EDMUND PEVENSIE.| Abigail es una cercana amiga de los hermanos Pevensie. Gracias a su amistad, ella termina envuelta en el mundo de Narnia, con un problema de terrenos llevándose a cabo.
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CAPÍTULO CUATRO: el ejército de Narnia.
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El ejército de Narnia marchaba dentro el bosque de forma ordenada y tranquila hacia lo que llamarían su cuartel. Peter y Caspian lideraban, discutiendo entre ellos. Edmund y Abigail le seguían unos pasos por detrás, yendo delante de Trumpkin, la comadreja y otro enano.
—Entonces, ¿cómo son?—, preguntó la comadreja a Trumpkin y Abigail comenzó a escuchar atentamente.
—Rebeldes, quejosos y también tercos como mulas—, respondió Trumpkin y Abigail se dio la vuelta, actuando ofendida.
— ¡Oye!—, se quejó la chica, aunque una sonrisa decoraba su rostro.
—Oh, y ella es la peor—, agregó el enano, señalándole y ella río antes de sacarle la lengua —. Y cuando ellos dos están juntos, es aún peor—, señaló a Edmund y la chica —. Que es casi siempre, por cierto.
—Cállate—, ordenó Abigail mientras sus mejillas volvían a ese tono carmesí que, a esta altura, ya debería acostumbrarse a la situación.
—Entonces, te caen bien—, habló el otro enano a su lado y Trumpkin suspiró mirando a Abigail, sabiendo que le escuchaba.
—Sí—, admitió en un suspiro y, cuando Abigail se dio la vuelta con una sonrisa arrogante, Trumpkin agregó —. Menos Abigail.
—Oh, púdrete—, río Abigail —. Yo sé que me adoras.
—Tal vez—, tanteó mirando al azabache —. Pero no tanto como lo hace Edmund—, agregó con una gran sonrisa debido a las mejillas rojas de ambos adolescentes.
— ¿Por qué no te callas de una vez?—, respondió Edmund esta vez mientras Abigail miraba el suelo, intentando tapar sus mejillas con su cabello.
El grupo pronto llegó al cuartel, tratándose de una montaña hueca por dentro, y cubierta por diferentes especies de árboles y arbustos. Un llano claro se extendía frente a él, siendo rodeado por el resto del bosque.
