Capítulo 5: Tomando de nuevo las riendas.

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El clima de hoy es bastante agradable a pesar de estar en pleno otoño. El viento es frío, pero no helado. El sol calienta, pero no quema. Sin duda es un muy agradable día.

Anubis se encuentra dormido en este momento dentro de su habitación. Son las dos de la tarde y, juzgando por sus ojeras, tuvo un duro día de trabajo anoche en el bar...

Pero sus ojeras no son lo único que se deja lucir plenamente en su cara, también tiene una pequeña herida en su mejilla derecha. Y parece ser reciente...

El despertador suena, Anubis saca su brazo derecho de entre las cobijas y apaga el molesto artefacto dándole varios golpes hasta dar con el botón de 'off'. El moreno se sienta y estira sus brazos mientras bosteza muy profundamente. Cuando se logra poner sus pantunflas, el chico camina hacia el baño para lavarse la cara y nota en el reflejo del espejo su herida en el rostro.

— Maldición... — Dice irritado el joven al acercarse más al espejo para mirarse mejor. — Bueno, ni modo. — Acto seguido abre el grifo y comienza a lavarse el rostro con calma para evitar abrir la cortada en su mejilla.

Después de eso y después de haberse vestido con algo más decente que una playera vieja y un par de boxers, Anubis sale de su habitación, baja las escaleras y se dirige a la cocina para encontrar a su madre lavando platos. Pero hay un pequeño cambio: ella no tiene el bastón consigo...

— Buenos días. — Dice el moreno sarcásticamente.

— ¿Cuáles "buenos días", tú? — Contesta la mujer con una sonrisa al ver a su hijo, quien se le acerca para darle un beso en la mejilla. — ¿Descansate bi-? ¿Qué es eso en tu cara? — La madre cierra la llave del agua, se seca las manos rápidamente y toma el rostro de Anubis. — ¿Cómo te lo hiciste?

— No es nada, ma'. No te preocupes tanto. — Le sujeta las manos y da un paso hacia atrás. — Cambiando de tema: ¿qué hay de comer?

— ¡No, no, no! - Habla la morena no muy contenta. — ¿Qué te pasó en la cara? ¿Por qué tienes eso?

El chico suspira. — Una pelea.

— ¡¿Pelea?! ¿En dónde? ¿En el bar?

— Sí, pero era inevitable. — Dice al mismo tiempo que abre el refrigerador.

— La violencia siempre se puede evitar, en especial si sabes que saldrás herido. — Dice seriamente.

Anubis saca una lata de jugo, cierra la puerta del refrigerador y vuelve a suspirar, ésta vez un poco más pesado...

— Como a eso de las tres de la mañana ya casi no había nadie en el bar y me fui a una mesa con unos amigos a platicar. Un sujeto se acercó a Sonia e intentó invitarle un trago, ella dijo que no, el tipo quiso convencerla más y de plano me hartó. Le dije que si una mujer no quería aceptar su oferta pues que simplemente la dejara, el sujeto se enojó y nos terminamos peleando, pero otros compañeros del bar me ayudaron a sacarlo de ahí al poco tiempo. Como veinte minutos después cerramos el bar...

La madre mira fijamente a su hijo con enojo reflejado en sus ojos.

— No deberías hacer ese tipo de cosas, — Dice la madre seriamente. — un día terminarás en el hospital ¡o peor!

— ¡No me dejó de otra! — Replica alzando un poco la voz. — ¡Sonia le dijo varias veces que no quería nada y él siguió chingando! Tenía que hacer algo sino seguro y la atacaría a ella o a Zarún.

— ¿Zarún...? — Pregunta la morena algo confundida. — ¿Por qué ese nombre me suena familiar...?

— ¡Oh rayos! — Dice Anubis al colocar su mano derecha en su frente de inmediato. — ¿Qué acaso no te conté? ¡Zarún regresó! — Dice alegremente.

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