La elegida

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¡No intenten comprender un misterio que nadie sabrá jamás! De esto no quedará prueba, y cuando todos estemos muertos nadie podrá saber que este encuentro "sobrenatural" ocurrió. Vamos, revivan a su madre y preséntenla ante mí para saldar las cuentas olvidadas – Ayato fue el primero en protestar, tratando de evadir el desconcierto de el y todos sus hermanos.

Tch, no tenemos que ver con este lío... arréglatelas tu solo – Se levantó y comenzó a alejarse. Abrió la puerta, y antes de que avanzara un paso más las puertas y ventanas abiertas se cerraron con un gran estruendo. Asustado, intentó abrir la puerta – ¡Está cerrada!

Estamos encerrados aquí... - Murmuró Raito, en tono serio. Esto comenzaba a ponerse peligroso, y ni siquiera yo sabía lo que podría pasar. Me sentía estúpida. Yo, quien siempre había podido controlar mi cuerpo... ahora estaba aislada dentro de mí misma, siendo controlada por una persona que ni siquiera recuerdo con total claridad. "Él" habló nuevamente.

Reiji; dime dónde puedo encontrar a Cordelia... y dime como regresarla a la vida también – El de gafas fijó su vista en la pared, evitando mi mirada... o la mirada de quien me controlaba ahora.

No creo posible revivir a alguien... es algo tan poco probable que ni siquiera yo puedo asegurarte que se cumplirá – Me sentía culpable... ¿un humano hablándoles en un tono tan autoritario a criaturas más poderosas? ¿Acaso eso era posible? ¡Ellos hasta contestaban con respeto y seriedad!

Intentaré averiguar algo... iré a caminar por ahí – Comencé a moverme, dejando a todos confundidos en la sala de estar (ahora con puertas y ventanas desbloqueadas) recorriendo los pasillos de la mansión con tranquilidad y gusto. Después de un rato paseando, acabé frente a una puerta de madera algo gastada que se encontraba cerca de los dormitorios. Despertando nuestra curiosidad, entré sin más, mirando la habitación con cautela. Había una mesa con papeles y tintero, cerca de allí, una estantería con algunos libros; mucho más no había en esa sala tan pequeña. Roen se acercó a los libros, permitiéndome mirar más de cerca; "Guía de alquimia para principiantes" "Como no envenenarse" "Guía para matar vampiros" Eran algo extraños... ¿Qué hacia una guía para matar vampiros en la mansión de unos vampiros? Era tan irónico... seguí el recorrido, caminando hacia el escritorio, y comenzando a leer una de las cartas.

"Richter... dudo que esta carta logre llegar a ti, pero si es que lees mis palabras quiero que sepas que no es un adiós. El golpe final será realizado en mi contra esta noche. Sabes lo que debes hacer, para que logre sobrevivir en el tiempo... tienes un máximo de diez minutos para completar el plan. Recuerda a la "elegida", y también, recuerda la fecha en que debe renacer: 09 de-..." – Gracias al nerviosismo, mi mano resbaló, volcando la tinta sobre la carta. Miré mis manos con molestia.

¡Diablos! - Murmuré con enfado. Recordé la fecha: 07 de Junio. Antes de hacer otra cosa, la puerta primcipal se abrió, con un sonido estruendoso. La lluvia caía en el jardín.

¿H-hola...? – Preguntó una voz temerosa. Abrí la puerta de la habitación, saliendo de ella y observando disimuladamente desde la escalera a la persona recién llegada. Era una rubia, temerosa y asustada. Pronto se encontró con Shuu.

¿Tú eres la...? – La muchacha no le dejo terminar.

Mi padre me dijo que viniera aquí... él dijo que me cuidarían mientras él no podía hacerse cargo de mi... buenas noches – Le sonrió amablemente. El vampiro solo suspiro de forma cansada, dándose la vuelta y conduciendola al salón.

Bien... ve a la sala, está por allí como puedes ver. Pronto los encontraras a todos. – Se marchó en silencio. Luego de un rato de presentaciones extrañas, la chica fue a su habitación designada.

Me quedé en silencio, observando la escena que hizo ella hasta que todos se fueron por su lado. Es cierto que en ese momento, no controlaba mi cuerpo, pero de pronto, al parpadear, había vuelto en mí. Una lagrima se deslizo por mi mejilla... ¿Le había hecho demasiado daño a Kanato? Me sentí mal; quizás ella podría remplazar algún vacío que yo había dejado... o quizá nunca fui demasiado importante. Deslice mis pies sobre el piso, dirigiéndome hacia la escalera sin siquiera detenerme a pensar cómo es que había recobrado el control en mi misma. Bajé el primer peldaño, y en el momento en que mi pie tocó la fría madera que cubría la escalera, escuché una puerta abrirse. No me digne a mirar atrás, simplemente me quedé quieta como una cobarde.

...al menos deberías desear las buenas noches... - Murmuró una voz algo tímida y dulce. Inmediatamente supe quién era... pero aún así no quise voltear – Necesitas dormir, ¿o no? Sé que ahora "tu" eres realmente "tu"... ven, hay que dormir

Sonreí, mientras me volteaba y me acercaba a él. Entré a su habitación, notando la claridad de la luz lunar que se filtraba por la ventana. Todo el lío que había ocurrido en la tarde, al parecer, había desordenado sus horarios para dormir. El vampiro se posiciono delante de mí, mirándome a los ojos. La luz de la luna iluminaba su rostro de forma extraña. Bajó la cabeza y comenzó a dudar sobre qué decir. Le sonreí con dulzura, tratando de tranquilizarlo

Todo después de un tiempo, deja de doler o deja de importar... pero cuando te das cuenta que de algunas cosas no puedes escapar, no te queda otra opción más que recuperar eso que tanto extrañas... gracias por volver - Me abrazó fuertemente, con una sonrisa. No sabía qué hacer, por lo que simplemente cerré los ojos. Estaba tan felíz.

Lo siento por mi actitud de la tarde, yo... - Asintió levemente, sin dejarme terminar. Se alejó un poco, y mirándome a los ojos con pálido rubor en sus mejillas, continuó hablando.

¿Sabes...? Creo que yo...  - Sin lograr decir nada más, la puerta fue abierta de forma lenta. Rápidamente se alejó de mí, observando severamente a cualquiera que se hubiese atrevido a romper el momento. Unos cabellos rubios se asomaron levemente, junto a una mirada confundida.

¡L-lo siento! Yo no... yo... ¡Disculpe! – Su cara se tornó en rojo, y luego, se alejó corriendo y dando un portazo. El peli lila observó la puerta, notablemente enfadado. Observé su rostro algo asustada: no era muy adorable verle con ese rostro serio...

No tengas miedo; no estoy enfadado contigo después de todo... Bueno, vamos a dormir... - Señaló su cama. Era lo suficientemente grande como para dos personas. Asentí con la cabeza algo avergonzada ante su propuesta.

¿Qué querías decirme antes? – Pregunté de pronto. El chico volteo rápido la mirada, hacia la pared.

¡No era nada! Otro día te lo diré – Tenía el pijama puesto, por lo que se recostó sin más. Yo hice lo mismo; dormiría con mi vestido. Me voltee hacia él de nuevo, sonriéndole. No dijo nada, simplemente suspiró mientras tomaba mi mano de forma cansada. Ambos nos dormimos, sin prestar atención a la fuerte llovizna o a los árboles que se mecían aterradoramente. En ese momento y en esa mansión, en esa noche, para nosotros todo era calma.

Eres Tu... Teddy? [Kanato - DL]Where stories live. Discover now