El Libro

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El profesor Jordan cerró con violencia el pequeño libro, sintiendo aún el calor de las llamas que devoraban la escena que acababa de leer, olfateando la sangre y con cenizas en su cabello, vestigios del daño que el Enemigo había provocado. Por suerte, no era su historia, o el fuego le hubiese consumido sin misericordia.

Su misión, todos estos años, había sido recopilar los fragmentos del Libro de la Verdad que, como semillas, habían sido sembrados en el papel por una infinidad de autores de los más diversos rincones de la Tierra. Hombres y mujeres que, sin conocerse, habían vislumbrado destellos de una realidad que les sobrepasaba, creyendo haber escrito no más que cuentos y leyendas. Él también tenía su parte, desde luego. Había nacido con el don de descubrir las conexiones entre esos relatos, y era su labor tejer con pluma experta el complejo entramado de la historia desconocida, del cuál pende todo cuanto existe. Sería la misión del siguiente heredero darle vida al libro que él, como tercer Autor de su clase, había formado.

Existían seis rangos de Autores: Primero estaba el Gran Autor, único en su rango, dueño de Aki-nahar —la Pluma de la creación—, y quien habría creado el tiempo y el espacio al imaginar la Historia y escribirla en los cielos, lo que se conocía como el Libro de la Verdad. En segundo lugar, los Autores viajeros, que visitaban al hombre desde regiones desconocidas para ayudarlo a continuar la historia. Luego, estaba el Autor llamado "de los Tres soles" o "del Tercer sol", de quien nada se sabía. En los cuatro puntos cardinales, surgieron después los Autores sembradores, quienes llevaban en sus venas la tinta de Aki-nahar, y que escribieron las grandes leyendas, los mitos y los cuentos de la antigüedad. En la quinta era —la nuestra— y aunque pocos lo sabían, surgieron los Recolectores que, como Moshé Jordan, reunían las historias y usaban su tinta para llenar los huecos que las sombras habían formado. El sexto de la jerarquía sería el Último Autor, a quien debía entregarse todo ahora que el profesor había terminado su parte del libro. Sería él quien daría vida a las palabras como el día en que habían salido de la Pluma de la creación. Una encomienda que podría costarle la vida y aun más.

El Libro de las Historias PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora