- II -

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- Excelente -dijo en tono sensual, retirando su mano y acercando su rostro con la intención de besarme. Pero no lo hizo. Exhaló sobre mis labios y volvió a pararse en la cabecera de la cama.

- ¿Y qué tienes pensado hacer? -aventuré por la impaciencia que me estaba causando.

- Primero, pondremos reglas -dijo caminando lentamente hacia el reproductor de música. Una melodía de R&B alternativo comenzó a sonar a través de los parlantes de la casa-. Regla número uno: pase lo que pase, te quedarás quieta -expresó con firmeza- Regla número dos -dijo suavizando el tono parándose a un lado de la cama- vas a ver todo lo que yo haga cuando te lo ordene y...-

- ¿Hace cuánto que planeaste esto? -mi gran boca me ganó de mano y mi tono de extrañeza no pasó desapercibido. Otra vez él se limitó a sonreír, haciendo caso omiso a mi pregunta.

- Regla número tres -prosiguió- no dirás ni una sola palabra más.

- Pero... -quería saber que tramaba. Ya tenía el pulso acelerado por la expectativa y si seguía así, rompería en llanto de la impotencia.

- Shh, silencio dije -y golpeó sutilmente mi boca- no solo no debes emitir palabra, te aseguro que no podrás -y lanzó una pequeña carcajada mientras se colocaba nuevamente por encima de mi- ¿Estás de acuerdo? Esto será divertido, te lo aseguro -dijo en algo inseguro sin quitar su vista de mis ojos, expectante.

Me limité a asentir sabiendo que no podía decir nada más-. Bien, esa es mi chica -y besó mi frente mientras su mano se escabullía por entre medio de los dos, buscando el cinturón de mi bata. Y lo encontró.

- Esto me estorba la vista -deshizo el nudo abriéndola de par en par, dejando mi cuerpo al desnudo. La brisa que seguía entrando a la habitación me hizo dar un escalofrío- quieta -susurró al borde de rozarme nuevamente los labios.

Estaba flexionado a horcajadas sobre mí sin siquiera tocarme. Se alejó nuevamente para observar su presa con una mirada lujuriosa.

- y si que es una hermosa vista -dijo satisfecho posando su vista en mis abultados senos. Mientras, yo atinaba solo a observarlo.

Mi cuerpo había empezado a reaccionar a su voz persuasiva. El frío estaba comenzando a erizarme la piel.

Volvió a acercarse a milímetros de mi rostro y antes de que volviera a irse, estiré mi cabeza y tomé su labio inferior con los dientes, tirando de él.

- No... No...-dijo rozando su nariz con la mía- sigues rompiendo la primera regla y ahora, tengo que castigarte -ladeó la cabeza y atacó directamente mi lóbulo derecho. Primero besándolo, chupándolo y por último, mordiendo y tironeando de él, produciéndome un dolor tolerable que debí callar. Podía sentir su sonrisa en mi garganta, iba a seguir con mi cuello.

Mismo procedimiento, dejó una estela de besos, seguidos de pequeños mordiscos que me estaban inquietando del placer que comenzaban a producir en mí, pero intenté con todas mis fuerzas no moverme.

Bajó por mi pecho llenándolo de besos húmedos, solo podía ver su cabeza moviéndose lentamente hacia mis senos.

Estaba perdiendo mi autocontrol, si llegaba hasta mis ya duros pezones iba a retorcerme sin poder evitarlo. Puso sus manos a los costados y yo deseaba que me tocara como siempre, pero lo único que conseguí fue su tortura. Comenzó a succionar suavemente mi seno derecho emprendiendo un juego tormentoso y estimulante entre su lengua y mi pezón. Arqueó un poco la espalda y tiró sin piedad de él con sus labios. El dolor me hizo forcejear las ataduras contra la cama pero el nudo estaba bien hecho. Esbozó una leve sonrisa para luego darle la misma atención a mi seno izquierdo, haciendo que su lengua me diera el suplicio más placentero que podría haber imaginado.

- Quieta -me ordenó nuevamente pero el calor que reemplazaba al dolor había comenzado a expandirse, quedándome por dentro. Necesitaba más.

- To..Tocame -musité entrecortadamente apretando los ojos con fuerza y cruzando las piernas. Negó con la cabeza mientras bajaba aún más.

