Dante

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Tristan

Por dios! Aún no me creo que vaya a tener un hijo, las cosas no podían seguir así, me fui dos días alquilé una casa en la ciudad con opción a compra, todo dependía de como resultaban las cosas con Gabriel, la busqué amueblada para evitar decoraciones si resultaba la relación con ese niño dejaría que él la decorará le compré ropa y otro accesorios que necesitaria, no iba a dejarlo sin vigilancia, la verdad no confiaba en el, era muy inmaduro podía hacer algo malo y entonces todo se echaría a perder, se que en el fondo todavía piensa en Dante y eso me produce un extraño malestar, no debería, se que Batista no lo tocó ni lo tocaría, pero no podía evitarlo.


Llegué al templo a buscar a mi esposo lo encontré muy alterado lo tranquilize a estas alturas ya me había dado cuenta que Gabriel tenía la mente de un niño pequeño, por eso parecia que no entendía las cosas, tendría que ejercitar mi paciencia.


Lo saqué de ese lugar, ví sus ojos brillantes al ver el esterior estaba muy feliz como un perrito, juro que casi lo vi mover la cola.


Miraba todo desde la ventana como un niño pequeño. Lo atraje hacía mi y el se acomodo en mi hombro a dormir, se veía adorable, casi me sentía mal por todas las cosas que le había hecho pasar, lo desperté al llagar vi como sus ojos se agrandarón al ver todo.


Estaba pendiente que no hiciera nada que lastimará a mis hijos pero al verlo salir del baño con el cabello mojado y sabiéndolo desnudo debajo de esa bata lo besé, al sentir la pasión con la que me devolvió el beso supe que habíamos comenzado por buen pie me lo lleve a la cama, mirarlo desnudo me hizo desearlo mucho, lo lamí por todas parte quería poseerlo por completo, me adentré en él.


- ¡ahh! ¡aaa! ¡ahggg! - al escuchar sus gemidos me descontrole y lo embestí con fuerza, el convulsionaba de gusto y se movia para buscar mas profundidad, sabía en que postura la iba a conseguir salí de él recibiendo un gruñido de molestia de su parte que no duro mucho, lo coloqué en cuatro y lo volví a penetrar hasta el fondo, los jadeos llenaban la habitación hasta que nos vinimos al mismo tiempo.


Lo volvimos hacer y esta vez estuvo él arriba podía ver su rostro cansado pero no dejaba de moverse y contorsionarse por el placer, un segundo orgasmo nos asaltó y cayó agotado a mi lado veía su respiración agitada toque la piel de su espalda con mi dedo eso lo estremeció, no me resistí y volví a tomarlo.


En las dos semanas siguientes el se portó bien, veía bastante televisión y constantemente lo veía por el jardín lo dejaba montarse en los árboles al igual parte de mi gente lo observaba y a cualquier indicio de caída lo sostendrían.


Dormíamos juntos, y teníamos sexo todas las noches, el se la pasaba comiendo en la cocina se sentaba como un niño goloso a mirar como la empleada hacía galletas o cualquier otra golosina.

Estaba acostado en el sillón viendo la televisión


- ve a ponerte algo vamos a salir - le dije a él se le aguarón los ojos


- ¿vas a regresarme al templo? ¿hice algo mal? - me preguntó al borde del llanto.

- no mi amor, voy a llevarte al médico para que le haga seguimiento a tu embarazo.


El se limpio la cara de las lágrimas que ya habían brotado por el susto, me acerqué y lo bese en la frente para calmarlo. Se comportó igual que cuando lo traje se la paso mirando por la ventana todas las casas y edificios lo lleve a un médico de confianza le hicieron la primera ecografía, al parecer Hayate tenía razón y si iban hacer gemelos.


Alas De AceroWhere stories live. Discover now