Epílogo

1.5K 168 42
                                    

Último capítulo (I)


La brisa, el olor del agua.

Me golpea las manos, las mejillas, mis pestañas

Cada cabello claro asume su propia autonomía

 y se deja arrastrar,

se envuelven, se atrapan, se estiran y tensan.

El viento me golpea las piernas, me eriza la piel

Siento una magia recorrer la punta de mis dedos,

Me deshago y vuelvo a armarme,

Estiro el cuello,

Y me siento eterna,

 me siento frágil y me siento titán

Estiro los brazos y suspiro.

Siento que voy a echar a volar.

Me convierto en mariposa

y me dejo llevar.

Jimin

Me estaba aburriendo como una ostra.

Sí, exacto, como una ostra.

Mis dedos no daban más de sí, había estado jugando a uno de esos juegos árcade del móvil y me dolían los pulgares como si hubiese estado apretando el botón de reinicio del tamagochi sin la ayuda de un imperdible durante un año entero.

¿Exagerado verdad?

Pues si quiera era una quinta parte de lo que me aburría.

Los chicos habían decidido pasar el día de libertad fuera de casa -incluso Yoongi -, pero yo estaba demasiado cansado como para pensar en dejarme arrastrar fuera del sillón, donde estaba medio tumbado, medio...

Mi madre solía decirme que debía sentarme bien en los sitios, que si no lo hacía me darían dolores de espalda. Pero mi madre había dicho otras mil cosas más que seguramente habría acabado obviando.

Así qué desde aquella no tan cómoda posición, revisé la sala de estar en busca de cualquier cosa que pudiese entretenerme, aunque fuese al menos por diez minutos, no pedía más.

Jungkook estaba en la habitación que quedaba en mi campo de visión, echado sobre la cama y seguramente igual de aburrido que yo.

Me levanté resignado, sabiendo que sí no era yo el que intentase hacer vida social, el mocoso se pasaría la tarde escuchando música sin tener ningún problema al respecto.

Donde estaba Taehyung cuando necesitabas algo de acción.

—Kookie...— Estaba boca arriba, con los enormes cascos puestos y los brazos sujetando su cabeza —Kooooookie...— movía los labios al ritmo de la música demasiado alta y de vez en cuando se le escapaban notas musicales de la boca. —¡Jungkookie!

Y me tiré sobre él, básicamente porque era divertido.

—¡Jimin!

Y después volvía a su posición sin agregar nada más. Era tan tranquilo cuando estábamos en casa que daba bastante envidia.

Yanghwa - Park JiminKde žijí příběhy. Začni objevovat