Capítulo 11

5.6K 417 22
                                    

Déjame oírte

Antes incluso de poderme dar cuenta, ya era otra vez de noche, y antes de poder siquiera ponerme nerviosa yo ya estaba en el futón, con el mono mío en el suelo al lado del de Itachi. 

- Debí suponerme que pasaría algo como lo de esta mañana tarde o temprano...- suspiró mientras me acariciaba la mejilla malherida, tumbado sobre mí. Tenía la cabeza ladeada, con una falsa expresión de pena-. Eres demasiado linda como para que un solo hombre te toque. Pero me da igual. Esto sigue siendo mío.

Yo lloraba, asustada, porque me había hecho un Mangekyou Sharingan (o un Kame Hame Ha para los fans de Goku xDxDxD) y había sido horrible: 72 horas viéndome a mí misma matando gente inocente por todo el mundo, cuando en la vida real sólo había sido un momento. Esta experiencia me había dejado muy tocada, tanto que era incapaz de moverme por miedo a que Itachi me volviera a hacer pasar ese calvario. 

- Como hoy dejaste que ese imbécil de Hidan te manoseara, pienso volver a dejar mi sello en ti... pero de manera más efectiva- me dijo en el oído, provocándome un sollozo. 

Me besó, con movimientos bruscos para denotar su enfado, y comenzó a bajar sus besos por mi piel, llegando al cuello y la clavícula donde, antes de proseguir, me lamió la piel y me mordisqueó la zona de la garganta. Siguió descendiendo por mi pecho, quitándome el sujetador mientras besaba mi vientre, y lanzándolo al lado de mi mono. 

- Deja de temblar ya- me ordenó. Era increíble el efecto que causaba en mi cuerpo: un último escalofrío de la cabeza a los pies y me quedé paralizada. Una sola palabra movía mi cuerpo como si de una marioneta se tratase. Era horrible, me sentía como si hubiera perdido mi voluntad y ahora fuera Itachi el poseedor de mi ser. 

Se me escapó un agudo sollozo cuando sentí una ola húmeda pasando ferozmente por mi intimidad, provocándome un ligero malestar y un inmenso placer a la vez. Me estaba lamiendo.

- Pa... Para... Por... favor...- supliqué entre sollozos. Levantó un poco la vista, antes de reptar con rapidez hacia arriba hasta cubrir otra vez mi cuerpo con el suyo. Sin previo aviso, se sumergió en mí de un solo empujón, haciéndome gritar otra vez. 

Hoy no dolía, pero siempre estaba la molestia del principio, la de la primera estocada. Con la segunda, todo rastro de dolor se esfumó.

En un gesto de timidez, me cubrí la boca con ambas manos para evitar que salieran más gemidos de ella. Pero Itachi me agarró las manos y las puso por encima de mi cabeza, sosteniéndolas con una mano mientras con la otra se agarraba de mis caderas. 

- Déjame oírte, pequeña- me dijo apoyando su frente en la mía, obligándome a abrir los ojos-. Déjame oírte. Déjame escuchar esos gemidos que demuestran que me perteneces. 

Me besó, colando su lengua en mi boca y provocando que todos los gemidos que tenía guardados se ahogaran en sus labios. No podía más. 

***********************************************

- He de admitir que te portas muy bien, pequeña- me murmuró en el oído, reacio a quitarse de encima mío. Me acariciaba la cabeza con la mano derecha mientras con la izquierda aún me sujetaba las manos. Su miembro, ya "sin vida", aún permanecía dentro de mí. 

- Ya has terminado, ¿no?- lloré revolviéndome un poco, asustada-. Vete de aquí. 

- ¿Y si aún no quiero irme? ¿Qué harás, me matarás?- sonrió con sorna, burlándose de mí. 

- Por favor- insistí, torciendo la cabeza a un lado y cerrando los ojos, apretándolos cuando sentí que su lengua volvía a pasar por mi cuello, dándome pequeños mordiscos tras cada lamida. 

- Eres deliciosa...- comentó en un susurro, volviendo a besarme y metiendo su lengua en mi boca, buscando casi desesperadamente la mía para jugar con ella. 

No supe cómo, pero de un tirón logré liberar mis manos, empujando a Itachi de golpe. La sorpresa le impidió reaccionar, por lo que pude quitarme de debajo de él y sacar por fin su miembro de mi cuerpo, que se había vuelto a endurecer. Me arrastré a la otra pared de la habitación, en un intento por alejarme de él, pero sólo me sirvió para que me volviera a acorralar, y por lo tanto, volvía a la misma casilla. 

- Basta ya, te lo suplico- sollocé cuando, con mi espalda pegada a la pared, me abrió las piernas y empezó a acercar de nuevo su miembro a mi entrada. 

- No voy a irme hasta que no me salga de donde me dé la gana, ¿entiendes?- apenas volvió a penetrarme por segunda vez en aquella noche empezó a embestirme con fuerza y rapidez, demasiadas diría yo. 

Se notaba que Itachi estaba incómodo, por lo que, sin salir de mí, puso mis piernas sobre sus hombros y se arrastró un poco hacia atrás, hasta que mi espalda chocó contra el suelo frío. Retrocedió un poco más, arrastrando mi cuerpo consigo, para evitar que en las brutales embestidas mi cabeza chocara contra la pared. 

Mientras seguía con lo suyo, se agachó para besarme, provocando que en el gesto mis piernas dolieran por el extraño ángulo de torcedura. 

************************************************

- ¿Ves? Ahora que sí he terminado contigo, me voy tranquilamente por donde he venido- me espetó Itachi mientras se colocaba el cuello del mono, dejándome sola de nuevo, retorcida en el suelo y temblando de frío. 

Si al día siguiente era capaz de levantarme y caminar, sería un milagro. 

La Cárcel AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora