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Tn miraba a Kanato incrédula, no entendía el motivo de aquel beso.

– ¿Po-Por qué fue ese beso, Kanato-kun? –preguntó.

– Tn-san...

– ¿Si?

– Tú...me haces sentir mal –frunció el ceño.

– ¿Qué? –preguntó sorprendida.

– Me haces sentir extraño, mi corazón palpita demasiado rápido y mi estómago de siente raro... ¡Y no me gusta! –arrojó el pastel al suelo, rompiendo el plato.

– ¿Quieres que me aleje de ti, Kanato-kun? –preguntó, intentando tragar ese nudo en su garganta que se había formado de pronto.

– ¡Claro que no! –gritó, levantándose.– ¡No tienes permitido alejarte de mí! ¡No puedes dejarnos a Teddy y a mí solos!

– Entonces, ¿Qué quieres?

– ¡Esfuérzate por conocerme para saber qué quiero!

– Kanato-kun, si te hago sentir mal entonces me alejaré de ti y te dejaré en paz.

– ¡NO PUEDES IRTE A NINGÚN LADO! –gritó

Tomó a la chica de las muñecas con brusquedad, la hizo levantarse de su silla y la acorraló contra el refrigerador. Ella soltó un pequeño quejido ante el golpe que dio su espalda contra aquel electrodoméstico.

– Ka-Kanato-kun...suéltame, me duele –frunció el ceño.

– ¡¿A quién le perteneces?! ¡Dilo!

– ¿Qué?

– ¡Dilo!

– A...A ti, Kanato-kun –dijo con cierta duda, en un intento de que él la soltara.

– Exacto. Me perteneces –tomó su rostro con una mano para que lo mirara.– Tú me perteneces sólo a mí, ya te lo dije...debes mirarme sólo a mí y sonreír sólo para mí...

– Lo sé.

Kanato mordió a la chica, succionando algo de su sangre, y lamió su cuello limpiando la sangre que corría de la herida.

– Tn-san...te quiero... –susurró en el cuello de la chica, soltando sus muñecas.

– También te quiero Kanato-kun –lo abrazó.– Eres mi sobrino y te quiero.

– ¡No me refería a eso! –la miró molesto y la tomó del cuello.– ¡¿Por qué me odias?!

– N-No te...odio...Ka-na-to...kun... –dijo con dificultad, mientras la respiración se cortaba.

– ¡Sí me odias! –sollozó.– ¿Por qué me odias, Tn-san?

– Ka-Kana-to-kun.

Todo se volvió negro para la de orbes esmeralda; cerró sus ojos y cayó inconsciente. Él la vio caer, y antes de que tocara el suelo la tomó en brazos.

– Teddy, ¿No crees que Hime-sama es bonita cuando duerme? –preguntó a su oso.

Kanato tomó a su oso, dejándolo en manos de la contraria, y caminó hasta su habitación; allí dejó a la chica en su cama y se sentó al borde de esta, mirándola, pasó su mano por el largo y sedoso cabello de ella y luego acarició su rostro.

– Tn-san... –susurró.

[Horas después]

Tn despertó sintiéndose más debilitada de lo normal; notó que había algo en sus brazos, y bajó la mirada encontrándose con Teddy, sintió también unos brazos rodeando su cintura por lo que se giró, encontrándose con un dormido Kanato que descansaba tranquilamente.

– Kanato-kun... –susurró.

Ella sonrió, abrazó más a Teddy y se acurrucó en el pecho del ojilila. Él había despertado unos segundo antes que la chica, pero fingió dormir para verla a ella dormir; cuando la ojiverde se acurrucó entre sus brazos, sonrió y la abrazó más fuerte.

– ¿Hm? –lo miró.– Kanato-kun –murmuró.

– Cállate –sentenció.

– ...Okay –susurró, cerrando los ojos mientras sonreía levemente.

Él se acurrucó, sin borrar su sonrisa. Ambos volvieron a dormirse.

Lilith 🍎 Kanato SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora