Capitulo 12

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EL AMOR HABLA

En la calle cubierta de nieve, avanzaba Liliana del brazo de lord Stanville. Empezaba a hacerse noche y se habían ya encendido la lámparas eléctricas. Hugo observó:

- El tiempo parece mejorar, esta noche.

Liliana contestó maquinalmente:

- Sí, es verdad.

Hugo la miró un momento con atención y luego preguntó:

- ¿Qué tienes, Liliana? Parece que estás preocupada.

Ella elevó hacia él su mirar emocionado.

- He tenido que producir una pena y esto me es muy doloroso.

- ¿Una pena? ¿Y cómo es eso?

Llegaban en aquel momento al ángulo que formaba Stanville-House entre la plaza y la calle. Al ver que la joven dudaba en contestar, Hugo añadió:

- Me figuro lo que es. Vamos a hablar de esto, Liliana.

Entraron en la casa, subieron la escalera, y luego, invitada por lord Stanville, Liliana le siguió a su despacho.

Hizo sentar a la joven en un diván de cuero y él hizo lo mismo junto a ella.

Sus dedos firmes y dulces cogieron la manita tibia al calor del manguito, en tanto preguntaba, inclinándose un poco hacia su pupila:

- Y bien ¿de qué se trata, Liliana? Explica esto a tu tutor.

- Joe se me ha declarado mientras paseábamos por el jardín, yo me he quedado extrañada, y muy apenada al tenerle que herir con una negativa.

- ¿Te has negado? ¿Sin dudar? ¿Sin dejarle la menor esperanza?

Los ojos de Hugo,ardientes y un poco ansiosos, se fijaban en la bella mirada, clara y sincera de Liliana.

Esta añadió:

- ¡Oh, sin dudar, categóricamente! No quise que el pobre muchacho conservara la menor duda... y le he dicho que le quería mucho, pero nunca se me ocurriría la idea de casarme con él. ¡Ah! no, pobre Joe, tan bueno, pero tan débil, sin seriedad acostumbrado a despilfarrar, a la vida un poco bohemia. Y, además, soy muy joven para pensar en casarme. ¡Ya tengo tiempo para ello! ¡Antes debo crearme una posición!

Hugo, sonrió ligeramente:

- Si yo te lo permito.

- ¿Cómo?

- Ya hablaremos de esto... Así, pues, has desengañado a Joe. La verdad es que ha tenido mucho valor de dirigirte semejante demanda, no teniendo posición alguna que ofrecerte, porque vive al día. ¡ Valiente protección la de ese muchacho! No, la verdad es que nada le detiene.

El tono de desdeñosa ironía con que hablaba Hugo, llevó a los labios de Liliana una calurosa réplica:

- No ha reflexionado, estoy segura; ha seguido simplemente el impulso de su corazón. Las cuestiones prácticas no existen para los O'Feilgen.

- Sí, viven siempre en ensueños. Pero ya ves con esto a qué resultado llegan.

- Ciertamente ; no se les puede imitar en esta cuestión. Pero son tan buenos, que uno olvida fácilmente sus defectos.

- Sobre todo han sido buenos para ti, Liliana... ¡Para ti que no has sido feliz aquí!

Ella bajó un poco los ojos.

Hugo, con voz baja y temblorosa, dijo;

- Sí, ya sé que no quieres acusar a nadie. Pero hace algún tiempo que yo me he dado cuenta de lo que ha sido tu existencia en esta casa.

La casa de los RuiseñoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora