Él la miraba cuando estaba distraída.
Ella lo veía en la distancia.
Sus miradas nunca coincidieron.
Su historia nunca comenzó.
[...]
El pelo azul oscuro del joven se revolvía con el fuerte viento que se levantaba, mientras contemplaba a la chica de pelo azabache que se encontraba practicando sus saques.
Impresionante. Estoy seguro de que tiene más fuerza que Asahi-senpai.
Pensó en el momento en el que ella volvió a rematar, con tanta fuerza que desencajaba las baldosas del suelo.
Y me quedo corto.
Suspiró apoyando sus brazos en la barandilla.
Quiero probar a colocar alguno de esos remates.
El oji azul se dio por vencido, ajustó su bufanda y salió de la instalación, mientras un nudo en la garganta no lo dejaba pensar tranquilo. Quería estar a su lado y apoyarla. Quería ser su fuerza. Quería practicar día y noche y que ella se durmiera en sus brazos. La quería a ella. La quería para él solo.
Quería a Kunimi Sawa.
...............
Estaba completamente sudada. Sus esfuerzos nunca eran en vano, por supuesto que no, pero deseaba poder hacer los mismos remates que la pequeña carnada del equipo masculino.
Tal vez me falte un buen colocador.
La fugaz imagen del prodigio setter hizo que sus mejillas se tiñeran de un notorio carmín. Siempre lo había admirado. Aun que tal vez la palabra correcta fuese 'anhelado'.
Quería que él le colocara los balones perfectos. Quería que él chocase sus palmas con ella por una buena práctica. Quería que él le dijese "Bien hecho" aun que no fuese verdad. Quería...lo quería a él.
Quería a Kageyama Tobio.
