30. Familia

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—No sé porqué querías venir caminando cuando fácilmente podíamos tomar un taxi o el autobús —rodé los ojos porque era un quejica pero lo abrace porque estaba siendo muy dulce.

—Deja de quejarte que una caminata de quince minutos no te va a matar —él sonrió y depositó un beso en mi cabeza —Apuesto a que no te quejas tanto cuando vas a entrenar al gimnasio ¿o si?

—Eso es diferente —caminamos un par de cuadras cuando notamos que en el parque estaban montando una bazar navideño, a esta hora del día todo estaba lleno de adornos y brillantina, tuve que decirle a Chris que debíamos acercarnos. Me moví felizmente entre los habitantes del pueblo que conocía desde pequeña, ellos seguían recordandome a pesar de que ya no tenia el cabello oscuro y eran muy amigables pero Chris no lo sabría porque se apartó a un lugar seguro y me miró desde la distancia con una sonrisita idiota, ugh.

Ayudé a un par de ancianos que todos los años ponían un puesto del mejor chocolate caliente de la ciudad y les hice saber cuanto me gustaba por lo que fueron tan amables de regalarme dos tazas, esquivé a un par de niños y a un muñeco de nieve caído y me senté junto a Chris ofreciéndole una de las tazas.

—Este es el mejor chocolate caliente que probarás en tu vida, lo juro —él me dio una mirada escéptica pero de todas maneras le dio un sorbo y suspiró con deleite.

—Tienes razón —sonreí y deposité un beso en sus labios, sabía a chocolate ¡Yum!

—Me gusta estar aquí, se respira el espíritu navideño.

—Yo no celebro navidad desde Alanna —lo miré tan rápido que casi tiro el chocolate en mi regazo y él me dio una sonrisa triste a cambio —Siempre fue su época favorita, sin embargo. Ella bailaba ballet por lo cuál siempre le encantaba que nuestros padres la llevaran a Nueva York, a ver el cascanueces, era como una tradición para ellos y estoy seguro que no les importaba ver la obra por trigésima vez si al final Alanna estaba feliz, era su bebé.

—Así es como deberías recordarla siempre, Chris. Feliz, alegre. Todos esos buenos recuerdos que siempre se opacan por los malos. No la conocí pero sé como es ser una hermanita menor y jamás querría ver a mi hermano triste y culpándose de todo. Deja ir todo eso que te hace daño.

—¿Sabes por qué tú? —le di una sonrisa triste por el abrupto cambio de tema pero se lo permití porque sabia lo mucho que le dolía —eres como la luz en mi oscuridad, Brook. Tal vez tu no lo notas pero haces a todos más felices con tú presencia, eres mi pequeño rayo de sol.

—Oh vamos... —solté una risita nerviosa y sentí mis mejillas calentarse, nadie jamás me había dicho cosas tan bonitas y ahora no sabía donde meter la cabeza, especialmente porque sabía que Christian no era muy romántico y cada cosa que decía así era porque eso es lo que creía, esa era la verdad para él. Él se acercó y besó mi cabello y luego aspiró mientras me acercaba más a él, yo misma sentía como mi corazón se hinchaba por lo mucho que lo quería, de una forma casi desesperada. De un momento a otro se fue haciendo más tarde y los hombres que habían estado trabajando en unas escaleras bajaron al suelo y luego mágicamente toda la plaza se iluminó con las luces de navidad colgando de las ramas de los árboles, era precioso.

—Brook —quité mi vista de las luces y la enfoqué en Chris, como siempre, el encontrarme con sus ojos color miel siempre era extraño, como si fuera la primera vez que los veía y aún así causaban estragos en mi interior. —¿Quieres ser mi novia?

—Si —le dije, ya no tenía motivos para decir que no y este era el lugar más lindo en el que había estado. Él me dio una de esas sonrisas completas que poco veía pero que calentaban todos los rincones de mi corazón y luego me besó lento, como si no quisiera separarse de mi.

—Chris se nos está haciendo tarde... Todos se deben estar preguntando dónde estamos —dije riendo contra su boca ya que no me soltaba, él se quejó y me volvió a besar.

—Al diablo con esos idiotas, quiero estar aquí contigo —me reí pero me zafe de sus brazos y luego le tendí la mano para que se levantara.

