It's You Again

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{ Harry }

He llegado a la "famosa" ciudad universitaria del que todos hablan en este desconocido estado. Se ubica en Kansas, Wichita. Por lo poco que supe, es llamada ciudad universitaria porque hay un gran campus de facultades al final del estado, casi como una pequeña ciudad escolar. Es inmenso, por lo que veía. No era broma de que era grande. Ahí adentro se encontraba muchas carreras, y además los famosos departamentos donde los universitarios se hospedaban junto con otros estudiantes. Como el campus está muy retirado del centro y sobre todo está al final de la ciudad, por eso mismo pusieron departamentos solo para estudiantes de este campus. Para que las cosas resultaran más sencillas y no tuvieran que trasladarse de un lado a otro.

Por lo que también supe, aquí había gente del todo el mundo. Como por ejemplo: yo. Yo nací y crecí en Londres, Inglaterra. Ahí estuve en buenas escuelas y tenía muchos amigos, solamente que me vine a estudiar aquí porque... me interesó. Había oído hablar de este gran campus, me pareció bueno para mis estudios. Mentira. Vine aquí solamente porque no aguantaba a los tontos de mis padres. ¿Qué mejor que en un estado algo desconocido y del otro lado de donde vivo? No parece tan mala idea.

Sólo había una mala idea.

¿Cuál mala idea?: Compartir habitación. Odio compartir. Joder, soy algo egoísta. Lo admito, no ando con tonterías. Realmente soy un capullo con mis cosas, y mezclarlas con los de otra persona será peor. Pero bueno, tenía que conformarme si quería "estar" aquí. Hay muchos estudiantes, nadie puede tener habitación para sí mismo cuando realmente hay muchos estudiantes en espera. Tuve suerte al obtener un espacio.

Llegué con mis maletas al edificio 2, que era el edificio de mi departamento seleccionado. Fui a la pequeña recepción, en donde vi a una anciana tomando café mientras tecleaba en su computadora. Fui hasta allá y le entregué mis carpetas que contenían mis documentos. Los solté de golpe encima del mostrador, ella me miró sin expresión alguna. Qué vieja.

— Soy, ¿el nuevo? Deme mi llave — mostré una sonrisa forzada. Ella suspiró pesadamente y checó mis papeleos. Después, buscó en la computadora y finalmente me tendió una llave.

— En la llave dice el número de habitación. Bienvenido, señor Styles — pronuncia para después seguir en lo suyo.

Qué maleducada. ¿Todos serán así aquí?

— Le hace falta sexo, señora — dije de mala gana. Huí de todas maneras con mis maletas.

Topé con el cuerpo de una chica. ¿Por qué lo sé? porque sentí sus senos en mi pecho al momento de chocar. Le vi, ella me sonrió rápidamente.

— Hola, guapo — me sonrió coquetamente, miró mi maleta y después mi entrepierna — ¿Nuevo? — me mira a los ojos.

— Por supuesto. ¿Me das una bienvenida? — respondí con una media sonrisa.

— Sí. Una buena bienvenida. — cogió mi mano y me llevó al ascensor.

Me invitó para conocer su departamento, podría decir que pasamos un buen rato si saben a lo que me refiero. Más tarde regresé para tomar mis maletas ya que las había dejado en recepción por andar de calenturiento.

Con una sonrisa satisfactoria, cojo mis cosas. La vieja sin sexo las tenía guardadas. No me las quiso dar pero me las dio de todas maneras porque ya no quería tenerme ahí con ella molestándola.

Vuelvo a chocar con otro cuerpo, pero esta vez no sentí nada. Oí un grito femenino, y algo caerse al suelo. Todo fue tan rápido, ni siquiera me di el tiempo de analizar las cosas. Miré, y vi a una chica frente a mí. No me miraba, ella veía con shock su desayuno tirado por el suelo. Café tirado; donas pegadas en el suelo; fruta esparcida. Volví a mirarla, ella me miró ahora sí. Su expresión reflejaba furia. 

— ¡Fíjate por dónde vas, idiota! — me gritó — Tiraste mi desayuno — dijo, sus ojos estaban brillosos.

— Yo venía ocupado, fíjate tú, pequeño duende — me burlo de su estatura, sus puños se aprietan — Adiós.

Me voy yendo, ni siquiera le miro. No iba a ayudarla, ella no se fijó. Todo eso quedará en el pasado para mí.  Ahora, me voy a mi cuarto.

Por fin llego a mi habitación. 126. Todos los pasillos eran iguales. Me fui en ascensor, aunque éste me dejó un piso antes. Llegué, coloqué mis llaves en la cerradura y abrí la puerta. Todas las luces estaban prendidas. Cerré la puerta detrás de mí y dejé mis maletas en la apretada sala. Sería malo husmear pero de todos modos lo haría. Entre a la habitación. Había una litera. ¿Compartiría una pequeña habitación con una litera? Quise gritar de enojo. Era ridículo. Este cuarto era pequeño. No, este departamento era pequeño. Joder, además la parte ocupada de la litera, que era la de abajo, estaba llena de peluches ñoños. Olvidé ese detalle y abrí un cajón. Suerte. Era ropa interior femenina. Cogí un sostén rosado con dibujos de corazones rojos. Era lindo. No pude evitar reír. ¿Iba a compartir mi habitación con la de una niña? Usualmente las chicas de esta edad usan tangas o ropa interior con encaje negro, pero no de animalitos o de figuras animadas, que era lo que esta chica tenía. De todas maneras cogí el sostén de corazones y lo guardé en el bolsillo de mi saco.

Vuelvo a la sala. Había una pequeña cocina, un pequeño sofá, un diminuto refrigerador. Todo era pequeño. Qué más da. Tenía que acostumbrarme a esta mala vida.

— Espero que la chica sea sexy — murmuro para mí mismo. Tenía esperanzas, pocas, pero las tenía. 

En eso, la puerta se abre. Y era nada más y nada menos que la chica que le tiré el desayuno esta mañana, pero esta vez tenía uno nuevo. Ella parece no mirarme, pero cierra la puerta y sus ojos chocan con los míos cuando voltea.

My Room, My Rules | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora