― Al final si que eres humano. ― Iwaizumi se acercó a su capitán, quien había borrado todo rastro de la sonrisa que había mostrado al final de ese último partido.
— Iwa-chan...— Lo miró unos segundos, con la mirada triste y pérdida. — lo siento. — Perdió su cabeza entre sus rodillas, cuando Hajime le dio una palmada de apoyo en la espalda.
Sin decir nada más.
[…]
— ¡Estoy muerto!
— Ya me gustaría...
— ¡Que cruel Iwa-chan!
El equipo de voleibol descansaba en un banco tras su estrenamiento matutino, preparándose para el comienzo de las clases. Oikawa se secó el sudor con una toalla e intentó relajarse, recordando repentinamente lo agotadora que sería esa mañana.
— ¿Qué pasa? — Hajime bebía agua, mirándolo de reojo.
— Ugh...— el castaño se revolvió el pelo con ambas manos. — me toca gimnasia.
— Ouch.
Miró molesto al líbero, quien rió entre dientes por el sufrimiento del capitán.
La puerta del gimnasio se abrió, haciendo que los más curiosos—todo el equipo—se girara para ver quién entraba; una chica con el uniforme deportivo y una coleta de lado sujetando su pelo. Se quedó en la entrada, con ambas manos apoyadas a sus lados y buscando a alguien. Su mirada se centró en el equipo y entrecerró un poco los ojos.
—¿Oikawa-san? — preguntó al aire, ya que realmente no miraba a ninguno en particular.
El equipo señaló al setter.
—Soy yo — dijo mientras se levantaba —. ¿Qué pasa?
La chica dejó de forzar su vista y se enderezó.
— El profesor de gimnasia me ha dicho que te buscara. Llegas quince minutos tarde. — Miró su reloj de pulsera y lo inclinó hacia delante, como si él fuera capaz de leer con semejante distancia.
—¿Ya es tan tarde? Gracias por avisarme. — Comenzó a recoger sus cosas, pero ella seguía ahí — necesito cambiarme así que...puedes adelantarte.
— Como quieras. — asintió, despidiéndose, del equipo y se retiró a paso rápido.
Todos recogieros sus cosas y limpiaron el gimnasio, sabiendo que ellos también llegaban tarde a sus clases.
—Oikawa — Iwaizumi habló desde fuera del vestuario. —¿Quién era esa chica?
Tooru salió del vestuario pensativo, con el uniforme deportivo. Tardó bastante en responder.
—No tengo ni idea.
—¿Va a tu clase y no sabes quién es?
—¿Está en mi clase? — Hajime rodó los ojos y dejó al castaño solo en las pistas de fútbol.
Oikawa continuó pensando en ello, sin poder creer que hubiese una chica en su clase que él no conociera.
¿Seguro que está en mi clase?
Podría haber sido una coincidencia que ella llevara el uniforme de deportes, no significaba que tuvieran la misma clase. Al llegar al campo todas sus teorías se desmoronaron, viendo a la chica jugar hábilmente al fútbol con un par de chicos de la clase.
¿Pero qué? Hace unos minutos parecía una abuela sin gafas, ¿y ese cambio?
—¡Bien Miki, sigue así! — otra chica gritaba desde el banquillo lo que parecía ser su nombre.
—¿Miki?...
—¡Oikawa! ¿Se puede saber dónde estabas? — el profesor se acercó a él enfadado.
—Ah, Aka-sen, estaba limpiando el gimnasio.
—Llámame Sensei, idiota — dio una suave palmada en la frente de Oikawa y se dispuso a irse, pero el castaño habló:
—...Sensei, ¿quién es ella? — Akayoma siguió la dirección en la que apuntaba el dedo de Tooru, llegando a una chica que corría de un lado a otro del campo.
—¿Mm? Yokama Miki. La han cambiado de clase, ha mejorado mucho sus notas.
Sin terminar de escuchar a su profesor, se acercó a la pista y se sentó en uno de los banquillos, observando a Miki driblar y pasar el balón. Cuando quiso darse cuenta la chica ya estaba junto a su amiga, secándose el sudor y charlándo trabquilamente. Oikawa se levantó y se acercó a ellas.
—Espera Ai, se han caído las-
CRACK
El ambiente quedó en silencio, con Tooru forzando una sonrisa y rezando que lo que acababa de pisar no fuera lo que creía.
—Dime que no acabas de pisar mis gafas.
Justo en el clavo...
Miró hacia abajo, levantando su pie y viendo los cristales rotos. Hizo un sonido en afirmación, con un extraño miedo a responder en alto.
—Eres un verdadero idiota, Oikawa Tooru.
Al parecer es así.
