Los Juegos del Hambre, esa fría competencia en la que lo que algunos se divierten mientras que otros sufren. Hasta ahora el Capitolio ha conseguido mantener a los distritos bajo sus garras, imponiendo las reglas de cosecha para los Juegos del Hambre...
Me desperté con tranquilidad, por fin. Observé el reloj electrónico apoyado sobre la mesa de noche a mi lado, marcaba las 12.00. Siempre me levantaba temprano en mi distrito, estaba acostumbrada a ello para dedicarme a las tareas diarias, por lo que me aombró despertar a esa hora. Aunque, siendo sincera, disfruté esas horas de sueño extra, era consciente de que me vendrían muy bien para los juegos.
Con pereza y sintiendo nuevamente el cansancio y el entumecimiento en mis músculos, me levanté de la cama y me dirigí al baño. Salí de allí fresca y con un delicioso olor cítrico en la piel. Me coloqué ropa cómoda, a modo de permitir que mi cuerpo no se sintiera presionado o adolorido.
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Tomé un abrigo ligero de hilo y me lo puse sobre los hombros. Dejé mi cabello suelto y al natural, no queriendo perder tiempo en peinarme. Tomé otro libro de estrategia sin prestar atención siquiera la título, para dirigirme al comedor, solo quería tener algo en que concentrarme luego de comer. Al llegar ya estaban todos en la mesa, sabía que a Walizka no le agradaba en lo absoluto que me retrasara, pero se lo aguantaba muy bien. Tomé asiento al lado de Cecelia.
-Buenos días dormilona- me dijo Octavio, le devolví la sonrisa que el me dirigió. -Les diré sus horarios de hoy. Las pruebas comenzarán 15.00, y avanzarán por orden de distrito, deberán estar allí desde el inicio. Tendrán 10 minutos para dar lo mejor de sí mismos. Cuando terminen tendrán una hora de descanso, luego los arreglaremos para las entrevistas, que comenzarán a las 20.30. ¿Alguna duda?- me encontraba nerviosa, lo cierto es que no sabía que debería hacer en ninguna de las dos ocasiones. Xavi y yo negamos con la cabeza ante la pregunta de Octavio. Sabía que a él le iría bien, físicamente hablando es muy apto, y sus palabras encantan a cualquier público, no había forma de que fallara.
-Bien, buen provecho niños- Walizka habló. A pesar de que era nuestra representante no se encargaba demasiado de nuestros itinerarios, creo que era más bien un apoyo moral, como una compañía comprensiva y cariñosa que conseguía rápidamente entablar una relación con sus tributos. Es cierto que no se puede decir que tengamos una amistad con ella, pero si confiamos y nos sentimos a gusto.
Mientras comíamos Cecelia y Octavio se encargaron de acosejarnos sobre qué hacer en las pruebas y en las entrevistas. Me mantuve atenta y pensé de qué forma podía aplicar yo sus sugerencias con mis habilidades y lo que había aprendido en los últimos días. Tenía que sacarle el jugo a estos momentos y tratar de obtener patrocinadores, tenerlos o no podía significar la vida o la muerte en la arena.
Comí hasta sentirme bien satisfecha. Fue una comida amena, conversamos todos y no hubo silencios incómodos. Xavi de vez en cuando me observaba, y yo le devolvía la mirada, pero nada más que eso, no nos hablábamos directamente, sino que interveníamos en las mismas conversaciones. Fue muy interesante escuchar las opiniones de Walizka y de Octavio acerca de la vida en el Capitolio, formaban parte de él, aceptaban sus costumbres, pero sin embargo, tenían sus propias opiniones y no se callaban su desacuerdo en ciertos aspectos.
