~Capítulo 10~ Comienzan los juegos

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Sentía que me sacudían. Sabía que me querían despertar y sabía para qué. Pasó por mi mente fingir estar muerta, pero sabía que no sería lo mejor para mi ni para mi familia, así que, aterrada, me levanté de la cama. Quien me sacudía era Cecelia, ni bien me vio despierta solo me abrazó con fuerza. No pude no corresponder, ella siempre ha querido protegerme y me lo ha demostrado todo este tiempo.

-Vamos Marcia, tenemos que llevarte a la nave- se retiró de mi habitación. Miré el lugar por última vez. Me levante y me coloqué la ropa que me habían dejado al lado. Un pantalón ceñido al cuerpo, unas botas negras y cómodas, y una remera negra.

Me dirigí al baño para atarme el pelo en una cola de caballo alta, me lavé los dientes y la cara. Al estar lista me encaminé a la sala de estar, donde todos estaban. Walizka se despidió de mi con un fuerte abrazo y un beso en ambas mejillas. Me deseó suerte y luego me tendió una manzana para que desayunara.

Fui comiendo la manzana en el trayecto a la nave en que nos llevarían a todos los tributos hasta una bese en que luego saldríamos a la arena. Xavi y yo nos separamos de Octavio y Cecelia. Subimos a la nave, lo miré a los ojos con un poco de pena, el miedo no dejaba que otras emociones se hicieran sentir. 

-Suerte, Xavi- me miró a los ojos, noté que también estaba asustado.

-No olvides lo que te prometí, te quiero Marcia- le dediqué una sonrisa débil, aún en esta situación el seguía pensando en mi. Aún cuando estaba enojado conmigo por el tema de Cato, sin duda era un chico que no se merecía esto.

-Yo a ti, Xavi- tuvimos que terminar de subir a la nave, nos asignaron asientos separados.

Todo en la nave era gris oscuro. Las sillas contenían un cinturón de seguridad. Me senté, no eran muy cómodas, pero supuse que no sería muy largo el trayecto. Una señora comenzó a inyectarnos algo en el brazo.

-¿Qué es eso?- le pregunté a la chica que tenía al lado mío, era la tributo del distrito 5.

-El rastreador- ni siquiera me miró a los ojos, se veía bastante nerviosa, me sorprendió que siquiera me respondiera. Le asentí en respuesta.

Llegó mi turno. Le tenía miedo a las agujas, pero eso, no era una aguja, sabía que me iba a doler. Busqué con la mirada a Cato mientras cedía mi brazo a la mujer. Él ya me estaba observando. Me susurró con los labios un "todo va a estar bien". Aunque era animador, sabía que no sería así. Que me colocaran el rastreador fue un gran dolor, pero me consolé pensando que no sería el peor.

La nave inició su viaje. Me mantuve buscando tranquilidad en la mirada de Cato, el estaba como si nada fuera a pasar, era tan fuerte que por un momento lo envidié. Pero lo tenía para que me cuidara, y eso era aún mejor. Sabía que notaba lo asustada que estaba, era tan feo no poder ser apoyada en este momento, y no podría tener ninguna ayuda hasta que estuviera en la arena y me encontrara.

El viaje fue corto, pero el suficiente tiempo para que mi corazón se acelerara al punto de sentir náuseas. Esperaba no marearme, no quería morir tan rápido. Nos hicieron bajar y nos dirigieron a todos en direcciones diferentes, no quería perder de vista a Cato, pero fue inevitable. Me hicieron entrar en una habitación.

Observé el sitio, todo era gris, y en un extremo se encontraba un tubo grueso y transparente en una plataforma, por allí saldría a la arena. Me di cuenta de lo cerca que estaba del matadero, y que yo era parte del ganado. 

Parado frente a mi se encontraba Octavio. No lo pensé dos veces antes de dirigirme a él y abrazarlo con fuerza, comencé a llorar, mostré lo asustada que estaba, aunque era obvio a la vista. En seguida me devolvió el abrazo, acariciándome el pelo y tranquilizándome con su voz.

ʟᴏᴠᴇ ɪɴ ᴛʜᴇ ʜᴜɴɢᴇʀ ɢᴀᴍᴇꜱ ~ ᴄᴀᴛᴏ ʜᴀᴅʟᴇʏ & ᴍᴀʀᴄɪᴀ ᴘʀᴏʜᴀᴄᴇ {EN EDICIÓN}Where stories live. Discover now