Reglas

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Gabriel

Pase el trance mas amargo de mi vida, sufrí un grave ultraje ese hombre, el tal Hayate me doblegó y me rapó la cabeza, pude ver con lágrimas en los ojos como caían mechones de mi precioso cabello rojo, esto parecía una pesadilla, preso aquí y ahora me sentía mutilado. Palpé mi cabeza estaba completamente calvo, me deshice en llanto tanto esmero en su cuidado recordaba que mamá lo lavaba con mucho ahínco, mi padre me llamaba rojito de cariño antes de sentarme en sus piernas.



Hayate me dejo solo, ya me había mostrado algunas cosas, un patio enorme con pasto y flores allí meditaban sus estudiantes cuando no estaban en clases eran unos salones enormes de piso de madera donde les impartía enseñanzas acerca del control de las emociones y todas las doctrinas de la luz, para ellos los hombres habían puesto diferentes nombres a lo que era una misma entidad universal.



Yo no tomaba las clases en todas decían cosas malas de la oscuridad.
Recuerdo cuando me mostró el comedor, si es que se le podía llamar comedor a eso, se ponían unas enormes ollas en el suelo con mujeres mayores detrás repartiendo en platos desechables, tenía un olor un poco rancio y su textura me revolvía en estómago era un pure de un tono grisaceo y un pan simple, ponían valdes de agua en una mesa con cucharones de palo para el que tuviera sed.



El almuerzo era una sopa igual de insípida y de sabor un poco agrio, a la comida solo té amargo y galletas de arroz, era como una tortura china no me alimente los primeros dos días tampoco era que quisiera beber agua asi que no lo hice creí que sería mas y fácil pero la sed y el hambre eran agresivas la primera vez que tomé el plato con la comida me senté en el suelo ya que no había sillas, comí un poco pero no pude soportarlo mucho asi que devoré el pan que si bien era simple podía comerse y aplacó mi hambre, me quede mirando con asco el pure.


- ¿qué le sucede al niño occidental? ¿no le gusta lo que comemos? - me dijo con burla un chico japones claro como la gran mayoria, estaba acompañado por otros mas, por lo que escuché se llamaba Fudo era un poco mas alto y corpulento que los demás los que estaban con él le llegaban a el hombro y desde que llegé me había estado mirando mal, bueno tal vez por que yo no paraba de hacerle gestos de desagrado a todo, noté que ellos tenían un poco de cabello, pero otros estaban igual de calvos que yo.


Hubiera sido bueno que tratara de apaciguar lo que de seguro sería una pelea pero no estaba en mis venas dejarme de nadie.


- ¡¿qué te importa a ti?! - le contesté ásperamente, creo que se sorprendió un poco de mi perfecto japones.


- ¿quieres problemas niño bonito? - me dijo tomando la postura de pelea.


- ¿te parezco lindo? Eres un marica - le respondí a lo que él patió en mi cara el plato yo traté de golpearlo y me esquivo al parecer él también conocia las artes marciales tuvimos un semi combate a pesar de que era bueno yo lo era mas y le aceste mas golpes.


- ya basta, Fudo ve hacer tus deberes - interrumpió otro un poco mas delgado y bajo pero de rasgos refinados parecia tener una fución de oriental y occidental, el mastodonte me hecho una mirada de odio y se fue con su banda.

- mi nombre es Hiraku Shirama soy asistente de Hayate en las cosas del templo.


Era verdad lo había visto siempre cerca, he infundia cierto temor en los demás pero creí que era su amante o algo así, la verdad no me interesaba ninguna amistad ahí, me levanté y decidí irme al jardin pero Hiraku me siguió.



- Hayate me pidió que me asegurara que no te estuvieras metiendo en problemas.


- ¡deja de seguirme! - le grité pero eso no lo detuvo me tiré al suelo con las piernas entrelazadas se sentó a mi lado.


Alas De AceroWhere stories live. Discover now