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— Mamá.
...
— Mamá.
...
— Mamá, despierta.

Despierto cuando el susurro es dirigido justo a mi oído, abro los ojos y veo a mi hija parada junto a la cama.

— Hola, bebé. ¿Qué haces despierta? —Consigo decir en medio bostezo mientras mi hija espera pacientemente a que me despierte por completo.

— Mamá, ¿por qué mami está en la cama contigo? —Susurra Emelia otra vez.

Miro hacia abajo y veo el brazo de Lauren rodeándome y siento lo apretado que está su cuerpo contra el mío. Joder.

Ella se quedó a dormir, ¿recuerdas?

— Pero tú dices que ella duerme en el sofá. ¿Mami tuvo un sueño feo? —Pregunta con empatía.

— ¡Sí! —Concuerdo rápidamente, usando su sugerencia como una excusa razonable del por qué Lauren está en la cama conmigo. Emelia aún no sabe de lo cercanas que nos hemos hecho—. Digo, sí, eso fue. —Trato de quitarme el brazo de Lauren de encima y sentarme para sacar a Emelia de la habitación, pero la mujer aprieta su agarre y me atrae más contra ella—. ¿Quieres subir a la cama con nosotras, Lia?

Emelia asiente y salta a la cama, su rodilla me golpea en el estómago y gruño de dolor.

— Perdón, mamá.

Me las arreglo para acostarme boca arriba y aunque continúo en brazos de Lauren, ella reconoce movimiento y trata de pegarme más a su cuerpo. Emelia se sienta en mi estómago, afortunadamente sobre la cobija porque aún estoy solo en ropa interior y la erección de su madre sería difícil de explicar.

— ¿Cómo dormiste, bebé? —Le pregunto a mi hija que parece estar completamente despierta y luciendo una de las sonrisas más dulces que le he visto.

— Muy bien.

— ¿Por qué estás sonriendo tanto? —Le pregunto de manera juguetona, picando su estómago para hacerle cosquillas. Emelia niega que lo esté haciendo y esconde su cara en mi cuello para que no vea su sonrisa que pronto se convierte en una fuerte y adorable risa al sentir mis cosquillas. Mi hija se remueve encima de mí, tratando de pelear contra mis manos. Sus piernitas patalean y consigue despertar a Lauren.

— Buenos días. —Saluda su voz ronca, sus ojos se abren lentamente, revelando el par iguales a los de Emelia—. Y buenos días para ti, princesa. —Estira un brazo y le acaricia la mejilla, haciéndola sonreír todavía más.

— Mamá dijo que tuviste un sueño feo —las cejas de Lauren se fruncen con confusión y me mira interrogante—, y por eso estás en la cama con ella—. Sus ojos se abren cómicamente al darse cuenta de que nuestra hija nos atrapó juntas en la cama—. ¿Ya estás bien?

— Muy bien, gracias.

Lauren abraza a nuestra hija por la cintura y la acerca a ella, acostándola en el nuevo espacio creado entre ella y yo. Nos acostamos de lado para poder darle la cara a la pequeña que continúa sonriendo.

— ¿Vas a decirme qué te tiene tan risueña esta mañana? —Insisto. Se sonroja y vuelve a esconderse.

— Porque mami está aquí con nosotras y me gusta tenerlas a las dos conmigo. —Responde al fin.

— A mí también me gusta que tu mami esté con nosotras. —Le susurro y ella vuelve a reír.

El tierno momento entre las dos es interrumpido por un celular sonando. El mío esta vez. Lauren se para y me lo alcanza, junto con una camisa. Me visto y salgo a contestar al pasillo.

— ¿Hola?

Camila, hola, vamos a necesitar que vengas al trabajo. Estamos cortos de personal y recuerdo que dijiste que necesitas más horas.

The Donor (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora