Capítulo dieciséis

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—¿Le robaste todo?

—Sí... No. La mayor parte de ese dinero lo había puesto yo, él ganaba porquerías.

—¿Cuánto dinero era?

—Tres millones y medio de dólares —abrí los ojos como platos.

¿Dónde está ese dinero? Pensé.

—Quiere que le devuelvas el dinero —afirmé y ella asintió, aún sin mirarme.

—Lo deje con las manos vacías. Decidí volver de nuevo a la ciudad que me vio nacer estuve pagando el alquiler de un pequeño apartamento. Cuando el dinero se hizo más escaso, contacté a Brianna y estuve viviendo con ella hasta que llegué aquí contigo. Estuvo llamándome todo este tiempo, le contesté algunas veces, siempre me decía que me iba a hacer pagar por todo el dinero que le había robado —volvió a llorar. Giró su cabeza y me miró—. Va a matarme, Chad.

—Lorianne, él no va a matarte, él sólo está muy enfadado y...

—Lo conozco, Chad. A veces se enfurecía tanto que... se volvía loco —continua llorando.

—No te hará nada.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?

—Porque yo no permitiré que te pase nada, ¿de acuerdo? —encendí la luz de la lámpara, para poder mirarla mejor—. Estarás bien, te doy mi palabra.

—Esto es una locura —se sentó en la cama y puso sus codos en las rodillas y las manos en el rostro de nuevo.

—Sí, suena como una película —me senté también y la miré.

—No hablo de eso, hablo de esto —su mano se movió en el espacio entre ambos, señalándonos.

—No lo comprendo —confesé.

—Es como el karma, ¿sabes? —me miró— Yo te traté como una mierda y te hice sufrir demasiado... Ahora alguien me lo hace a mí.

No sabía qué decir. ¿"Sí"? No, era una pésima idea. Cualquier cosa que se me ocurriera responder, podía ser malinterpretado por ella y eso era lo que menos quería en ese momento.

—Yo... soy una estúpida. Fui una estúpida —trató de limpiar las lágrimas de su rostro, pero no podía dejar de llorar.

Me levanté y fui hacia el baño, para volver con una caja de pequeñas toallas de papel. Ella las tomó y limpió los rastros de lágrimas de su rostro.

—Lo mejor será que descanses —dije.

 
Ella se acostó y la arropé con su manta. Apagué la luz e hice lo mismo. La habitación quedó en silencio en ese momento.

—Gracias, Chad.

 
No respondí.

¿Qué podía decirle? Ella sentía que era un karma en su vida, que todo lo que me había hecho se le estaba devolviendo. No sabía si era cierto, nunca había creído que el karma existiera, pero si comparabas ambas situaciones, siempre salía sufriendo alguien. En la primera situación, el afectado fui yo, por culpa de Lorianne. Y en la segunda situación, Lorianne era la afectada.

¿Karma? No sabía, para mí era mejor llamarlo casualidad.

*

   
Al amanecer, ella seguía dormida. Su despertador no había sonado y el mío estaba apagado desde hacía vario tiempo ya, así que supuse que no iría a trabajar.

Me levanté a abrir las cortinas, pero recordé lo mucho que le disgustaba que yo hiciera eso, así que solo salí de la habitación.

Bienvenida Otra VezWhere stories live. Discover now