onze

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(Narra Cordelia)

Salí de la casa de Misty y me dispuse a ir a mi coche, un tanto intrigada por lo que había pasado esa tarde de clases, y también algo decepcionada al no haber hablado con ella como solíamos hacer habitualmente, ya que siempre lo pasaba muy bien en su compañía.

No era algo extraño que al no haber descansado mucho últimamente se quedara dormida esta tarde, al contrario, a cualquiera le hubiera podido pasar. Lo que me extrañaba era como se había sofocado de la nada, tan solo al dormirse, ¿sería del estrés?

Estaba tan metida en mis pensamientos que cuando menos me dí cuenta tenía el coche a pocos metros, por lo que me dispuse a sacar las llaves del bolso.

-¡Oh, mierda! - Solté - Me había dejado el bolso en la casa de Misty.

Ya que lamentarse solo iba a empeorar la situación me dirigí a su casa de nuevo, esperando que no estuviera dormida. Mientras volvía, más pensamientos no tardaron en apoderarse de mi cabeza. ¿Por qué me preocupaba tanto Misty? es cierto que me agradaba estar con ella pero, ¿sería quizás demasiado? ¿estaba sobrepasando los límites? ¿a mi... me gustaba Misty?

Y de pronto, al hacerme esa pregunta, todo comenzó a encajar. Encontré el motivo de por qué me parecía tan preciosa cuando sonreía y achinaba los ojos, de por qué sentía cosquillas en el estómago cuando le rozaba las manos. Empecé a pensar y a perderme en los recuerdos mientras miraba al cielo, me empecé a sentir ligera y me di cuenta de que, quizás, la clave a la felicidad estaba ahí, en ese pelo rubio que siempre huele tan bien.

¿Que estoy diciendo? ¿que me está pasando? es mi alumna, y es menor de edad. No puedo luchar contra eso, además, ni siquiera se si le gustan las chicas. Lo único que debo hacer es sacármela de la cabeza, hay demasiados límites entre nosotras.

Llegué a la puerta de Misty y toqué el timbre. Después de unos segundos, envuelta solo en una toalla de baño, me abrió la puerta.

-Perdona Misty, s-siento interrumpirte, es que me he dejado el bolso aquí. - Dije sorprendida por verla así, notando como la sangre empezaba a subir a mis mejillas.

-No te preocupes, pasa. - Dijo sonriendo y haciéndose a un lado.

Me acompañó a buscar el bolso, ya que aún no me sabía muy bien el camino a las habitaciones, y, al ver que no estaba en la sala del piano, fuimos a mirar en el salón.

-Pues no lo veo... - dijo Misty para luego agacharse un poco y buscar por si se había caído al suelo, dejando ver así un poco más de sus muslos bien formados, a los que no pude evitar mirar. ¡Contrólate, Cordelia, es tu alumna! - pensé. - ¡Cierto, quizás esté en la cocina! - Dijo Misty levantándose para luego ir.

Y estaba en lo cierto, cuando llegué a la cocina vi a una Misty orgullosa de sus dotes deductivos, apoyada en la encimera con una sonrisa, agarrando el bolso.

-Su bolso, señorita. - Dijo Misty extendiendo la mano para que fuera a cogerlo.

Caminé hacia ella sonriendo por lo linda que se veía, cuando, a pocos centímetros de llegar, resbalé, haciendo que quedáramos cara a cara.


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