- Rompiste las otras dos reglas. Me estás haciendo esto más fácil de lo que creí -dijo con tono sensual y levantó la vista de mi abdomen - ¿Como debo castigarte ahora? -preguntó rozando su nariz de ida y vuelta.- Tienes una piel tan suave -. Me susurró. Aún seguía arrodillado ante mi y mis piernas pasaban por debajo de las suyas. Afirmó su postura y sentí, con un escalofrío, el toque de sus manos que contraían mis muslos para separarlos; sin dejar de depositar besos sutiles a lo largo y a lo ancho de mi pelvis.

Sabía en dónde iba a terminar esto y cuando lo hiciera me perdería completamente. Me importaba un bledo si me movía, lo miraba o gritaba por ello. La corriente eléctrica que estaba desembocando en esa zona, sin duda, me haría estremecer.

Se alejó de mi abdomen para escabullirse casi hasta el final de la cama y desde allí, comenzó a deslizar sus manos por lo largo de mis piernas, mis muslo, para detenerse justo en mi ingle. Me sentía tan expuesta y húmeda que de seguro ya se había dado cuenta. Pasó sus manos por encima y agarró fuertemente de mis caderas.

- Levanta la cabeza, quiero que me mires con mucha atención -dijo tramando su última jugada maestra. Empujó de mi hasta quedar casi sentada sobre las almohadas, dándome una vista perfecta de su objetivo- Ultima oportunidad, recuerda las reglas -la lujuria de sus ojos y su sonrisa destruían mis terminales nerviosas, concentrando toda la sensibilidad en mi intimidad.

Era su plan , perversamente delicioso y placentero.

Quería tocarlo, corresponderle, pero la atadura no me lo permitía.
Volvió a separar aún más mis muslos, de manera inconsciente los había cerrado.

Acercó su rostro a mi intimidad y exhaló sobre ella haciéndome retorcer. Con dos dedos abrió paso a mi clítoris hinchado. Cuando sentí su lengua pasar por encima un espasmo recorrió todo mi cuerpo. Arqueé mi espalda y solté gemido, recostando mi cabeza en el respaldo y apretando mis párpados. Forcejeé nuevamente, la sensación de placer era intensa. Hacia círculos y succiones para volverme desquiciada. Levanté mis caderas para acercarme más pero presionó hacia abajo para volverme a la posición inicial.

Levanté la vista y me encontré con sus ojos oscuros entrecerrados que me anunciaban cuanto estaba disfrutando verme así.

Acrecentó la velocidad de sus movimientos bucales y cuando estaba a punto de romper en el éxtasis más tortuoso de mi vida, se detuvo.

- Jin... -dije en un jadeo- por favor... -. No podía detenerse ahí, no en ese momento.

- Te gusta, ¿No es cierto? -dijo volviendo a soplar sobre mi intimidad. Me sentía tan impotente. Quería más. - Jin... -estaba por rogarle cuando sentí como introducía un dedo en mi interior-. ¡Ah! -exclamé tomando una bocanada de aire, volviendo a recostar mi cabeza en el respaldo de la cama. Tenía el pulso acelerado.

Comenzó a moverlo dentro y fuera de mí con movimientos apresurados mientras volvía nuevamente a lamer mi clítoris erecto. Quería tocarlo, pasar mis manos entre sus cabellos y presionarlo contra mí pero no podía. Volvía a perderme, otra vez al borde del orgasmo cuando introdujo un segundo dedo haciendo círculos. Mis gemidos resonaban por toda la habitación.

- Mírame -lujuria y perversión emanaban de esa mirada- quiero ver cuando te vengas en mis manos -e hice caso a su pedido. Un tercer dedo se abrió paso en mi interior disparándome directo al vórtice del placer, acompañado de un grito tortuoso que me dejó exhausta.

Cuando mi respiración se regularizó, él estaba recostado a mi lado, desatando mis manos. Dolían, pero había valido la pena.

Una vez liberada me tomó en sus brazos acunándome y me besó apasionadamente.

- Eres hermosa. A veces pienso qué fue lo que hice para merecerte -dijo acomodando mis cabellos con una sonrisa tierna en su rostro.

- Lo mismo digo yo -solté en tono de admiración, pegando su frente con la mía.

Nunca dejaría de sorprenderme.

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⏰ Last updated: Apr 13, 2017 ⏰

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