—Vamos, no seas tonto que de todas formas estarás conmigo —él tomó mi mano y nos encaminamos nuevamente a su casa, saludé a un par de conocidos que me sonreían con complicidad, supuse que me habían visto con Chris por lo que me abracé a él y escondí mi cara roja en su pecho él solo soltó una risa que hizo que su pecho vibrara.

•~•~•~•

—¡¿Dónde está mi Brookey bebé?! —fue lo primero que oí a penas cruzamos la puerta del apartamento de Chris, luego mi vista se vio nublada porque Dylan me había aplastado contra su pecho y me retorcía hasta casi dejarme sin aire.

—¡Sueltala pequeña mierda! La estás asfixiando —de pronto los brazos de Dylan se alejaron y me encontré en los brazos de Chris nuevamente pero entonces hubo un forcejeo y estaba en los brazos de Blake.

—¡Mi pequeña Boo está viva! —yo reí pero ya me estaba mareando y Chris estaba cada vez más molesto por las caricias.

—Juro que los voy a matar a los dos ¡Más te vale que la sueltes si quieres conservar tus atributos, Blake! —y una vez más fui pasada de brazos y terminé con un Chris muy enojado —ella es mía.

—¿Podrían dejar de girarme como a una muñeca de trapo? Me estoy mareando —me quejé, vi a Charlotte salir de la cocina junto con Will, a quién no había visto en un tiempo.

—¡De verdad que todos ustedes son unas bestias! —gritó Charlotte y se acercó a mi dándome un ligero abrazo y besando mi mejilla —Hola Brookey, estoy feliz de verte en una pieza. Chris nos contó lo que te pasó.

—Supongo que habrá exagerado todo —le di una mala mirada a mi novio y él solo sonrió y me dio un beso delante de todos. ¡Vaya manera de contarles a todos! Los gritos venían de todas direcciones, incluso hubo silbidos y aplausos.

—¡Ya era la jodida hora, ustedes dos! —gritó Blake y fue el primero en adelantarse y abrazarnos como si acabáramos de anunciar que nos vamos a casar o algo así. Admito que mi cara estaba roja de la vergüenza y Chris solo sonreía tan feliz como jamás lo había visto, noté al fondo de la sala a Christopher, el hermano de Chris que sonreía aparentemente feliz por su hermano.

—¡¿Qué?! Noooo —chilló Dylan lanzándose al suelo como si la vida hubiese sido arrancada de él, todos lo miramos con sorpresa menos Will que solo reía sobre él. Dylan alcanzó su billetera y le tendió un par de billetes a Will quién los tomó satisfecho.

—¿Apostaron? ¿En serio? —no lo podía creer, ellos de verdad eran unos imbéciles.

—No solo eso, la oportunidad de mi vida estaba ahí —dijo Dylan abatido, parecía que quería fundirse con la alfombra —iba a empezar a tatuar ¿no pudiste aguantarte otra semana, Chris?

—No seas idiota, pequeña mierda —Chris rodó los ojos y se movió hasta la cocina seguido por Blake, Will y Christopher, yo me moví hasta el sofá con Char mientras Dylan se quedó en el suelo llorando sobre sus sueños rotos.

—Necesitamos más mujeres por aquí —Char suspiró mirándome, asentí concordando con ella cuándo sonó el timbre y Blake salió de la cocina pateando a Dylan en el proceso. —Tengo que contarte algo.

—Levanta tu culo patético de mi alfombra —Dylan se quejó pero se levantó —¿Tienes veinte? Deben ser las pizzas y no tengo nada

—¿Eres idiota? Me acaban de quitar todo mi dinero —Blake abrió la puerta y su risa murió en cuanto vio que no era el repartidor, los hombres aparecieron en la sala nuevamente y casi pude ver como la tensión escapaba de Christian y Christopher al mismo tiempo.

—¿Qué mierda hace ella aquí? —gritó Christian hacia su hermano que solo levantó las manos en señal de rendición, miré hacia la puerta y vi una linda mujer rubia con ojos café y una sonrisa torcida que conocía muy bien, no sé como lo supe pero de alguna manera sabia que esa mujer era Brienne King, la hermana mayor de Chris y por la mirada de terror en la cara de Chris él sabia que no estaba sola. La familia King estaba aquí.

Inked LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora