Capítulo 1

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La verdad

- Bien, caballeros. Me habéis cogido por fin. ¿Contentos?- me limité a responder.

- No te he preguntado eso- protestó uno de los Kages, furioso. Yo simplemente estaba recostada en mi silla, con el codo apoyado en la mesa y mi cabeza apoyada en mi puño, en un gesto de aburrimiento. 

- ¿Por qué matas a tanta gente inocente?- repitió la pregunta el maestro Hokage, Sarutobi.

- Yo repetiré mi pregunta- repuse-. ¿Contentos de haberme atrapado?

Se hizo el silencio en la habitación. Me puse a juguetear con la cadena que apresaba mis muñecas mientras esperaba una respuesta.

- Deja de hacerte la lista, Akahebi- me advirtió Sarutobi.

- Ni Akahebi ni nada. Me llamo Akira- corregí. Gracias a mi actitud, me habían puesto ese apodo, que vendría a significar "Serpiente Roja"-. Está bien. Contestaré. 

Los Kages me miraron desde su gran mesa, intentando asesinarme con sus miradas. 

- Esa gente a la que vosotros os referís como "inocentes" son monstruos al lado mío- comencé. Me levanté de la mesa, comenzando a pasearme entre las dos mesas y dejando alerta a los ocho guardias que habían a mis laterales-. Los tres primeros hombres eran ladrones, y a partir de ahí me di cuenta de que, si no mataba a esa gentuza, cada vez serían más. Desde entonces me crucé con hombres de todo tipo: ladrones, violadores, mafiosos, asesinos, timadores... La gota que colmó el vaso fue cuando me vi atada en un prostíbulo. Me habían secuestrado mientras dormía y me habían llevado allí. 

Hice una pausa para romper de un tirón mis cadenas, haciendo que los guardias sacaran sus shurikens y kunais. Suspirando, me dirigí hacia mi mesa y me senté sobre ella, remando mis piernas mientras seguía contando. 

- Un segundo después estaba ya liberada, y fui cortando cabezas en lo que iba saliendo de allí. Encargados, clientes y prostitutas. Las jóvenes que también habían sido secuestradas las liberé y las dejé escapar de ese infierno. Los demás fueron perfectos para teñir las paredes blancas de rojo. 

- No tienes humanidad...

- Claaaro, por eso dejé escapar a las secuestradas. En ese momento fue cuando aparecieron tus queridos guardias y me cazaron. Un sedante en el culo y aquí estoy. 

- Antes de mandarte a patadas fuera de aquí porque me das asco... ¿Cómo te las apañas para matar a tanta gente en tan poco tiempo?

Me limité a levantarme de la mesa, cogerla por una pata con una sola mano y lanzarla contra los cuatro guardias de mi derecha, matándolos al instante. 

- Soy mucho más fuerte de lo que creíais. He ahí mi secreto- sonreí malvada antes de que me llevaran a trompicones fuera de la sala para enviarme a la cárcel más grande y peligrosa de todas las villas: la cárcel Akatsuki (amanecer).

La Cárcel AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora