-Yari, deja mis gafas - El rubio se encontraba con la cabeza apoyada sobre el regazo de su novia, la cual había tomado sus gafas y jugaba con ellas.
-¡No quiero!, además, me quedan mejor que a ti - La típica sonrisa de Kei había sido calcada a la perfección en su rostro. El susodicho suspiró.
- Esta bien, pero ten cuidado - Se levantó de su cómoda almohada y se colocó junto a ella, pegados a la pared.
Ella giró su cabeza hacia él, que se encontraba mirándola. Se acercó más. Kei juntó su frente con la de Yari.
- Te quiero - Le susurró la castaña mientras le colocaba los lentes. Kei se sonrojó. Llevaban unos cuantos meses en esa relación. Él había dejado de lado su orgullo y ella había caído rendida ante ello, su relación marchaba bien, pero el bloqueador central de Karasuno aún no estaba acostumbrado a esas muestras de cariño.
- Y yo - La cara de Kei era un completo tomate, cosa que a Yari le pareció muy tierno y soltó una risita - N-no te rías - Esta vez giró su cuerpo completo hacia la chica. Ella hizo lo mismo. Kei la contempló por un segundo:
No era la más alta, ni la más bonita, ni la más deportista, mucho menos la más inteligente, pero era perfecta tal y como era; perfecta para él.
Tomó con su mano derecha el rostro de la chica, y con su mano izquierda rodeó su cintura, y la atrajo hacia él. Los ojos de Yari reflejaban ternura y diversión. Esa fue la gota que colmó el vaso.
Acortó la poca distancia que había entre ellos y la besó. Juntó sus labios despacio e indecisamente, ya que era el primer beso en el que el rubio tomaba la iniciativa. El contacto con sus suaves labios era mas satisfactorio de lo que él imaginaba. La juntó todavía más a él.
-Mhn...- El leve sonido que escapó de los labios de Yari les hizo parar un segundo para respirar. La miró a los ojos. Brillaban de felicidad. Kei soltó una leve risita.
-Si - Le dijo el rubio - Yo también te quiero.
