—¿Por qué estoy drogada? —preguntó la muchacha abriendo grandes los ojos ante aquella afirmación—. ¡Yo no consumo drogas! —exclamó.

—¡Ya haz lo que debes hacer! —gritó el muchacho impaciente.

—No voy a hacer nada, y menos si me gritas así —exclamó Frieda y luego se echó a reír. Mauricio entendió que la chica no cooperaría así que suspiró cansado.

—Mira, hagámosla fácil, agáchate un poco y déjame tomar una foto que parezca que lo estás haciendo, así no te molestarán. De verdad no quiero que tengas que pagar la prenda, eso no terminará nada bien.

—No sé qué dices —dijo Frieda negando con la cabeza.

—Solo déjame hacerlo y no te muevas —dijo Mauricio y la chica se encogió de hombros dejándose manipular por el muchacho hasta quedar en una posición que en vez de molestarle le pareció muy chistosa. Mauricio tomó la foto desde un ángulo superior para que pareciera lo que debía parecer, después de todo no veía correcto que le obligaran a beber más alcohol pues si algo sucedía, él sería el responsable.

Mucho más temprano esa misma noche, cuando Frieda llegó a la casa, el chico pensó que podría divertirse esa noche con ella, después de todo le tenía ganas desde hacía mucho tiempo y le había molestado la forma en que esa niñita tonta le había rechazado. Pero allí, esa noche, Frieda volvió a hacerlo, le rechazó burlándose de él y pidiéndole que no la molestara. Entonces, Mauricio decidió que un poquito de droga en una de sus bebidas haría la cuestión un poco más divertida para ambos, y él podría vengarse de ella. Así que con ayuda de una chica que le debía un favor, le sirvieron una bebida contaminada. Frieda la tomó y al rato la sustancia comenzó a hacer efecto. Marcia andaba distraída con Alan así que no se percató de la situación de su amiga, y Mauricio tomó ventaja del asunto intentando aprovecharse del momento.

Lastimosamente no pudo lograr ni siquiera un simple beso porque la chica parecía completamente ajena al mundo, por ello decidió llevarla a jugar aquello, sabía que era cuestión de tiempo para que alguno de los dos cayera en la verdad o reto, y cuando le tocó a ella, no supo qué decir, parecía que no estaba entendiendo lo que estaba sucediendo, así que fue él quien le dijo que respondiera reto, sabía que el objetivo de ese juego en aquellas circunstancias no eran las verdades, sino los retos y las obscenidades que los mandaban a hacer.

Ahora al menos tenía una foto con la cual redimirse ante sus amigos que se habían burlado de él, pues Frieda había sido la primera chica que se le había resistido o que le había dicho que no de una forma tan directa. Total, nadie tenía que saber que en verdad no había sucedido nada.

Frieda no supo cómo apareció en su habitación ni qué día era cuando regresó en sí, pero lo primero que vio al abrir los ojos fue a su madre sentada en la cabecera de su cama con un rostro que englobaba desde preocupación hasta enfado, la chica supo que había sucedido algo malo, aunque no lograba recordar qué.

—¡Te drogaste, Frieda! ¡Te drogaste! —gritó Carolina exasperada mientras se levantaba y caminaba nerviosa por la habitación.

—¿Qué? ¿Yo? —Frieda intentó incorporarse pero no pudo, su cuerpo no parecía responder a su mente y un montón de sensaciones la invadían haciéndola sentir incómoda.

—Quédate donde estás —amenazó su madre—. Tienes suerte de estar bien, Marcia te halló a tiempo y te trajo para aquí. No puedo creer que hayas hecho eso, Frieda. ¡Hubiera puesto mi mano en el fuego por ti! Creí que mi historia era suficiente para que nunca en tu vida intentaras hacer lo que hiciste anoche. ¿Qué demonios estabas pensando? ¡Pudiste haber muerto! —añadió nerviosa. Su padre ingresó a la habitación y se acercó a su madre.

Ni príncipe ni princesa ©Where stories live. Discover now