Capítulo uno

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« Harry's POV »

Bufé al darme cuenta de la hora que era, iba a llegar tarde al instituto de nuevo. Estaba seguro de que si volvía a llegar tarde a la clase de Historia, el profesor iba a hacer que me expulsaran por una semana. Y si aquello ocurría, no aprobaría el curso. Y si aquello ocurría, tendría que pasar otro año más en aquella prisión, y no podría soportarlo. Haber repetido un curso ya era suficiente, no quería repetir otro. Así que me levanté de la cama tan rápido como pude, corrí a mi armario, poniéndome unos tejanos. Luego agarré una sudadera y empecé a ponérmela mientras bajaba las escaleras. Justo cuando iba a entrar en la cocina, mi madre empezaba a gritar mi nombre.

— Estoy aquí, no hace falta que grites – me adelanté, acercándome para besar su mejilla –. No tengo tiempo para desayunar, voy a llegar tarde otra vez... – expliqué, agarrando una manzana del bol de fruta – Nos vemos luego.

— ¡Harry, espera! ¡Tengo que contarte algo! – exclamó, siguiéndome hacia la puerta.

— ¡Mamá, me expulsarán si no llego a tiempo! ¡Puedes contármelo luego! – dije yo, ya casi en el coche – ¡Adiós!

Vi como mi madre se cruzaba de brazos, con el ceño fruncido, mientras yo arrancaba el coche y aceleraba en dirección al instituto. Al llegar, aparqué cómo pude en, probablemente, el último espacio libre. Entonces corrí hacia clase. Conseguí llegar un segundo antes de que sonara el timbre y el profesor entrara por la puerta.

— Veo que le gusta el riesgo, Morrigan.

— Así es, profesor Thomson. Me gusta vivir al límite – sonreí, yendo hacia los pupitres del final de la clase, donde mis amigos me esperaban –. Por los pelos – les susurré, sentándome y haciendo una mueca.

La clase de historia, como siempre, fue un pelmazo. Tuve que batallar mucho conmigo mismo para conseguir mantener mis ojos abiertos durante toda la hora. El timbre que sonaba después de tener historia a primera hora era el sonido más bonito del universo. El profesor Thomson se marchó, después de ponernos mucha lectura obligatoria para la próxima clase, haciendo que pudiera bostezar ampliamente sin llevarme una reprimenda.

Cuando al fin tuvimos un descanso, mis amigos y yo nos dirigimos hacia la cafetería. Pero cuando pasamos por delante de la oficina del director, de ésta vi salir a una chica que llamó mi atención por tres razones. La primera era que no la había visto nunca, y la segunda era porque aquella chica estaba buenísima, y la tercera era porque apenas se notaba lo buena que estaba porque llevaba ropa que parecía sacada de la Edad Media.

— Hey, rubia – dije, agarrando la muñeca de la chica y haciendo que girara sobre sí misma –. No te había visto por aquí, ¿eres nueva?

— Sí, acabo de transferirme... – susurró, haciendo que soltara su muñeca.

— ¿Y vas a decirme tu nombre o tengo que buscarlo en tus labios? – susurré yo, acercándome a ella.

— Alice... – dijo, apartándose rápidamente – Me llamo Alice.

— Yo soy Harry – sonreí, acariciando el pelo de la chica –. Te haces la dura, pero vendrás a buscarme pronto. Ya lo verás – le guiñé el ojo –. Bienvenida al King Edward's.

La chica me miró algo confusa mientras yo me alejaba junto a mis amigos, que comentaban lo extraña que aquella tal Alice era. Pero a todos se nos olvidó en cuanto nos cruzamos con alguna otra chica.

El día pasó lentamente, como de costumbre. Y al sonar el último timbre, mientras todo el mundo se iba, mis amigos y yo nos quedamos un rato en el aparcamiento, haciendo planes para el fin de semana. Cuando ya habíamos acordado qué haríamos, me despedí de ellos y volví a casa. Entonces, vi a aquella rubia, Alice, en mi calle.

Amen · DISPONIBLE EN DREAMEDove le storie prendono vita. Scoprilo ora