Al abrir la puerta

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...No comprendo cómo diablos es que no tienes necesidad alguna de dormir... - La presencia de esa voz en mi cabeza, se había vuelto parte de mi vida. Se sentía extraño no escuchar a mi "hermano".

Yo tampoco entiendo... - Contesté, caminando aun por los pasillos de la casa. Era de día y los habitantes de la casa aún dormían. Nosotros en cambio, estábamos buscando la puerta que Christa había mencionado. Recorrimos los pasillos de la mansión incansablemente buscando una puerta de color blanco, pero no había nada. Suspire antes de mirar alrededor una vez más; al final del pasillo en el poco frecuentado tercer piso, entre la oscuridad del rincón que parecía no ocultar nada, había una puerta de madera gastada y algo sucia. Me acerqué con cuidado y al abrirla pude notar un pasillo que guiaba hacia una puerta amplia y blanca. Parecía haber estado allí desde hace mucho.

Al parecer la tenemos... intenta abrirla – Me acerqué, notando una extraña cerradura que parecía poder abrirse con algo especial. La empuje un poco, pero no sirvió para nada.

"La espina de la rosa..."

Me voltee rápidamente, intentando saber si había alguien tras de mí. No había nadie.

¿E-Escuchaste eso? – Pregunté . Mi hermano contesto afirmativamente.

¿Tienes la daga? Intenta insertarla en la cerradura, quizá cumpla el rol de llave también – Probé lo que decía, logrando quitar el seguro. Sonreí, mientras entraba a la habitación. Un líquido extraño rozó levemente mis pies descalzos, por lo que rápidamente mire hacia abajo. Abrí los ojos, sorprendida.

¿Eso es... s-sangre? – Pregunté esperando respuesta de mi acompañante eterno, pero por desgracia simplemente guardo silencio. El ambiente era amenazante. Abrí la puerta de forma rápida, intentando pensar a cada momento, en lo que me esperaba si completaba esa acción. De un momento a otro, me vi de pie frente a un vestido rasgado y un piso manchado de sangre.

...Por favor... larguémonos de aquí... quiero salir ¡vamos! Rápido... - La desesperación aumentaba a cada palabra; parecía realmente asustado. Me aleje de allí corriendo, sin siquiera cerrar la puerta. Después de detenerme en el pasillo para recuperar aliento, él volvió a hablar.

...lo siento por eso tan repentino, pero... después de ver morir a tu madre y ver cómo separan tu propia alma de tu cuerpo... ver sangre no hace más que asustarme y recordarme cosas desagradables... - El reloj sonó de pronto, anunciando las doce. Hoy era el día... el día que decía la carta; 09 de junio. Afuera hacía frio, y los árboles se mecían con el viento. Se hacía de noche. Tomó posesión de mi cuerpo y comenzó a caminar.

¿Debo enfrentarme a Cordelia? Yo... no creo poder hacer nada contra ella... - Nos detuvimos frente a una puerta; la del salón de muñecas. Oí otro susurro.

"Un rosario de plata, un vestido puro, una daga afilada y un deseo con un gran significado... alguien con valor puede acabar con la maldición que abarca a esta casa"

Las puertas se abrieron frente a nosotros, mientras mi cuerpo comenzaba a caminar entre los vestidos.

Según ella, necesitas un vestido... supongo que tu buen amigo no se molestara si tomas prestado uno de estos... - Observe alrededor, encontrándome con vestidos que no llamaban totalmente mi atención. De pronto recordé a mi madre.

Tras una pared está el vestido de mamá... quizá ese sirva, ¿no? ¡Hay que ir a buscar a Kanato entonces! – Nos dirigimos a su habitación, encontrándonos con el peli-lila durmiendo. Al gritar su nombre comenzó a despertar.

¿Hm...? ¿Qué pasa...? – Se froto los ojos levemente antes de levantarse despacio.

Necesitamos... digo, necesito tu ayuda en algo ¿puedes venir por favor? – Asintió. El ruido de algo quebrándose, nos hizo voltear hacia la puerta.

¿Qué fue eso? – Preguntó sin obtener respuesta de nadie. Mi hermano me dio una idea de lo que podría ser.

hoy es cuando la bruja vivirá nuevamente... ¿no crees que ya ha despertado? – Era una posibilidad muy creíble. Tome rápidamente a Kanato de la muñeca, corriendo con el hasta la habitación donde se encontraban las "muñecas".

¿Qué quieres que haga? ¡¿Por qué me trajiste aquí con pijama?! – Se le notaba algo enfadado, pero daba igual. Me apresure a explicarle.

Necesito uno de tus vestidos... uno de color blanco; uno "puro" – Me miro extrañado, luego fijo su vista en los vestidos. Encendió nuevamente el candelabro de la pared, logrando que la pared mostrara el lugar donde estaba anteriormente mi madre. Ambos nos sorprendimos al notar que ella ya no estaba; en el lugar donde estaba la figura de mi madre, ahora simplemente se encontraba un vestido de color blanco el cual llegaba hasta el piso. Mangas largas, ligero, y hermoso, simplemente así se podía describir.

Toma ese si quieres. Puedes ir a mi habitación a cambiarte... yo me quedare aquí – Miró hacia otro lugar, mientras que yo asentía y me marchaba corriendo. Al subir las escaleras, caí al piso y por suerte el vestido no se ensucio; frente a mí presencié el único objeto que me faltaba, el rosario de plata. Sonreí mientras lo guardaba en mi bolsillo y entraba a la habitación para cambiarme ropa.

¿podrías dejarme sola un momento? – Pregunté a mi "hermano invisible". Contestó afirmativamente y de pronto, sentí que perdía algo importante. Rápidamente me recompuse y comencé a vestirme con la nueva prenda.

Era extraño. Los vampiros no suelen tener la necesidad de dormir tanto... pero esta vez, casi todos habían estado durmiendo un tiempo demasiado extendido. Una noche y un día, realmente. Comenzaba a anochecer, y en la mansión nadie se había aparecido por un buen rato. Al terminar de vestirme, me miré en el espejo; no me veía tan mal. Envaine la daga en el delgado cinturón que había alrededor de mi cintura, ya que al parecer ese vestido estaba hecho para este acontecimiento. Suspire mientras colgaba el rosario en mi cuello. La puerta se abrió de pronto, mostrando a un muchacho pálido de cabello gris y ojos azulados. Estaba más pálido de lo que debería y parecía asustado... él era mi hermano.

Todos ellos están heridos... mi cuerpo no puede intervenir con ellos o con los objetos... soy más fantasma que tú en estos momentos. Eres la única que puede verme, y... y ellos podrían morir... - Estaba asustada también. No sabía qué hacer, pero lo mejor que pensé en ese momento fue dirigirme a la habitación que había encontrado hace rato. Corrí rápidamente, dejando solo a Roen y subiendo las escaleras sin detenerme. Al llegar, puse la daga en la cerradura, girándola y abriendo por fin la puerta de color blanco. Había llegado el momento. Yo estaba allí, frente a una joven mujer de cabellos rubios, ojos verdosos, y sonrisa amplia.

Ella era la creadora de mi desgracia

Eres Tu... Teddy? [Kanato - DL]Where stories live. Discover now