Acomodó mi silla para que tomara asiento. El arreglo de la mesa me recordaba a los más finos restaurantes que alguna vez había visitado en su compañía: en el centro, un florero corto decorado con rosas y cintas blancas de una manera muy delicada; dos biombos de plata brillante cubrían nuestra comida y con utensilios a los lados que hacían juego. Era toda una sorpresa por develar. Por último, nuestras copas y un champagne helado para beber juntos.

A pesar de que él siempre cocinaba, me encantaba cuando se tomaba tantas molestias para agasajarme y yo...bueno, no hacía lo mismo por él. Volví a pensar en que realmente debía recompensárselo más tarde.

— ¡Hey! ¿Por qué pones esa cara? —dijo en tono de preocupación deteniendo el ademán de quitar el biombo de mi comida. Era muy probable que le estuviera frunciendo el ceño inconscientemente.

— Nada —dije rápidamente volviendo a sonreír—. Muéstrame, quiero ver que hay debajo — y descubrió el plato expresando sorpresa.

Estaba impactada, decir que podía reconocer lo que estaba por comer, sería mucho. Pero se veía delicioso y la presentación era...perfecta. Como él. No podía ocultar mi cara de asombro. Debía reconocer que esto era lo suyo. Así que, no pude esperar más, tomé los cubiertos y probé un bocado: carne, estaba exquisita.

Me detuve en seco al darme cuenta de que no lo había esperado para comenzar. Levanté lentamente la mirada hacia su rostro, encontrándome con una complaciente sonrisa lasciva.

— No te detengas, adoro ver como lo disfrutas —dijo en tono ronco jugando con el doble sentido de las palabras. Como siempre, él sabía cómo provocarme.

— ¿Acaso te sigo provocando? —dije en tono irónico enarcando una ceja— dijiste que querías que comiéramos y eso hago. ¡Vamos, come! —le dije destapando su comida— Estas perdiendo el tiempo —le demostraba que yo también podía jugar a ese juego.

Ambos nos miramos y reímos muy fuerte. Daba gracias a que las residencias estaban separadas una de la otra y que aquella noche solo éramos los dos, la playa y la luna llena que brillaba en torno a un cielo estrellado. Era nuestro momento, único.

Mantuvimos una conversación amena en toda la cena. Jin sabía como hacerme reír con sus anécdotas y le encantaba representarlas de la manera más infantil. Nunca me había reído tanto con solo gestos, pero solo él era capaz de lograrlo.

Terminamos de cenar, estaba llena y muy feliz. Me levanté de mi asiento y caminé alrededor de la mesa hasta donde estaba sentado. Corrí su mano y la posé en mi cadera aprovechando el espacio para sentarme de costado sobre su regazo. Lo tomé del cuello con ambas manos y fije mi mirada seductora en sus hermosos ojos cafés.

— Feliz aniversario —le dije deslizando mis pulgares de arriba hacia abajo, acariciando su nuca.

— Feliz aniversario, mi amor —me dijo y con su mano libre tomó mi rostro, acercándolo al suyo para juntar nuestros labios. Al instante en que nuestras bocas se encontraron, la intención de beso viró de una tierna a una completamente apasionada, originando una sensación cálida que me recorrió por todo el cuerpo. No dejó de presionarme contra él hasta que nos apartamos ligeramente para tomar el aire que nos faltaba.

— Uff —exclamó con una sonrisa y una cara adormilada con los ojos entrecerrados. Mis caricias surtían ese efecto en él.

Me limité a suspirar. Mi corazón se estaba acelerando y sabía que si continuaba así tiraría todo lo que estaba sobre la mesa y haríamos el amor en el medio de la playa a la luz de las antorchas. La idea me excitó aún más de lo que pensaba y él se dio cuenta. Podía sentir su erección presionando contra mi muslo.

— Tengo que bañarme —le susurré a milímetros de su boca a modo de invitación. Él abrió los ojos y me miró pensativo, como considerando varias opciones para satisfacer su necesidad sexual. No tenía que pensarlo tanto, me iría a bañar de todas formas. Antes de que pudiera decir algo más, abrió la boca:

— Ve. Mientras, yo limpiaré todo esto —sinceramente, no era la respuesta que esperaba. Me dio un beso casto y empujó sutilmente de mi para que me levantara. Me había frustrado.

Caminé sin mirar atrás, estaba enojada y caliente. Apresuré el paso y crucé la casa hasta el baño hecha una furia, tanto que podría haber apagado todas las velas.

Cuando me despojé de mi conjunto deportivo me di cuenta cuan pegajosa estaba. Qué bueno que no había intentado nada más que venir hasta la ducha. El ensayo de baile que me había llevado todo el día, no solamente me había hecho bien anímicamente, ahora que tenía el agua fría calmando mi fulgor podía sentir lo cansada que estaba. Realmente no quería arruinar el final de esta velada romántica que Jin había preparado pero no sabría si ahora tendría fuerzas para... bueno, para gastar en otra cosa.

Tomé mi bata corta para cubrir mi cuerpo, enrollé una toalla en mi cabello para escurrirlo y peinarlo rápidamente. El baño me había relajado lo suficiente como para ir directo a la cama.

Salí sigilosamente y me encaminé a nuestra habitación. Aún seguía decorada como estaba horas atrás. Ver todo eso me hacía sentir una mierda por no ser más condescendiente con él. Siempre me hizo creer que era todo lo que quería en una mujer pero yo lo dudaba. Y aunque quisiera decir que por lo menos hacía el intento, estaría mintiendo. A poco si tenía tiempo para verlo. Mi carrera no me dejaba ser la "novia modelo" y eso en cierta forma me hacía temer sobre si realmente merecía estar junto a él.

Tenía que detener esos pensamientos que solo me harían caer en depresión.

Decidí recostarme sobre la cama, escondiendo mis manos bajo la almohada y cerrando los ojos para dejar paso al sueño.

Cuando los abrí nuevamente, noté que aún era de noche y las velas no se habían consumido emitiendo esa suave luz anaranjada. Obviamente, no había dormido demasiado. Quise incorporarme pero me sorprendí al ver que tenía las manos atadas a la cabecera de la cama. Me giré para quedar boca arriba y levanté mi cabeza para darme cuenta de cómo Jin me observaba desde el borde. Sus ojos se habían teñido de un tono negro lascivo y le brillaban como si estuviera llevando a cabo un plan de cacería. Y yo era su presa.

— Jin...—no podía ocultar el miedo que comenzaba a sentir— ¿Qué sucede?

— ¿Por qué lo preguntas? —dijo inclinando levemente la cabeza hacia un lado, sonriendo torcidamente.

— ¿Por qué me ataste? ¿Acaso quieres asustarme? —me estaba impacientando. Se estaba burlando de mi—. ¿Es porque me quede dormida? Realmente lo siento, yo... —pero antes de que pudiera explicarle todo como muy pocas veces había anhelado hacerlo, lo tenía posando su cuerpo sobre el mío, tapándome la boca con su dedo índice, otra vez.

— Shh... no quiero que digas nada. Quiero hacer algo contigo, por mi regalo de aniversario. Me lo debes —sonrió con suma lujuria— ¿Jugarías conmigo?

Tragué con dificultad. Esta era la primera vez que Jin me pedía algo así, de una manera tan extraña. Quería decirle que me soltara, que si tenía planes de hacer algo romántico o no, como fuera, estaba dispuesta a dárselo pero valiéndome de mi propia voluntad. Aunque mis pensamientos me recordaron que debía compensarle por todo lo que hacía por mí y esta, era mi oportunidad. Tenía que hacerlo.

— Si... —dije con toda la seguridad que pude expresar.  

Behind your lipsWhere stories live. Discover now