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—¿Estás seguro de esto, Yoo?—preguntó el hombre de traje arqueando una ceja.  Estaba acompañado de dos hombres: un afroamericano y un japonés con una expresión extremadamente dura.

—Primero quiero asegurarme de que ella está bien.—contesté de la forma más seria y tranquila que pude. Estaba siendo comido cada vez más por el pánico y no podía dejar que eso ocurriera. Y menos justo al frente de ese hombre, sabía que me tenía en sus manos y que sería capaz de hacer todo lo posible para tener a mi hermana de nuevo en mis brazos.

Jooheon largó una carcajada burlona fingiendo que se limpiaba una lágrima con el dedo índice, cagándose totalmente en mí.

—Lo siento, pero eso no es posible.—río él.— ¿Cómo sé que no nos atacarás y te la llevarás lejos?

—Bueno...—alcé mis brazos dejando que mi camisa negra se levante un poco dejando ver apenas mi abdomen.— estoy totalmente desarmado y solo. Tú tienes la ventaja ya que tienes a dos hombres detrás de ti, contando las armas que seguramente debes estar guardando o debajo de tu ropa o en la camioneta. Ahora, ¿dónde está mi hermana? Si no me aseguro de que está sana y salva, no hay trato.

Jooheon me miraba serio, con los ojos clavados en mí como alfileres y su cabeza ladeada. 

—Lamento decirte que ella no está aquí ahora mismo.

—De acuerdo, entonces...—casi me doy la vuelta para marcharme, cuando...

—Pero podemos llamarla.—me interrumpió mostrando su móvil con una sonrisa torcida y maliciosa. Yo asentí metiendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón, rogando internamente de que no le haya pasado nada malo, aunque eso era totalmente imposible teniendo en cuenta de que no tenía ni la más puta idea acerca de las intenciones de aquel maldito ojos de alcancía. Jooheon marcó el número y lo puso en altavoz, esperando a que contestaran.

Se oyó un timbre, luego dos, luego tres. Se hacía eterno, mi paciencia se estaba acabando. Fue en el quinto tono donde por fin habían atendido al bendito móvil.

— ¿Jooheon? ¿Dónde estás amor? Te necesito tanto, cariño.—se escuchó al otro lado a Changkyun, su pareja de dos años menor que él, con un tono demasiado meloso. Hice una mueca de asco al oír la forma en que le contestó, con aquella voz de necesitado sexual. Él es muy empalagoso cuando se trata de su novio y es algo de lo que no puedo soportar. La forma en la que le habla es solo una pequeña parte.

—Pásame con la niña.—Jooheon me miró serio como si me estuviera asesinando, hablándole de una manera brusca a su pareja, cosa que no pasaba muy seguido.

— ¿Qué? 

—Kihyun está conmigo ahora mismo y si no se asegura de que ella está bien...  —lo interrumpió Jooheon a su novio. Caminé hasta él y le quité el móvil de la mano con brusquedad, cansado de toda esta mierda, dispuesto a hablar.

Hace varios días que venimos dando vueltas con respecto a este tema, y ahora que por fin me había decidido a hacer lo posible por traer de vuelta a mi hermana sana y salva, me saltan con todo esto. De que no está, que si estoy seguro, que las llamadas, que el idiota necesitado de Changkyun... una puta mierda.

A pesar de que si hablaba de lejos Changkyun me escucharía perfectamente, la ira se apoderó de mí e hizo que actuara así. Lo que más quería en ese momento era golpear a alguien. Lo haría de no ser porque habían cinco hombres que no tenían pinta de ser muy agradables y que mucho menos eran unos palos con patas. Tampoco parecían ser de esas personas que me dejarían con vida, como mínimo, por ponerles un dedo en cima. Prefería controlarme y no arriesgarme. Hacer algo brusco delante de sus narices hace notar o muy poco que valoras tu vida y lo mucho que deseas suicidarte.

Fighter [KiMin] [Monsta X] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora