dicho, pero tu memoria empezó a recordar. Una parte de ti quería regresar, por eso empezaron las señales, porque aunque no lo creas a conciencia, quieres despertar como diosa. Traté de detenerte, créeme que hice muchas cosas para evitar que me vieras entrenar, pero no pude.

—Sí, sí, tu plan salió mal ¿verdad? —dije con sarcasmo. Me sentía traicionada; traicionada por mi mejor amiga. Ella no solo me había mentido toda mi vida, sino que no se lamentaba de ello.

—Tus sentimientos me lo impidieron —masculló.

Cerré el libro con fuerza, y lo tiré en la cama, a un lado de ella. Estaba enojada, y necesitaba un momento lejos de ella para ordenar mis ideas y aclarar mis pensamientos.

Salí de la habitación de Sara, y bajé las escaleras casi corriendo. Debía salir, debía regresar a la realidad.

—Ailyn, espera —llamó Sara, pisándome los talones.

—Dame tiempo. Necesito estar a solas y pensar —pedí, más calmada.

—Bien, pero recuerda que nuestra amistad es real, y que todo lo hice por ti.

Abrí la puerta principal, y para mi sorpresa, Sara no me detuvo.

Ya afuera, recordé que mi moto estaba en el centro comercial, y que no tenía forma de irme. Por lo que decidí caminar por la calle por un rato, luego llamaría a un taxi.

Mientras caminaba estuve pensando en todo lo que pasó, lo de mi «supuesto pasado» y lo del Olimpo

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Mientras caminaba estuve pensando en todo lo que pasó, lo de mi «supuesto pasado» y lo del Olimpo. Nunca me había sentido diferente, o poderosa, ni siquiera había jugado a las hadas cuando era niña. Me consideraba normal, como cualquier otro humano en la tierra. Pero ahora resultaba que no era humana.

Kamika: Dioses GuardianesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora