Capítulo 25

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Lali

Mientras estaba en la ducha, me quedé pensando en todo lo que había pasado con Peter. Desde el día que nos vimos en la fiesta de Cande hasta ahora. La imagen de los dos nadando desnudos y disfrutando del momento se me vino a la cabeza y no pude evitar sonreír y tener la piel de gallina. Tenía muchas ganas de que pasara ese momento con él pero siempre el destino nos ponía obstáculos para impedirlo. Desde Cariló que me moría por hacer el amor con Peter, quería tocar su cuerpo de nuevo y que me hiciera sentir tantas emociones a la vez como siempre lo ha hecho.
Después de diez minutos en la ducha reflexionando, salí y estaba sentadito viendo al piso. Me dio mucha pena verlo así, yo sabía que era por mi culpa. Cuando se paró me dio un pico.

– Toda tuya la ducha – le dije

- Gracias, ahora vuelvo

Cuando escuché correr el agua, mi corazón me decía una cosa y mi cabeza otra, no sabía que hacer.
Después de todo lo que había discutido con mi propio yo, me decidí y fui hacia el baño. Me quité la toalla que traía alrededor del cuerpo y entré a la ducha con él. No me había escuchado entrar al baño hasta que abrió sus ojitos y me miró sorprendido. No lo dejé decir nada porque de una me abalancé sobre él para besarlo. El agua nos caía encima y Peter aún estaba confundido porque no hacía nada más que besarme tiernamente.

– ¿Que hacés? – dijo con una sonrisita tierna cuando se separó un poco de mí para verme a los ojos

– Hagamos el amor – le dije de una y alzó sus cejas mirándome en shock, hasta que vi como aparecía su sonrisa

– ¿Estás segura?

Lo besé y fue lo único que hacía falta para responderle. Peter soltó una risita de felicidad y me tomó de la cara delicadamente para corresponderme el beso. Salimos de la ducha aún pegados y besándonos, me cargó de la cintura y nos dejamos llevar hasta tropezar con la cama, caímos de golpe mientras reíamos y nos hundíamos en un beso interminable.

Se detuvo de la nada sobre mí, me miró a los ojos y me regaló la sonrisa más dulce y pícara del mundo, me enamoré por milésima vez de él. Incliné mi cuerpo para que encajara la forma del suyo, enredando mis manos en su pelo mojado. Él besó mis labios con urgencia y los míos respondieron igual. Sus caricias y besos me hacían perder la conciencia de la realidad y me perdí en un mundo de sensaciones, buscando satisfacer lo que mi cuerpo deseaba.

Cerré los ojos y sostuve la respiración acelerada, enredando mis dedos de nuevo en su pelo, sus brazos rodearon mi cintura. Peter comenzó a incorporarse lentamente, deslizando sus labios por mi cuerpo, subiendo lentamente hasta mi garganta. Me quedé muy quieta sintiendo todas esas sensaciones dentro de mí, besó mi hombro y se detuvo en el hueco de mi cuello. Con un movimiento imposible, rápido pero delicado, me puso sobre él, noté su piel en mi piel desnuda siendo consciente de todas las partes de nuestros cuerpos.

– Peter... – dije desesperada y dejando la frase sin terminar

– Te amo – me susurró con voz ronca, mirándome a los ojos. Volvió de nuevo a mis labios para abandonarnos en un beso sin recelos.

Mis manos apretaron su cuerpo con fuerza, tocando sus brazos, su espalda, aún no conseguía sentirlo suficientemente cerca, él también me abrazo fuerte y con pasión. Me sujetó la cara mientras me besaba, mis piernas rodearon su cintura y su cuerpo se movió por instinto. Entrelazamos nuestras manos y mi cuerpo se balanceó hacía el suyo.

– Te amo Peter – se me escapó en un suspiro, como un susurro

Peter volvió a cubrir mis labios con los suyos y nos perdimos disfrutando de ése momento, de nuestros cuerpos siendo uno.
Después de haber pasado la mejor noche de mi vida con él, me recosté en su pecho desnudo al tiempo que me rodeaba con sus brazos, me besó el cabello y sentí cómo su corazón latía a mil por hora. Me frotaba la frente con su nariz y me acariciaba mi espalda desnuda para terminar dando un profundo respiro y lo volteé a ver, posando una mano en su pecho. Estaba con sus ojos cerrados tratando de controlar su respiración, le toqué los labios con la yema de mis dedos y abrió sus ojitos verdes y chinos que se fueron directo a los míos, su boca se fue transformando en su gran sonrisa tierna y compradora.

No Es ImposibleWhere stories live. Discover now