No me laves el auto

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- ¿Qué crees que deba hacer?- le dije a mi primo del otro lado del teléfono.

- Se libre, Dawn. O habla con tu madre, lo que te provoque menos miedo, yo lo hice y estoy mejor que nunca.

- Si, Trent, lo sé. Que asco que nuestras madres sean igual de estrictas, pero en un sentido diferente- caminaba por toda mi habitación, de vez en cuando me asomaba por mi ventanal para poder ver a mi hermano en el patio, Lynn se había invitado de nuevo y ambos estaban leyendo juntos.

- Tal vez debas seguir el consejo de ese chico, a veces necesitamos que nos den un empujón.

- Quizá lo haga...- alguien tocó la puerta de mi habitación por lo que me despedí de mi primo y fui a abrir. Era mi madre- ¿Qué pasa?

- En la cocina te deje algo, llevaselo a tu hermano y su novia para que coman algo.

- ¿Por qué soy la sirvienta ahora?

- Porque yo tengo que salir en un momento con mis amigas y tú no tienes algo mejor que hacer- mamá fue directo a mi tocador y busco entre mis cosas hasta que dio con una pequeña caja donde guardaba mis alhajas.

- Podría ponerme a estudiar o algo- dije molesta.

- ¿Y para que?- me miró extrañada mientras se colocaba unos aretes que encontró- Collin está ocupado ahora y no te puede explicar lo que no entiendas.

- Esta bien- salí rápido de ahí para ir a la cocina y dárselo a mi hermano, pero sobre todo para alejarme un momento de ella. Tomé una charola con sándwiches y me encaminé al jardin.

Con cuidado de no hacerles ruido se los dejé cuidadosamente a su lado, luego me senté en una silla que estaba cerca de ahí y los observé por un momento.

Saqué mi celular del pantalón, entré a mi lista de contactos y después de meditarlo por un momento presioné la opción de llamar.

- ¿Hola?

- ¿Qué decías acerca de hacerme más despreocupada y no sé que?

- Oh, hola ahí Dawn. Sabía que llamarías- pude notar un tono de satisfacción en la voz de Fran.

- ¿Vas a ayudarme o...?

- Claro, paso por ti en veinte, tenemos una cita.