𝟬𝟬𝟰 narnia's army

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    Para cuando llegaron, Abigail observó fascinada a los centauros cargando espadas a los lados del pasillo que llebaba a la entrada. En un hábil movimiento, las espadas parecían coronar el pasillo. De esta forma, ellos prometían su fidelidad a los reyes.

    Los hermanos Pevensie comenzaron a pasar por debajo de las espadas. Por otro lado, Caspian, Abigail y el resto de las tropas esperaban a que ellos acabaran de pasar.

    —Deberías estar con ellos—, señaló Caspian y Abigail negó.

    —Ellos son reyes, yo--.

    —Tú también lo eres—, interrumpió Caspian —. Una muy buena, debo agregar.

    —No siento serlo—, admitió Abigail y el chico le miró un momento antes de responder.

    —Deberías cruzar ahora, ellos ya pasaron.

    — ¿Qué? No cruzaré sola—, habló rápidamente, sabiendo que todos estaban atentos a la improvisada ceremonia llevándose a cabo.

    —No puedo cruzar contigo, soy un príncipe aún—, negó Caspian y Abigail le tomó por la muñeca para tirar de él y obligarlo a acompañarla.

    —Ni loca pasaré sola debajo de tantas espadas—, murmuró cuando estaban a punto de llegar a la puerta.

      Caspian río y negó levemente antes de entrar. Cuando entraron, Abigail notó el cambio de humor de Edmund cuando notó su el agarre sobre Caspian. Rápidamente, la morena le soltó y se acercó al pelinegro con una sonrisa.

    Los martillazos inundaban el lugar mientras todos trabajaban sin parar para producir armas. Abigail estaba cohibida y no abandonó a Edmund, ya que le hacía sentirse mejor.

    —Puede que estén acostumbrados a otra cosa, pero es defendible—, habló Caspian.

    —Si tan solo pudiera recordar algo—, murmuró Abigail mientras miraba aún a los demás. Cuando volvió a mirar al grupo, ellos le observaban —. Oh, hagan como que no dije nada.

    —Peter, ven a ver esto—, llamó Susan y el grupo fue en dirección a ella. Dibujos decoraban las paredes mientras el grupo de adolescentes les observaban sin poder creerlo —. Somos nosotros.

    —Pero, ¿quién es ella?—, la voz de Lucy interrumpió el silencio, señalando el dibujo de una mujer sentada en un trono y, a su lado, se encontraba Aslan. Su presencia seguía siendo majestuosa aunque se tratase de un dibujo.

    Abigail observó por un momento el señalado dibujo antes de mirar a Caspian, quien le sonrió suavemente y asintió con la cabeza. Dio un paso adelante y, con su dedo, siguió los trazos del dibujo de su propia persona.

    —Soy yo—, balbuceó antes de mirar a Caspian —. ¿Qué es esto?

    — ¿No lo conoces?—, preguntó sorprendido Caspian antes de mirar al resto —. ¿Ustedes?—, agregó esperanzando, pero solo fue recibido por más silencio.

      El príncipe tomó la vara que se encontraba a su lado, cuyo extremo estaba prendido fuego para iluminar el lugar, y caminó en la dirección contraria. El grupo le siguió, sin comprender qué sucedía.

    Los adolescentes siguieron a Caspian hasta una especie de habitación. El príncipe se acercó a una esquina y apoyó la punta de la vara encendida sobre un borde, causando que el fuego se extendiera a lo largo de toda la habitación.

    Abigail observó todo a su alrededor y, cuando notó una mesa de piedra quebrada por la mitad, sintió la necesidad de tocarla. El sentimiento fue extraño, pero se mantuvo en su lugar, mientras que los demás se acercaron a ésta.

¹MOONLIGHTWhere stories live. Discover now