Capítulo 10

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Luego de volver a la mesa en la que Tim estaba sentado antes de que Teddy llegara, pidieron unos tragos y comenzaron a hablar sobre sus vidas. Muchas cosas habían pasado en esos tres años, y los dos estaban ansiosos por escuchar las historias del otro.
—Entonces, ¿en serio nunca habías escuchado nuestras canciones antes? —preguntó Tim, esforzándose por no sonar soberbio.
—Bueno, sí había escuchado ese tema —Teddy hizo una pausa y miró hacia arriba tratando de recordar el nombre—... "Somewhere algo" —Tim la desaprobó con la mirada—. ¡Oh, lo siento! No puedo recordar nombres.
—"Somewhere Only We Know" —masculló.
— ¡Esa! —exclamó Teddy.
A Tim le pareció extraño que a una persona como ella, que se había preocupado tanto por verlo una vez más, no le importaran realmente sus canciones. O por lo menos eso era lo que demostraba. Sus sentimientos más profundos estaban plasmados en las letras de Keane, y le había llevado mucho tiempo encontrar la forma de expresarlos correctamente como para que luego alguien no le prestara atención. Quizás no le habría molestado si estuviera hablando con otra persona. Pero todo era distinto cuando se trataba de Teddy. Fue ahí cuando se dio cuenta de que sabía mucho sobre ella, pero ella no sabía tanto de él. Y si alguna vez quería terminar de conocerlo, tendría que, como mínimo, intentar interpretar lo que él quería decir de esa forma no muy convencional.
—Ya dije que lo siento —avisó Teddy al notar la mala cara de Tim.
Él forzó una sonrisa. No quería hacer un problema de su estúpida obsesión, y menos sabiendo que sólo llevaban juntos veinte minutos.
—Por tu culpa desperdicié un vaso de cerveza —confesó Teddy riendo—. Porque cuando vi que estabas en los Brit Awards, se me cayó de la mano.
Tim mostró una sonrisa, sincera esta vez, e inclinó la cabeza un poco hacia atrás, viéndose tímido.
—En ese momento estaba en la casa de mi hermano, así que le conté todo. Casi todo —se corrigió—. Y ahí empecé a investigar sobre ustedes en Internet, me enteré del show en el Royal Albert Hall y quise comprar una entrada pero ya estaban agotadas —habló con rapidez.
—Y así y todo no te rendiste. ¿Viniste hasta aquí desde Battle?
Teddy se detuvo a pensar por unos segundos. Mucho había cambiado en los últimos años, y debía acomodar todos los datos en su cabeza para luego poder decirlo.
— ¿Por dónde empiezo? —Preguntó más para ella misma que otra cosa—. ¿Estás preparado para otro largo monólogo, como el de aquel Año Nuevo?
—No estoy seguro de qué decir, pero sí —respondió bromeando.
Teddy suspiró y comenzó a hablar:
—Luego de que te fuiste de mi casa, nada parecía tener sentido. Puede que suene un poco cursi, pero es la verdad. No tenía ganas de hacer nada más que dormir. Empecé a faltar a la universidad, no me importaba no tener futuro —Tim cambió su semblante y se veía preocupado—. Mi hermano fue, obviamente, el primero en notarlo. ¡No se qué haría sin él! —exclamó tratando de sonreír—. Me permitió no ir más a la farmacia si era eso lo que necesitaba. Pero luego de un tiempo, notó que era peor. Cuanto menos cosas hacía, más pensaba en tonterías. Tonterías que te prometí que no iba a hacer —confesó con los ojos vidriosos—. Un día, Mike llegó a mi casa con la noticia de que había encontrado el empleo ideal para mí. Pedían un escritor de artículos para una revista norteamericana de turismo europeo. No sólo era el empleo ideal, como él me dijo, también era la excusa perfecta para dejar esa ciudad que no me brindaba nada. Así que mandé mi curriculum. Una parte de mí deseaba que el mail ni siquiera les llegara, y la otra parte moría por irse a vivir a Nueva York, donde en todas las películas los sueños se hacen realidad —dijo Teddy, y movió sus manos como marcando un arco iris invisible.
— ¿Y te llamaron? —intervino Tim.
—A las dos semanas. Así que el primero de marzo del 2002 ya me tenían trabajando en las oficinas de la revista.
—Teddy, admiro tu valentía —afirmó Tim—. ¿Decidiste así de un día para el otro irte a vivir a otro país? ¡Eso no lo hace cualquiera!
—Sí, y jamás podría arrepentirme de mi elección —mencionó orgullosa de sí misma—. Trabajé ahí hasta el mes pasado. Luego me contactaron de la BBC, para hacer algo parecido.
— ¡¿La BBC?! ¿Y ellos te buscaron a ti?
—Así es, ¡aún no puedo creerlo! Por eso hace unos diez días estoy viviendo en la casa de —hizo una pausa para corroborar si sería correcto decirlo—... Christopher —agregó por lo bajo.
— ¿Quieres decirme que también tienes un hijo con él o algo por el estilo? Porque cada vez me sorprendo más de las cosas que me cuentas. ¡Ahora que lo pienso, ni mi vida tuvo tantos cambios en este tiempo!
—Sólo somos amigos, ¡tonto! —explicó riendo—. Volvimos a hablar. Bueno, yo le volví a hablar —se corrigió—. Creía que era una muy buena persona como para ignorar su existencia. Además, en estos últimos años, los dos cambiamos mucho nuestra forma de pensar. Supongo que tú también lo habrás hecho.
Tim permaneció pensativo por unos minutos. Definitivamente había cambiado. Volvió a su mente la cuestión de las canciones. Si Teddy recordara alguna de las que tocaron en aquel bar hacía años, y luego la comparara con "Fly To Me" o "Everyobdy's Changing", estaba casi seguro que podría notarlo.
—Quiero ir a Bexhill.

Something In Me Was Dying (Novela de Keane)Where stories live. Discover now