「 Sawamura Daichi 」

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— Kouta, recoge tu mochila de la mesa por favor, tengo que poner la mesa.

— Hazlo tu, ya estas de pie. — Su hermano menor la ignoró y continuó mirando su ordenador.

— Pero es tuya. Llévala a tu habitación.

— No quiero, tú la has puesto ahí.

— ¡Porque estaba tirada en el suelo! — Iori golpeó la mesa, en un vano intento de llamar su atención. Su madre habló desde la cocina.

— Iori, vamos a comer aquí. No hace falta que limpies esa mesa.

Suspiró enfadada y entró en la cocina. Su madre le devolvió la mirada de enfado, pero no hablo.

— No me mires así, no lo aguanto.

— ¡Iori, es tu hermano! No puedes decir que no lo aguantas.

— Tiene siete años y me trata de esa forma, ¿qué problema hay? Si quieres que lo aguante, dile que me trate mejor.

— Tú tampoco le hablas muy bien que digamos — Hitomi suspiró, sabiendo que su hija respondería habló primero. — Ya está, no quiero escuchar nada más. No aguantas a nadie, ese es el problema.

— Exacto — Iori salió de la cocina y subió las escaleras. Ya no tenía hambre, ni ganas de ver a su hermano o a su madre.

No iba a decir que su madre no estaba en lo cierto, porque le costaba mucho tolerar a las personas, pero recordárselo solo haría que las soportara menos. Ya con el pijama puesto cayó resdida en su cama, poniendo la alarma para el día siguiente.

Clases. Genial.

Se había levantado mucho antes que la alarma, aún así decidió salir de casa, hacia el instituto. No quedaba muy lejos, pero si se iba a pie había que salir un poco antes.

Era muy temprano, no había nadie por las calles. Corría un frío viento, anunciando la cercanía del invierno. Tomó aire y cerró los ojos, dejando que su cuerpo se enfriara.

Por fin...invierno.

Se redeó con los brazos, frotándose por encima del abrigo y soltó el aire. Al abrir los ojos un golpe hizo que cayera, sin tener tiempo de colocar sus manos para parar la caída, su cabeza chocó contra el suelo.

Alguien había salido de la esquina por la que ella estaba pasando, llevándosela por delante. Esa persona también había caído, y se percató de su golpe.

— ¿Estás bien? ¡Lo siento, no miraba por dónde iba, ha sido mi culpa! — se acercó un poco a ella. Iori solo se frotaba la parte afectada.

— Claro que ha sido culpa tuya — dijo algo mareada. Se movió hasta la pared e intentó levantarse.

Cuanta sinceridad. Pensó inevitablemente Daichi, al ver que no se preocupaba por reconfortarlo. Se levantó del suelo. Ya de pie, pudo ver que llevaba su mismo uniforme.

— ¿Vas a Karasuno?

— No tengo porqué responderte, no te conozco. — y así, sin más, siguió su camino, ignorando al desconcertado Daichi.

¿Quién es? ¿Y por qué no la conocía?

— Suga, ¿sabes quién es?

— Por su actitud tengo una ligera idea, pero si me das más detalles...— sugirió su amigo, viendo cuán inquieto estaba el capitán.

— Mmm...como de esta altura — señaló una altura con su mano — Pelo azul claro, casi blanco y ojos negros, muy negros.

— Ya sé quién es — sentenció Suga, sabiendo perfectamente de quién hablaba.

— ¿En serio?

— Si. Tomo Iori, segundo año. Creo que su clase es la cuatro, no estoy seguro. — Daichi asintió — es un tanto...peculiar. Siempre está sola, habla lo justo y necesario, y no es muy tolerante.

— ¿A qué te refieres con tolerante? — A Daichi le picaba la curiosidad.

— A que comienzo a pensar que es sociópata.

Daichi sonrió. No sería para tanto. Nadie podía estar tanto tiempo solo, y menos por gusto.

— Nadie quiere estar solo de verdad. Y no creo que quiera atentar contra la sociedad.

— Los siciópatas si. — Suga siguió con sus advertencias. — Vamos Daichi, esa chica no aguanta a nadie, ¿qué te hace pensar que serás la excepción?

Lo miró serio unos segundos, como si se preguntara si lo había dicho en serio. Volvió a sonreír.

— Nada.

Haikyuu!! One-Shot'sWhere stories live. Discover now