Capítulo 4: Un rostro conocido.

4 0 0
                                    

Son las tres de la tarde de un domingo. Dos semanas han pasado desde que Anubis tuvo que rechazar a aquella pelirroja, Laura. Por el momento todavía se siente un poco mal por haberlo hecho, pero desde que cortó su relación con su ex novia, a Anubis no se le ha hecho nada sencillo volver a las riendas de la conquista de mujeres.

Él estaba llegando a pensar que ella sería con la que algún día se casaría. Pero un día, mientras él paseaba por la calle, se topó con su ex con otro sujeto. Ambos lucían muy felices, pero no supo de qué trataba exactamente sino hasta que vio a su "gran amor" besándose con aquél otro hombre.

Ese día sintió el corazón en la garganta y su estómago retorcerse en su interior. Sintió como si esos dos años y diez meses que estuvieron juntos fueran tiempo desperdiciado. "¿Ahora qué hago?" "¿Cómo recuperar mi tiempo que desperdicié con ella?" Se preguntaba constantemente por semanas y semanas después de haber terminado su relación...

Ahora el joven se siente mucho mejor, pero no totalmente bien. ¿Por qué? Eso es algo que ni él sabe. Han pasado tres meses desde que ya no está con ella y piensa que ese es tiempo suficiente como para estar sin preocupaciones. Pero hay algo en él que simplemente no cuadra. Siente que le falta algo... Pero no sabe exactamente qué es.

En este momento el muchacho se encuentra caminando en la calle después de hacer unas cuantas compras para llegar a su casa y preparar de comer. Al caminar mira hacia arriba; ve los árboles, los pájaros, las extrañas formas de las nubes. Siente el viento golpear en su cara, el sonido de los automóviles resuena en sus oídos. Se tranquiliza y sonríe un poco.

Anubis llega a su hogar y coloca la bolsa de mercado en la barra de la cocina. Al voltear a la sala, ve a su madre recostada en el sofá con un libro entre sus manos. El muchacho se acerca y la sacude ligeramente. La mujer despierta.

— Ya llegué. — Dice el ojos cafés.

— Ah, hola hijo. — Le sujeta el rostro y le da un beso en la mejilla. — Me quedé bien dormida, ¿verdad?

— Sí. — Sonríe. — Traje para hacer de comer.

— Oh no, come tú hijo, yo no tengo hambre.

— ¿Estás segura?

— Sí. Yo me iré a acostar, me siento muy cansada. — Agarra su bastón y se levanta despacio. — ¿Qué día es mi cita con el médico?

— Este miércoles que viene. Pero no es una cita, es tu operación. — Se coloca a un lado de ella para ayudarla a caminar.

— ¿En serio? Huh... pensé que sería en varios días más.

— Si fuera en más días tu pierna se pondría peor...

— Lo sé... — Empieza a caminar en dirección a las escaleras. Las sube despacio con ayuda de su hijo.

Al llegar a la habitación, ella se acuesta en su cama y Anubis la cubre con las sábanas.

— ¿Necesitas algo, 'ma?

— No, estoy bien hijo. Gracias. — Le da otro beso en la mejilla. — Ya ve a comer.

— Okay. Que descanses. — El joven se encamina a la puerta, sale de la habitación y cierra la puerta detrás de él.

Anubis baja las escaleras y se dirige a la cocina. Saca de la bolsa diferentes tipos de verdura, una botella de salsa y una bebida energética. Agarra algunas de las verduras y las lava para poderlas cocinar.

Pasa el tiempo hasta que se hacen las cinco de la tarde. Anubis se encuentra sentado en el sofá, viendo la televisón después de haber comido. De repente suena el teléfono y él contesta.

EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora